Crítica de El día que vendrá (The Aftermath)
No son tiempos fáciles para una Keira Knightley. Por más que lo siga intentando, repitiendo una fórmula que antaño se le daba tan bien, no acaba de dar en la diana. Tras haber sido ignorada en los Oscars por su interpretación en Colette, vuelve a la carga en El día que vendrá con otro drama, melodrama más bien, que de nuevo echa atrás la mirada y se enfrasca en otra recreación histórica. Nos encontramos ahora en la Alemania inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial; un lugar desolado y dominado por los ingleses, al que vas a parar una mujer con el objetivo de reencontrarse con su marido, alto cargo militar, y reiniciar su vida. Una vida a costa de otra familia. Ellos, ingleses, ocuparán la mansión de una familia alemana, condenada a servirles. La pareja british tiene que lidiar con heridas de guerra, lo mismo que los alemanes. Heridas de esas que nunca van a sanar, y que necesitan de sinergias para ir capeando el temporal. Claro que sí la sinergia viene en forma de lío de faldas entre Keira Knightley y Alexander Skarsgård… pues como que es más fácil.
Por un lado tenemos, pues, el frente histórico: una reconstrucción de una ciudad de Hamburgo totalmente arruinada que intenta recuperar la normalidad, con escenas que pueden llegar a helar la sangre. Por otro un triángulo amoroso concebido a modo de sobremesa televisiva. En el fondo, nada nuevo que contar, y dos frentes que darían para sendas películas, por lo que si se quieren mezclar toca andarse con ojo. Cosa que no hacen ni el guión (del mismo equipo responsable de El héroe de Berlín) ni la dirección de James Kent.
El primero supone una burda repetición de una fórmula agotada tiempo atrás: dos o tres personajes con algún que otro matiz extra, a duras penas maquillan los clichés a los que caen irremediablemente todos y cada uno de los secundarios. El segundo, Kent, propone un planteamiento elegante, distinguido y voluntariamente clásico, conseguido a veces pero en su mayor parte traducido en planos desfasadamente horteras (ella escuchando la música del gramófono…). Sumado, todo ello suena a casposo y se sigue con interés lánguido. Daría, en definitiva, para una película mediocre y poco más. Lo que la hace rebajar la puntuación todavía más, es un exceso de conducción emocional, ya no tanto por lo edulcorado de sus picos dramáticos, sino porque El día que vendrá se muestra maniquea y manipuladora, con buenos muy buenos, malos muy malos, y situaciones peligrosamente viciadas, que generan rechazo inmediato al tomar al espectador por tonto: esos villancicos previos a la tormenta, ese interrogatorio… a falta de sutileza, habrán pensado, mejor tirar de recurso fácil: falseamiento, alteración, despiste.
Y claro, así no. Caspa, melodrama y manipulación, con un par de interpretaciones dignas: qué duda cabe de que Keira Knightley a estas alturas se sabe su papel de memoria y lo recita a la perfección, así como Jason Clarke está tan correcto como de costumbre, y puntuales miradas de Alexander Skarsgård ofrecen los momentos más elevados de su carrera. Demasiado poco en la balanza de los puntos positivos, para compensar la infinidad de negativos de esta olvidable película.
Trailer de El día que vendrá (The Aftermath)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Desganado melodrama de domingo de sobremesa que se pasa de frenada con la manipulación para tratar de emocionar a un espectador que a duras penas será sonsacado de su letargo.