Crítica de Don Jon

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Joseph Gordon-Levitt acaba de pasar a formar parte de un club singular, el de jóvenes actores que hasta ahora se movían entre dos aguas -cine independiente/mainstream– y que de pronto deciden dar el salto a la dirección con un producto más o menos inquieto. Y es que aunque a priori pueda parecer encuadrable en un contexto más comercial, la opera prima del actor de (500) Días juntos tiene suficientes números para convertirse en un producto estimable desde un prisma un poco más osado: sí, ha contado con la ayuda de Scarlett Johansson y Julianne Moore, pero Gordon-Levitt se aleja del indie para las masas y construye un debut que, si bien queda netamente separado de la experimentación, sí contiene notas de incomodidad. En fondo y en forma. Porque cuenta la historia de un tipo adicto al sexo online, incapaz de disfrutar de una relación carnal en directo y lo hace sin ambages ni tapujos. Y porque toma algún recurso de estructura narrativa poco habitual en el cine de consumo. Es decir, que pese a que Don Jon anda lejos de la perfección y más aún de la maduración, supone un salto atrevido y un acto a medio camino de la gallardía gamberra y la valentía. Y eso de por si ya está muy, muy bien.

Lo de este Jon representa una nueva puesta al día del mito de Don Juan, esta vez realmente actualizado, adaptado a nuestro tiempo. Mujeriego empedernido y adicto a la superficialidad de las relaciones fugaces pasa sus días de clubbing puntuando traseros y tetas, follándose sin remordimiento a sus propietarias y luego escabulléndose del lecho para cascársela ante PornHub. Eso parece ser su mayor placer en la vida, un placer nada culpable que, en primera persona, admite como su más orgullosa fuente de autoestima y su principal objeto de recreo. El resto de actividades de su rutina se completan con el MacAuto curial del confesionario de la Iglesia, donde hace un pedido de padrenuestros y avemarías tamaño familiar; el gimnasio, donde recita sus oraciones mientras cultiva el alma sana en cuerpo sano; y en casa de sus padres italoamericanos, adicto a la NFL él y a cocinar espagueti ella. Gordon-Levitt reconstruye en su propio cuerpo este guido vigoréxico y pajillero, adicto a ejercitar el índice de una mano y la muñeca de la otra, desde el compromiso, la ironía bestial y la ternura. Lo rodea de unos secundarios pintorescos (Tony Danza y Glenne Headly están antológicos como sus padres) en un contexto reflejo de los vicios más fugaces de nuestra sociedad actual. Y a partir de ahí monta una historia de amor más o menos canónica, la que surge en el momento en que se enamora primero de una pija neoconservadora y bastante mema (Scarlett Johansson) y cuando a continuación conoce a una mujer madura, experimentada pero herida (Julianne Moore).

El realizador/actor se mueve entre esas dos tendencias. Por un lado la de la comedia romántica en la que termina desembocando el argumento. Por otro, la de la propuesta de autor que se construye desde una libertad tonal más amplia: en un principio la película conecta con su propio mensaje original, esa crítica a la cultura del kleenex de usar y tirar, en este caso no necesariamente metafórico lo del kleenex. Los planos se suceden con un tempo picado y los efectos sonoros puntúan efectos narrativos de forma buscadamente reiterativa. La rutina de nuestro protagonista se apodera de la exposición de la película, y los planos van repitiéndose para convertirse en símbolos recurrentes. Poco a poco, el encuadre de esos planos recurso se mantendrá, pero la significación de los mismos irá mutando con la historia y con la evolución del personaje. A medida que este vaya asentándose, la planificación se relajará y la realización se tornará más, digamos, clásica. Pasamos de la euforia inicial a la posterior bajona y relajamiento de las formas. Un simulacro, en fin, de la vida contemporánea, del paso de la fogosidad juvenil a la más pacífica edad adulta.

Don Jon parte de una excusa casi propia de la ciencia ficción distópica en la que las máquinas han suplantado a las personas y el contacto cibernético ha substituido a la relación humana, para arrojar una ligera radiografía de los males de nuestra sociedad actual relacionados con la sexualidad y las relaciones afectivas. Ligera. Se le puede reprochar a Gordon-Levitt haber dejado pasar la ocasión, o quizá simplemente no estar demasiado interesado en profundizar en el tema más allá de la caricatura deslenguada. Su mirada hacia el negocio del sexo, la misoginia industrializada y la despersonalización del afecto vía Brazzers y afines es irremediablemente ácida, pero quizá el tema requeriría mayores implicaciones morales, éticas y dramáticas. Lo suyo podría ser un gran retrato de la tragedia inapercibida del ser sexual contemporáneo y sin embargo prefiere quedarse en una historia sencilla, superficial y sobre la superficialidad, y con un final, a la postre, bastante conservador. Una mera anécdota que, eso sí, está orgullosa de serlo. Pero sería injusto que nos pasáramos ahora al otro lado: las virtudes de Don Jon como opera prima casi todo el tiempo fresca y divertida son innegables, y a eso debemos agarrarnos. Que se disfruta mucho.

7/10

Y en el Blu-Ray…
Como viene siendo habitual si hablamos de Cameo, la película se distribuye en alta definición con un estado de forma, a nivel audiovisual, más que digno. La imagen goza de buena calidad, con un excelente nivel de detalle y una pátina de colores natural (cuando debe serlo) y a la vez respetuoso con las alteraciones que le brinda el director para darle mayor expresividad a los momentos más bucólicos/horteras del film. Impecable imagen e impecable sonido (5.1 DTS-HD en ambos idiomas), que sin hacer grandes aspavientos (tampoco los necesita) permite un disfrute perfecto del visionado. Lástima que la edición se acompañe únicamente de un trailer. Hubiera estado bien saber algo más del proceso de creación del film, a tenor de suponer el debut de Joseph Gordon-Levitt como director…

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. como sería para ti una crítica más profunda del tema? más que crítica a la forma de tratar la sexualidad hoy, veo como el personaje de joseph evoluciona a través de su relación con la personaja de scarlet primero hasta la crisis, y luego a través de julian.

    y solo es mi opinión pero me gustó más que la vida de adele, siendo ambas dos pelis que muestran una sexualidad muy cruda, será por que esta es mas cómica y tiene un ritmo más rapido.. pero claro son pelis muy diferentes.

  2. Justo. Son pelis totalmente diferentes. Tanto que no entiendo a qué viene compararlas. No tienen absolutamente nada que ver una con la otra excepto que, como otros tres millones de películas ahí fuera, tratan las relaciones humanas, sentimentales y sexuales. Fin.
    Así que insisto, no entiendo por qué sacar a colación "La vida de Adèle" pareciéndose la una a la otra lo que un huevo a una castaña.

    En cuanto a lo otro, a eso que dices "más que crítica a la forma de tratar la sexualidad hoy, veo como el personaje de joseph evoluciona a través de…". Sí, tienes razón, la película nos cuenta eso. Pero ese no es el TEMA de la película. Toda buena película tiene un texto y un subtexto (el tema). El texto es lo que ocurre en la película ("Fulanito se enamora de Menganita"), el subtexto es de lo que va la película de verdad ("Fulanito representa al hombre actual y se enamora de Menganita porque no soporta el peso de su soledad", o lo que sea que quiera contar el autor). Es un ejemplo, pero para que lo entiendas.
    "Don Jon" va de las conquistas sexuales de un inmaduro. Pero su subtexto no es ese, es algo más complicado y profundo. Y en ese sentido no está bien tratado, y es de eso de lo que me quejo.
    Tú como espectador, eso sí, eres libre de obviar el subtexto, de no prestarle atención o de no ponerle interés. Pero yo como crítico debo valorarlo y juzgar si existe (muchas películas no tienen subtexto, ni metáfora, ni nada) y si está bien conducido.

    Un saludo.

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