Crítica de Donde viven los monstruos
Hay algunos directores de esos que gastan un universo propio para los que llega un momento en que su carrera da un pequeño vuelco y se desmarcan de su obra anterior ofreciendo un giro hacia una aparente convencionalidad, que en relidad esconde una reflexión y síntesis de sus propias filias y fobias.
A Spike Jonze le ha pasado, salvando las distancias, lo que le pasó a David Lynch en épocas de Una historia verdadera o a David Cronenberg a partir de Una historia de violencia: ha decidido seguir construyendo una imagen propia insobornable, pero abandonando la exuberancia narrativa y formal que le caracterizaba hasta el momento, y ha parido una película que parece un cuento sencillo y clásico, pero que supone un paso más en su evolución como autor. Que la aparente linealidad de su estructura y su simpleza narrativa no nos confunda: esto es cine de autor puro y duro.
Pero bueno, pegado el rollete casi prefiero zambullirme en esto a través de la óptica que le corresponde: Donde viven los monstruos es un maravilloso cuento infantil que parte de donde parten muchos de los cuentos infantiles: la evasión a través de la fabulación.
En este caso es Max (Max Records) quien escapa, incapaz de vivir en un mundo que se le ha quedado pequeño, una realidad demasiado cotidiana como para contener su propia vitalidad, sus arranques de salvajismo infantil y que para colmo pisotea sus sueños y esperanzas a través de una madre divorciada (Catherine Keener) y una hermana que le putea. La vida real, vaya.
A lo que Max decide fugarse y hacerse a la mar en un pequeño bote que, a la deriva, termina por hacerle ir a parar a una isla habitada por una sociedad de monstruos peludos de fuerza descomunal y despiste vital. A falta de algo mejor, Max será enseguida coronado Rey y recibirá todas las expectativas de Carol (James Gandolfini) y su panda de osos gigantes para guiarles hacia una convivencia.
Como relato infantil (se basa en uno de los cuentos más famosos de la literatura americana, escrito por Maurice Sendak), la cosa va del poder de la imaginación y de la fuerza de la amistad. Carol y Max establecen una relación difícil de explicar, pero que finalmente será el motor de la historia, y alrededor de la cual girarán las relaciones con los demás monstruos.
E indirectamente es una manera de contar el abismo que existe entre niños y adultos, y el hecho de que tarde o temprano deba cruzarse ese abismo, aun a riesgo de sacrificar un mundo estimulante de cosas imaginadas.
Pero como buen cuento, también tiene su lado oscuro, y aquí es donde Jonze realmente pone de su parte. Donde viven los monstruos es una película inquietante, de algún modo tensa y extraña, porque no terminamos de estar del todo seguros de que los lazos establecidos entre Max y los monstruos sean irrompibles. Porque el mundo nuevo no parece del todo seguro, y está marcado por una agresividad y un salvajismo animales. Y porque el comportamiento de los personajes, y las decisiones que toman está en el mejor de los casos guiado por la irracionalidad infantil (Max) y en el peor por la extraña lógica monstruosa (por ejemplo, las criaturas suelen terminar comiéndose a sus reyes). Pero eso es parte de su encanto, el crear un mundo sujeto a sus propias reglas poco explicadas, que el espectador tiene que tragarse por que sí. ¿Que los monstruos pueden machacarse a pedradas mutuamente sólo por diversión? Pues vale. ¿Que es de vital importancia ir haciendo agujeros en todos los árboles que uno se encuentra? Pues también vale.
En este sentido, Donde viven los monstruos podría recordar a algunas películas de Miyazaki, especialmente a El viaje de Chihiro, por su carácter de viaje iniciático y de autodescubrimiento a través de la evasión, de traspaso de la infancia a la adolescencia. Y también por el descubrimiento de una realidad paralela que sólo responde a sus propios y extraños principios lógicos.
Pero a parte de su contenido, lo realmente impactante de la película es el continente. Jonze dirige como si estuviera haciendo una película independiente de bajo presupuesto: la planificación y el montaje son los propios de un autor que ha sido nombrado ídolo de modernikis y enrollados diversos, y su cámara se mueve como si estuviera grabando una pareja enrollándose en un concierto de Franz Ferdinand. Lo cual choca con lo que se nos cuenta, y transmite una sensación de extraña epicidad distinta de la que cabría esperar y un nervio general que le da a todo un ritmo a ratos trepidante y urgente, a ratos pausado y contemplativo.
La fotografía va acorde, y aunque tiende a buscar la belleza extraña (ojo a los planos nocturnos, a las dunas del desierto, a la esfera gigantesca) apuesta por el realismo, por la palpabilidad. Una fisicidad a la que contribuyen los efectos especiales: utilizan una combinación de técnicas (disfraces de toda la vida, planos creados por ordenador, animatronics, etc.) que sumadas le dan a la película un aspecto pretendidamente retro, casi desfasado, poblado por esos monstruos cortesía de la factoría Jim Henson, y que ya de entrada recuerdan a una mezcla entre los Goris de Fraggle Rock y el Fuyu de La historia interminable.
Y lo de La historia interminable no es gratuito, porque Donde viven los monstruos podría ser perfectamente el equivalente de la película alemana para esta generación. Sólo que en buena. Que sí, que La historia interminable es muy mítica y todo lo que vosotros queráis, pero la de Jonze va a resistir mucho mejor el paso de los años, porque sus virtudes cinematográficas son muchas.
Al final la película se hace un pelín larga, contiene un pequeño epílogo algo innecesario y la penúltima secuencia flirtea peligrosamente con la crema pastelera. Pero a parte de esto, Donde viven los monstruos es una película genial, una historia vibrante de las que te reconcilian con el género y una manera inmejorable de despedir el año con lagrimilla y sonrisita.
Imperdible.
Trailer de Donde viven los monstruos (épico)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Película genial en el sentido más amplio de la palabra. Una fábula mágica que emociona y divierte a partes iguales, haciéndose prácticamente inapelable.
um,si hablamos de un universo Froidiano,o hablamos de originalidad,toda la que querais,pero,si lo veo,desde mi punto de vista,lo siento,pero para nada me convenció.
Estoy seguro que más de un niño,salió llorando del cine,y no creo que fuera por el final de la peli,o porque le hubiera gustado,yo la vi lenta,con un guión bastante pobre,y que incluso para un niño, hay situaciones en la peli,que le pueden resultar duras.Y lo siento,pero al salir,de ver esta, pensé, mucho mejor La história interminable,que es la que vi de pequeño.
Bueno, mixman, es que yo a un niño de 5 ó 6 años al cine probablemente le llevaría a ver una EXPRESAMENTE destinada al público infantil. Una de Pixar, por ejemplo.
En cambio, para chavales algo más creciditos sí que la de Jonze me parece ideal. Es impactante (ya lo dije en la crítica) pero no tiene valores muy descabellados para los niños, ni mucho menos violencia extrema de ningún tipo.
Pero vamos, que esto son apreciaciones personales.
En cuanto a "La historia interminable"… pues no debemos dejarnos engañar por el factor "entrañablismo". Para mí también es mitiquísima, pero vista años después, a nivel cinmatográfico me parece cercana a un churro. No aguanta el peso de la edad, no.
Pero ya digo que me sigue pareciendo superentrañable…
Saludos y gracias por pasarte!
El principio prometía, pero cuando aparecen los monstruos la cosa se vuelve bastante lenta, difusa, aburrida y rara, y no precisamente en el sentido positivo de la palabra. En el fondo vislumbro el mensaje que se quiere transmitir, pero la forma es pesada en extremo. Eso sí, la fotografía y la BSO son impecables, se nota que la música se nota que la hacen los Yeah Yeah Yeahs.
Totalmete de acuerdo la pelicula me gusta peor me aburrio a tal punto que quise q terminara los mountros eran tan fastidiosos jejeje dure 20 min queriendo que terminace, el inicio fue demasiado bueno la imagen y la calidad demasiado…
La interlocución entre espectador y la cinta pues va a variar a la apreciación de cada uno, respeto los comentarios pero la parsimoniosa de la cual se quejan es parte de la reflexión, es una buena película que nos lleva a ver como nuestro niño aún, él cual dejamos de tirar tierra, agua y correr, se entrampa con sus propios monstruos la ira, la tristeza, la melancolía, lo estática, etc. Un es el rey y uno dejará ir o quedarse en estas emociones. Aún no se sacuden las películas donde las hadas madrinas cantan y es feliz guión con fluidez pero si prosa, a los que no les gusto que se queden con el recuerdo grato de campanita.
La música se acompaña con maestría, no todo film debe ser lineal, las propuestas barrocas y surrealistas hacen que uno reflexiones sobre su propio mundo.
Que alguien me explique, que acaso es mi imaginación o la pelicula retrata si lo que siente un niño, a través de la representación de personajes monstruosos de su familia (y amigos de está) con los elementos que el niño imaginaba y que se encontraban todos en su habitación