Crítica de Las dos caras de enero (The Two Faces of January)
Hay películas que funcionan por inercia. Luego ya hay otros valores que la pueden hacer despuntar, y bien cita la edición doméstica de la que nos ocupa un par de títulos que no han hecho (El topo y El talento de Mr. Ripley) en su portada. Pero de entrada, como mínimo, garantizan un producto digno si bien recurran a piloto automático aplicando una fórmula más o menos reconocible. Hablamos de los thrillers de aquellos que entran por los ojos por su impecable factura; que cuentan con un reparto más o menos atractivo si bien alejado de grandes aspavientos; y que tratan un argumento distinguido, canónico pero conocedor del interés que despertará sin duda en un sector de público muy concreto. Películas que desprenden un aroma de cierta altura academicista, por así decirlo, y con eso les basta para darse por satisfecho: misión cumplida. Por ese universo circulan nombres como los de Anthony Minghella o Patricia Highsmith, y qué cosas, resulta que ambos están vinculados a Las dos caras de enero: el primero en tascas de producción (indirectamente, obvio), al ser Mirage Enterprises una de sus productoras. La segunda, al ser adaptada a la gran pantalla esta vez por el hasta ahora guionista Hossein Amini (Drive, Blancanieves y la leyenda del cazador), que firma con ésta su opera prima. Oh, ¿y los actores? Casi nada: Viggo Mortensen, Kirsten Dunst y Oscar Isaac. Súmese a semejante trío un argumento ubicado a principios de los 60 que mezcla persecución, pasaportes falsos, Grecia y turbulencias emocionales… y lo dicho, deberes hechos.
No hay nada más, ni nada menos, en esta nueva adaptación de la autora de la saga Ripley. Se trata de un thriller de corte clásico sin nada que le haga marcar realmente la diferencia, pero cumplidor se mire por donde se mire. Lo cual es alivio pero con regusto amargo: dentro de la total falta de estimulación a la que el género a veces se condena, se agradece que Las dos caras de enero se convierta inesperadamente en un elegante divertimento con un tempo muy marcado, en absoluto precipitado pero sí en línea ascendente, y duración muy escueta (apenas rebasa los 90 minutos). Del mismo modo, es bienvenidísima la impecable factura de una producción cuidada casi con puntilloso perfeccionismo, hasta el punto de que ni un solo pelo del relamido peinado de Mortensen se salga de su sitio, lo que lleva a un extraño viaje hacia atrás en el tiempo, hacia un lugar poco creíble, casi bucólico, y sin embargo perfectamente recreado e igualmente absorbente. Curioso, ¿acaso involuntario? acierto. Y ni que decir tiene que su reparto lleva a cabo un trabajo profesional, quizá falto de alma pero sumamente solvente.
Hasta ahí bien. La amargura procede de la oportunidad desaprovechada. De la dificultad del film por perdurar en la memoria por quedarse demasiado anclada en sus raíles, rehuyendo todo atisbo de profundidad. Nada que decir del particular tempo que adopta la cinta, voluntariamente alejada de bournes para recaer en un universo fácilmente identificable con la autora de las novelas y, sobre todo, con las adaptaciones cinematográficas de las mismas. El verdadero problema del debut tras las cámaras de Amini reside justamente en el terreno que mejor domina: en un guión excesivamente liviano que antepone una barrera insalvable para la relación que se establece entre los tres protagonistas. Ella, casada con un Mortensen mucho mayor que ella, podría ver en Isaac carne fresca y rescate de una vida ya demasiado asentada; los celos de Mortensen podrían dar pie a una auténtica pesadilla para el personaje; e Isaac… pues podría disfrutar de la situación. Nada, o muy poquito de ello aparece en una película que opta por la corrección más absoluta, y que absolutamente correcta acaba siendo. Eso sí, que nadie le pida nada más.
6/10
Y en el Blu-Ray…
La Universal edita por aquí la película tanto en DVD como en Blu-Ray, con la opción de comprar los dos formatos en un único y suculento pack. La versión en alta definición destaca por una imagen espectacular, sumamente respetuosa con la fotografía y la paleta de colores empleada por sus responsables, y sin un solo borrón que achacarle si bien quede lejos de convertirse en un dechado de definición. Su audio, tres cuartos de lo mismo: impecable su DTS-HD Master Audio 5.1 para la versión original, más que correcto el Digital Surround 5.1 en castellano.
Los extras, poquitos, pero menos da una piedra:
- Escenas eliminadas: dos, sumando un total de unos tres minutos.
- El rodaje de la Odisea: Una capsula de cerca de tres minutos con entrevistas a parte del equipo responsable de la película.
- Una vuelta de tuerca al thriller clásico: tres cuartos de lo mismo.
- Tomas falsas: Curioso regalito final, de poco menos de cuatro minutos.