Crítica de Dumbo (2019)
Curiosamente, hemos tenido que firmar una cláusula en la que se nos impedía hablar del argumento de la nueva versión de Dumbo, según Disney-Tim burton. Y digo curiosamente porque, aunque haga 20 años de la última vez que quien esto escribe viera la película original, no le supe descubrir nada especialmente innovador, ni mucho menos revolucionario a una revisión que sigue un libreto por todos conocido, una estructura trillada hasta el paroxismo. Y empiezo por aquí porque es, a la postre, lo que más condena a una película, que, por lo demás lo tiene todo de cara para evitar ser, al menos, ese insulto al que apuntaba una nueva colaboración del malogrado director de Eduardo Manostijeras con la casa de Mickey Mouse .
Y es que sí, este es el mejor Tim Burton de los últimos años; concretamente desde Frankenweenie… lo cual tampoco es decir demasiado a tenor de una filmografía de capa caída desde hace demasiado tiempo. Ver Dumbo es rememorar esos personajes tristes que veíamos en la ya citada Manostijeras, tanto como en La melancólica muerte del Chico Ostra. Es volver a esos universos de freaks tristones y de lo más caricaturescos. Demonios, es volver a ver a Michael Keaton y a Danny DeVito cuales Batman y Pingüino. Y de hecho es justamente esta acumulación de personajes peculiares, protagonistas a su vez de diversas subtramas, lo que le infiere ese bienvenido, necesario toque de frescor que requiere una película, en otras circunstancias condenada a la apática repetición de la fórmula del éxito. Por pocas o timoratas que sean, son estas salidas hacia lo desconocido los únicos cabos ardientes a los que se puede aferrar quien busca un mínimo de originalidad en el asunto. Por momentos, Dumbo consigue sorprender, asustar, fascinar o tornarse entrañable. Sumando la particular galería de bichos made in Burton a la atinada mano del director (el tono de la película vuelve a las entretenidas y recargadas andadas de su reivindicable Charlie y la fábrica de chocolate), el celuloide se impregna de la magia que sucede en los circos del entramado. Y ojo, que hasta se permite el lujo de coquetear con aquellos temas prohibidos que se desprenden de los dibujos originales: se pierde el racismo de los buitres, pero se sigue aludiendo a colocones de cuidado, así como al bullying o al maltrato animal.
Lo demás ya nos lo sabemos de memoria: director de pasado glorioso que no ha sabido reciclarse, se pone al servicio de una gran compañía y como buen chico de los recados, entrega un producto ñoño, emimentemente prefabricado y conocido por todos. Que nadie se engañe, que por eso hablaba al principio de la previsibilidad de todo ello: Dumbo no supone ni la menor perturbación en la siempre cuestionable estrategia de Disney de renovar su catálogo. Todo marcha según el plan y más que Burton, quien parece saberlo mejor que nadie es un Danny Elfman que apenas deja un fotograma o dos sin una exagerada banda sonora que conduce a la lagrimilla fácil cada minuto y medio. Pero al menos, dicho plan se gesta de manera digna, e inusitadamente inspirada al menos por parte de un director que nos permite volver a creer en un hipotético retorno. Ahora sí. Sólo que por el camino, debería desprenderse del molesto deje sensiblero del nido que ahora le da cobijo. Un Dumbo según (la mejor versión de) Burton y sin las obligadas visitas a lugares comunes Disney hubiera podido ser un nuevo fenómeno artístico. Ahora, queda en un fenómeno de masas seguro (aunque qué ganas de revivir el drama infinito que es esta película) y poco más. Pero muy bien hecho, y con mensaje claro. Ya es.
Trailer de Dumbo
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Lo que ya has visto y esperabas ver. Eso es la nueva versión de Dumbo, según Tim Burton. Ahora bien, ya puestos, ha salido un entretenimiento digno y trepidante.