Crítica de Educación siberiana (Educazione siberiana)
Grabiele Salvatores se hizo conocido al ganar el Oscar a la mejor película no inglesa por Mediterráneo, aquella simpática comedia bélica. Desde entonces, el bueno de Gabriele ha dirigido varios largometrajes, de calidad irregular, pero su nombre ha quedado enterrado entre muchos otros.
Ahora vuelve con cierta notoriedad gracias a Educación siberiana, film basado en la novela homónima de Nicolai Lilin y un auténtico éxito de ventas en Italia. Se trata de un cóctel extraño, una película de producción italiana sobre una comunidad rusa rodada en inglés y con John Malkovich como uno de los personajes principales.
El actor estadounidense (cuya relación más estrecha con Rusia son sus abuelos croatas), es el protagonista de los primeros minutos del film, poniendo la cara y un acento ruso muy peculiar. Malkovich interpreta al abuelo del protagonista, una especie de force vivant de los Urka y abuelo del protagonista. Los Urka, por lo poco que extraemos del film, son una comunidad siberiana deportada por Stalin a algún lugar entre Moldavia y Ucrania, una comunidad muy cerrada y temida y con unos códigos morales muy fuertes.
La trama se desarrolla entre dos épocas; la infancia del protagonista en los años 80 y su juventud a finales de los 90, con la Unión Soviética ya desintegrada. Aunque lo más interesante del material original fuera posiblemente la cultura Urka y su lucha por sobrevivir en una ciudad llena de clanes, la película apenas habla de ello, centrándose en contar la historia de Kolima, el protagonista, y sus amigos. Con una no excesiva originalidad, los cuatro amigos están compuestos por el héroe bueno, el héroe malvado, el gordito y el empollón (quien efectivamente, lleva gafas). Entre pequeñas escaramuzas, robos y peleas con clanes rivales, los cuatro compañeros se hacen mayores y empiezan a surgir los conflictos.
Es entendible que, al conseguir la presencia de John Malkovich, la película se haya rodado en inglés, para aprovechar su tirón y asegurar distribución internacional. Al fin y al cabo nadie hablaba latín en Ben-hur. Aun así, no es muy defendible que la historia apenas haga hincapié en los elementos que la hacen original y simplemente busque la parte personal. Se agradece, eso sí, la sobriedad y la ausencia de escenas que busquen el impacto o la lágrima fácil, aunque no se escapa de algunas escenas con filosofía de mercadillo y diálogos de serie Z.
De lo poco que se puede destacar de Educación siberiana es la fotografía, con algunas composiciones interesantes, y darnos a conocer la historia de los Urka, una comunidad totalmente desconocida por estas latitudes.
Otro punto fuerte de la película es enseñarnos que, como en el alcohol, mezclar demasiado en el cine no es bueno, pues pese a un material interesante la película se acaba convirtiendo en un thriller de amistad bastante caótico y clichés on the rocks.
Trailer de Educación siberiana
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Caótico thriller que se hace el hara-kiri embolicando en exceso su metraje hasta acabar por perder la conexión con el espectador.