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Crítica de Ego (Hatching)

Hace apenas un año, el festival de Sitges otorgaba, tras su aplaudido/controvertido paso por Cannes, el máximo galardón del certamen a la película islandesa Lamb. En ella, la presencia de un ser atípico condicionaba la forma de una familia, por lo demás, bastante típica. Y en concreto, afectaba la vida de un personaje, el de Noomi Rapace, quien veía en dicha presencia inesperada la posibilidad de encontrar su felicidad. O al menos, alivio vital. Bastante parecido es el caso de Ego (Hatching). Se presenta al año siguiente en el mismo festival, una película esta vez de Finlandia, y en la que quien se ve afectada por una presencia inesperada, esta vez, es una niña (Siiri Solalinna). En concreto, la hija de un núcleo familiar en apariencia ordinario.

Todo, de hecho, pinta perfecto: casoplón, progenitores guapos y pudientes, prole sana y deportista… la niña en cuestión, de hecho, participa en competiciones de gimnasia para las que su madre la prepara muy a consciencia. ¿Quizás demasiado? Tardan poco en descubrirse las vergüenzas de tanta felicidad aparente. La protagonista no lo pasa tan bien como cabría esperar, la comunicación en casa está en las antípodas de lo funcional, y es justamente por esto que, cuando hace acto de presencia el elemento extraño, encuentra alivio. Da arranque así una propuesta abiertamente de género, pero a la que apenas le interesa asustar al personal. Y es que su responsable, una debutante Hanna Bergholm, está más interesada en usar el elemento «terrorífico» como excusa, para poner en evidencia problemas sociales y personales que están a la orden del día.

Así, si en el caso de Lamb la diana estaba en el sentimiento y el papel de la mujer como madre, en este caso el foco está en la presión que reciben los menores. Que sus padres busquen lo que creen mejor para ellos sin siquiera preguntarles, puede incurrir en frustración, ansiedad… y a la postre, en la generación de un monstruo puro y duro, en definitiva, que por ejemplo pueda acabar ejerciendo bullying en el cole, sin ir más lejos. Bergholm juega con estas dinámicas tóxicas en casa, con la gestación de algo viciado en un núcleo tan aparentemente casto y perfecto, usando literalmente el huevo de un pájaro rescatado por la niña protagonista. Un huevo… raruno.

Si Ego sale airosa de todo ello, es porque acierta en el tono que le imprime a tan evidente metáfora. Alterna drama con terror, pero también con dosis de humor bastante negro, resultando en un conjunto bien balanceado que respira lo suficiente para que sus mensajes no caigan en saco roto, y a la vez no se pasa de frenada en señalar con el dedo al espectador. Un espectador a quien no toma por tonto: Bergholm parece plenamente consciente de lo burdo de su punto de partida, y así nos lo quiere hacer saber en algunas escenas voluntariamente retorcidas, en clara contraposición a el resto de la propuesta, contenida y formalmente exquisita.

En lo que queda todo, pues, es en una película con mucho más contenido de lo que cabía imaginar, en la que como ocurriera con Lamb, se nos pide que demos un primer salto de fe y aceptemos lo que se nos cuenta. Realizado el salto, quedan por delante poco menos de noventa minutos que se van tornando más y más oscuros, sin que apenas nos demos cuenta de ello, hasta culminar en un mensaje tan implacable como necesario. Y es que pese a su apariencia de chuminada para los amantes del cine de terror, Ego es una película que debería llegar a un público mucho más generalista. Habrá que seguirle la pista a Hanna Brgholm; buena carta de presentación la suya.

Trailer de Ego

Ego: el origen del mal
  • Carlos Giacomelli
3.5

Por qué ver Ego

Disfrazada de cine de terror para frikis, esta propuesta finlandesa nos pide que aceptemos una situación estrambótica primero, para dar forma luego a un mensaje profundo y necesario que va mucho más allá. Hay mucha tela que cortar en Hatching, mejor drama social que cine de sustos.

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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