Crítica de Egon Schiele. La muerte y la doncella
Desde luego se agradece que un biopic más, ahora sobre Egon Schiele, cuente con los suficientes alicientes como para convertirse en una película atractiva en vez de conformarse con ser otro rutinario ejercicio de repetición. En un mundo en el que suelen triunfar las fórmulas y los refritos (léase La teoría del todo, léase La chica danesa), Egon Schiele. La muerte y la doncella monta con gracia su metraje, para saltar de los últimos días del joven y malogrado pintor, a sus inicios como artista. Pero sobre todo, embriaga por la vista: sorprende la exquisita factura que se gasta una película injustamente olvidada y relegada al ostracismo (por fin se recupera, a finales de 2018, un estreno austriaco… de 2016). Su fotografía, puesta en escena y ambientación son protagonistas activas habida cuenta del paso del tiempo entre escena y escena (se abarcan unos diez años de historia pre-bélica); responden a la perfección a tales exigencias formales ya sea en exteriores como en interiores (atención al Prater vienés).
Por tan esplendoroso marco pulula un film que indaga en la psique de Schiele desde su relación con las mujeres (varias, constantes), y desde su visión sobre el arte, claro. Una visión siempre puesta en tela de juicio, más incluso que la de tutores suyos como Klimt, y desde todos los bandos. Hay juicios de por medio, mujeres celosas las unas de las otras, modelos demasiado jóvenes, y quienes muestran reparos ante su desnudez en un cuadro.
El problema es que quizá interesen más los temas que se insinúan que los que se tratan abiertamente. Que Egon Schiele fuese un mujeriego, albergara o no sentimientos correspondidos por sus víctimas, y eso influyera en su obra y su personalidad… no pasa de la curiosidad. Que estuviera (quizá) secretamente enamorado de su hermana, o se excediera más de lo debido con sus modelos menores (algo que se usa únicamente para contar con un hilo argumental, no para indagar en el personaje), hubiera dado para un retrato mucho más controvertido del artista, como lo fueron sus obras. Ahí será cuestión de que nosotros mismos saquemos nuestras propias conclusiones, que la película, en estos fregaos no se va a meter.
Falta de ganas de remover arenas demasiado oscuras, quizá. Decisión lícita, pero que le resta enteros a un Egon Schiele. La muerte y la doncella que no altera, pero sí entretiene. Que no llega a emocionar, pero tampoco pierde el interés del espectador debido a su ritmo liviano y a su excelsa puesta en escena. Elementos suficientes como para situarla entre las destacadas dentro del subgénero de las biografías.
Traielr de Egon Schiele. La muerte y la doncella
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un biopic inocuo pero ágil. Consigue captar el interés del espectador por una puesta en escena brillante y un argumento presentado con cierta frescura.