Crítica de El capital humano (Il capitale umano)
Un crimen, ningún culpable. A la manera de Rashōmon (Akira Kurosawa, 1950) la película se estructura según los puntos de vista de tres personajes implicados en la historia: el primero es Dino (Fabrizio Bentivoglio), un personaje un tanto histriónico, representante de la clase trabajadora, cuya aspiración es alcanzar la clase alta a través de la especulación financiera. Para llegar a ese objetivo no le importará embargar la casa que comparte con su mujer, embarazada de gemelos, y su hija adolescente, o invertir dinero prestado bajo engaño. En el dibujo de este fresco crítico de la sociedad italiana (y, en general, de un mundo occidental en crisis económica y moral) Dino encarna la imagen de la corrupción que ha extendido sus raíces hasta los bajos fondos, que ni tan siquiera es ya un vicio propio de los que lo tienen todo sino que se ha convertido en la única forma de canalizar la ambición. Con Dino transcurre la primera de las tres partes del metraje y, aunque acabemos al borde del histerismo, consigue mantener el interés: queremos ver cómo se estrella, queremos ser testimonios de ese desastre inminente, pues desgraciadamente sabemos que, al final, los ricos continúan siendo ricos y los pobres, desgraciados. Siempre.
La segunda es Carla, un personaje fácilmente reconocible: la mujer-de, la ama de casa rica que se aburre y no sabe qué hacer con su dinero. Aquí destaca sobremanera la presencia de la actriz Valeria Bruni-Tedeschi: dota a Carla de una personalidad única que evita que el personaje resulte demasiado estereotipado. Carla es, en el fondo, el espejo de muchos de nosotros, representa el fracaso de la voluntad, ella posee el ojo suficientemente crítico como para darse cuenta de la falta de escrúpulos del mundo en el que vive, pero es incapaz de hacer nada para cambiarlo, ni siquiera para alejarse de él. El intento de recuperar un teatro abandonado de la ciudad representa muy bien ese último aliento de intención, podríamos decir, revolucionaria.
La tercera es Serena (Matilde Gioli), la hija de Dino y novia del hijo de Carla. La elección de este tercer personaje resulta un poco desafortunada pues no constituye el exacto contrapunto de nada (los dos extremos, supuestamente opuestos, que configuran las dos familias ya han sido representados por un miembro de cada una de ellas) y tampoco puede aportar una perspectiva completamente nueva al punto de encuentro de las tres historias. Simplemente funciona como puente hacia el que de veras es el tercer personaje: Luca, el joven marginado y artista del colegio. Además, el director patina un poco en el tratamiento de la adolescencia, echando excesiva mano de los tópicos y construyendo unos personajes juveniles que rozan la caricatura, hecho que le resta interés al último capítulo de la película.
El cruce de las tres historias sostiene un elemento de suspense. En el ir y venir de los personajes, de manera secundaria a todas las tramas, un ciclista resulta muerto, pero no sabemos por cuál de ellos. Este punto es el que da título a la película y el que la dota de otra dimensión crítica, preguntándose acerca de la consideración que merece una vida humana cuando una compañía aseguradora es capaz de ponerle un precio calculado a partir de una fórmula llamada El capital humano. Desde el punto de vista del suspense, el misterio es descubierto de una forma poco catártica, pues el desvelo es prematuro y no del todo dotado de elementos que fomenten la expectativa.
Virzì posee, desde luego, el don de encontrar y dirigir magníficos actores que hacen que la película y los diálogos fluyan con ligereza. Brillan los protagonistas como también lo hacen los acertados secundarios (destacando a Fabrizio Gifuni , el banquero, y a Valeria Golino, la psicóloga carismática). El guion, basado en una novela del estadounidense Stephen Amidon, posee un argumento sólido y arriesga con la estructura, pero flojea en sus últimos giros, pecando de cierto maniqueísmo final (el artista incomprendido es bueno, los banqueros son malos). El resultado es un drama con tintes de film noir con un poderoso discurso de crítica social que lamentamos que los guionistas no evitaran que se les escurriera de las manos en sus últimos coletazos.
6/10
La queria ver desde hace tiempo,pero la verdad es que pensaba que el argumento iba a ser mas interesante. Le echare un ojo igualmente
contigo. Creía que iba a ser otra cosa. Pero ganas, ahí siguen, que Virzì suele molar
Saludos a los dos!
Sí. La verdad es que yo también me esperaba más. Pero aún así, sigue siendo una película muy digna.