Crítica de El culo del mundo

El culo del mundo

Allá por la cancelación del último de sus programas, al bueno de Andreu Buenafuente le entró una más que comprensible crisis personal y profesional, via crucis de varios meses hasta el estreno de su siguiente (e inminentemente cancelado) late night En el aire. Para encontrarse a sí mismo y poderse renovar como humorista, emprendió un viaje a la vez literal (se fue a Argentina para encontrarse con un espectador argentino que le escribió una entrañable carta, y ya de paso quedar con Carlos Peisojovich) y en sentido figurado, que es lo que promovió el nacimiento de este El culo del mundo que hace las veces de documental/diario personal de autoayuda para el de El terrat. O debería. Y es que aunque de buenas a primeras eso pueda parecer, la película tarda poco en convertirse en un vehículo para la canonización del presentador, un una burda sesión de onanismo para que el espectador recuerde lo fundamental de su presencia en la televisión, las infinitas bondades de su condición de artista, y le dé el empuje de audiencia que necesita. Porque entonar un mea culpa, reconocer que lleva diez años como poco repitiendo una fórmula agotada tiempo ha, iba a ser demasiado para un ego de cuyas dimensiones habla el propio Corbacho (otro que tal), sin querer, en alguna de sus declaraciones para el film. Y todo tendría un pase, Dios (¿Andreu?) me libre de criticar documentales centrados en el ensalzamiento de esta o aquella figura, pero dirigiendo y escribiendo el propio Buenafuente, lo siento, la cosa se pasa de castaño oscuro.

Hasta la última coma de El culo del mundo va en una dirección tan clara que asusta. Todo está pensado para resaltar la figura del de Reus en todos los sentidos. A través de entrevistas insultantemente preparadas a consciencia, descubrimos al Andreu jefe ideal, al padre como no hay otro, al amigo infinito y sacrificado. Un santo, un Dios, y además un erudito: ahí está, dejando patentes sus dotes como pintor y dibujante, habilidoso con la música y siempre brillante en sus chascarrillos, ya sea ante un entrevistado (ese improvisado encuentro con Segura) o plantificándose delante de su cámara-diario. Normal que así cualquier otro profesional del medio se incline ante él: El Gran Wyoming, Leo Bassi, Santiago Segura… nadie, no son nadie. Es tal el afán por epatar, que Buenafuente se saca de la chistera una reinvención de Mi vida sin mí con la propia Isabel Coixet dirigiendo (es un decir) y el presentador junto a Carlos Areces reinterpretando uno de los momentos más trágicos del film. ¿Objetivo? En teoría demostrar lo difícil que es para un cómico no hacer reír cuando se le adjudica la etiqueta. En la práctica, una más, la enésima demostración de la condición camaleónica del presentador. Triste: con todo, se trata de los mejores minutos del film por la presencia, obviamente, de ese todoterreno llamado Areces.

Ni que decir tiene que la puntilla la asesta el envoltorio. Si la esencia ya resulta irritante per se, trate el lector de imaginar la cosa: música ñoña de piano sonando de fondo de manera prácticamente continuada, voces en off melancólicas, el escenario del Terrat de Sant Just Desvern desierto un mes después de la cancelación del programa, e imágenes de Buenafuente con la mirada perdida, cariacontecido. Buscando una sonrisa que recupera cuando está con su familia, claro. Inaudito.

El culo del mundo podía haber resultado una propuesta sumamente interesante. La caída a los infiernos de uno de los personajes más trascendentales de la historia de la televisión catalana/española reciente, al que se le intuía lo suficientemente inteligente, o curtido en materia, como para saber lo que realmente necesitaba el producto: una mirada sincera a su personaje, la entonación de un mea culpa en condiciones, la redefinición profunda (vale, quizá sin llegar a los niveles de I’m Still Here) de su carrera… la súplica, incluso, de redención. O bien, podría haber significado un lúcido estudio de la actualidad cómica nacional, protagonista principal de las veladas televisivas. No. En vez de eso un narcisista, egocéntrico, endiosado y encantadísimo de conocerte protagonistilla en horas bajas se ha pegado el gusto de realizar su panegírico, con un par. Porque a eso suena: ¿ya no me queréis? Pues me despido con la última gran broma. Un muy pesada broma.
2/10

 

Y en el DVD…
Cameo distribuye esta película, lanzándola prácticamente a la vez en cines, plataformas digitales y edición doméstica (esta llegará el 23 de abril). Esta última tiene las formas de un DVD sencillo, con una ficha del equipo y las estrellas invitadas, y un tráiler como único contenido extra. Ahora bien, la calidad de audio y vídeo es perfecta para el producto original, que tampoco requiere las florituras de un Blu-Ray. La imagen respeta el efecto instagram que parece pesar sobre cada fotograma, el audio se presenta en un 5.1 que presta una correctísima atención a los diálogos, y completan la edición subtítulos incrustados cuando se habla en catalán.

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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