Crítica de El día del ajuste, de Chuck Palahniuk (Random House)
Un ejercicio que creía fútil ha acabado siendo remedio para un revés inesperado: aprovechando una oferta por Internet, me hice con el montaje del director de la novela debut de Chuck Palahniuk (esa Invisible Monsters Remix de la que hablábamos hace poco), que leí justo antes de ponerme con la última, incluida en dicha oferta. Este El día del ajuste que demuestra lo lejos que está la primera versión del autor con la actual. Si bien la escribiera después, la primera publicación del autor fue El club de la lucha, que en seguida le asignó la categoría de autor provocador. Provocación que seguiría buscando en cada una de sus novelas siguientes durante los 25 años que siguieron, hasta llegar a la que ahora nos ocupa. Aquí, la provocación vuelve a focalizarse en un personaje, suerte de mesías revolucionario como Durden, pero que ha llegado mucho más allá en su misión: una nueva Biblia ha salido de sus palabras, llevando a un cambio sociopolítico brutal en los Estados (ahora) Desunidos.
Y es que El día del ajuste es una distopía cercana, que remite a 1984 y Un mundo feliz, pero también a El hombre del castillo: América está dividida en Gaysia, Blacktopia y Caucasia, todos los poderes y valores sobre los que se regía la sociedad han sido subvertidos o hechos añicos, en pos de una revolución por el bien definitivo (que, claramente, conforme se progresa en la lectura se descubre utópico). El de Palahniuk es un trabajo ambicioso como poco, en el que se describe con pelos y señales esta nueva sociedad por vía de múltiples puntos de vista, localizaciones y puntos en el tiempo. En definitiva, con su acostumbrado estilo fragmentario, inmediato, picado. El que Bret Easton Ellis define como nuevo DeLillo, disfrazándose de Orwell para contarnos una ficción sátira. Qué puede salir mal. Pero es aquí cuando se hace evidente la diferencia entre el primer Palahniuk y el actual. Tan gorda como la que separa al Frank Miller de Batman: el regreso del señor de la noche del de Batman: El contraataque del caballero oscuro. O como al Michael Moore pre-Bowling for Columbine del post. Este segundo símil quizá sea el que mejor sirva para evidenciar la caída en desdicha de un artista cuya etiqueta se lo ha acabado llevando por delante. Y es que la obsesión de El día del ajuste por la provocación es tal, a todos los sentidos, como para acabar anteponiéndose a todo lo demás. Trama incluida.
A lo largo de unas 400 páginas que parecen 4000, Palahniuk busca una pirueta imposible tras otra cada dos o tres páginas: el lector se enfrenta a un mundo nuevo y que le es totalmente ajeno (con incluso un nuevo lenguaje, aunque de manera puntual y por un motivo muy concreto que no revelaré) y se ve obligado a digerirlo e interpretarlo, en apenas un capítulo breve y no precisamente dado a grandes descripciones. Un capítulo en el que se cuentan por lo menos un nuevo high concept y/o un nuevo giro de acontecimientos. Pero no hay tiempo de desarrollarlo, toca saltar a otro punto en el tiempo y lugar, con nuevos personajes, que a saber dónde los había dejado la última vez que supo de ellos, capítulos atrás. Y sin estar totalmente seguro de la línea temporal. Es agotador llegar al final de este libro y pretender extraer de él no digo una trama con figuras reconocibles, sino al menos un pequeño hilo conductor más allá de las obsesiones de Palahniuk por seguir describiendo cosas que, al cabo de poco, ni nos van ni nos vienen.
Así pues, estamos ante una sátira con momentos de humor y feroces críticas sociales, de personajes grotescos y situaciones esperpénticas. Con el estilo saltarín de siempre (y cuya voluntad ya se veía a la perfección en el ya citado y reseñado debut del escritor). Las ideas, todas ellas brillantes. Pero todo ello son elementos independientes cuya cohesión brilla por su casi total ausencia. Es tal la manía de Palahniuk por dar con el más difícil todavía, por retar al lector y sacarlo de su zona de confort… que acaba haciendo de su novela (porque es lo que pretende ser aunque no lo parezca, ojo) un puzzle de piezas demasiado pequeñitas y del que sólo nos monta el marco y gracias. Un catálogo de sketches distópicos geniales pero, en conjunto, intrascendentes y aburridos. Una sacada de chorra que ha salido torcida, vaya.
El día del ajuste: distopías soporíferas
Por qué leer (o no) El día del ajuste
Chuck Palahniuk busca el más difícil todavía con una novela distópica que tiene tanto de El club de la lucha como de 1984, con un brochazo de sátira que no deja títere con cabeza. Y ya se sabe que quien mucho abarca…