Crítica de El extraño (The Stranger)
Apúntese a fuego el nombre de Thomas M. Wright, director y guionista de esta El extraño. Por lo que reza su perfil en redes, el cineasta apenas había estrenado una película antes, que de tan minúscula probablemente ni siquiera haya salido de su país de origen, Australia. Y sin embargo, su segundo título llega a Netflix tras su paso por festivales como el de Cannes o Sitges, y cuenta con un reparto exquisito compuesto por Joel Edgerton y Sean Harris. Salto hacia delante de gigante, en definitiva, y con motivo: ya podemos ir ubicándolo en los escalafones más altos del thriller, por esferas próximas a Dennis Lehane y Michael Mann. Y es que vaya burrada se ha sacado de la chistera.
La lástima es que El extraño no sea perfecta: en su bloque central la intensidad se reduce algo más de lo deseado, coincidiendo con un guion que se encalla con cuestiones algo repetitivas. Dicha falta de contundencia impide que se la pueda tildar de obra mestra del género. Por lo demás, lo tiene todo. De su argumento, cuanto menos se sepa, mejor: dejémoslo en que un tipo absolutamente anónimo (Harris) se ve metido casi sin quererlo, en una banda de malosos. En ella, entabla especial amistad con su compañero principal (Edgerton), y a través de la misma, el público empieza a conocerlo mejor, y descubriendo cosas que no acaban de cuadrar y que abren la puerta a un pasado más turbulento de lo que dice. Todo lo que se diga después no es que sea caer en el spoiler, que también. Es que desvía la atención hacia la trama, como si fuera el plato principal de un thriller cuyos tiros, en verdad, van en otra dirección.
Porque lo que le interesa a Wright es la relación. Quiere que poco a poco vayamos empatizando con estos dos personajes y nos vayamos creyendo su evolución conjunta, al tiempo que la oscuridad vaya alargando su sombra. Conforme progresa El extraño, va cortando más y más la respiración aunque en apariencia esté dando motivos para generar lo contrario: es hasta bonito ver a estos dos «amigotes», y sin embargo, sólo hay que ver el mundillo por el que se mueven, amén de los secretos que parecen ocultar. Da la sensación de que nos estamos abocando a un precipicio cada vez más vertiginoso y la película juega con ello, llegando a dar auténticas piruetas para seguir labrando ese recorrido paralelo pero a la vez opuesto.
Como decía, llega un punto en que todo se pasa un poco de frenada: justo cuando la película se centra en el entramado puro, cuando desvela ciertos giros y los exprime hasta la última gota, sólo consigue generar interés por mera curiosidad: nos apabulla por el tinglado montado alrededor del tándem, y del extraño del título en particular, pero a su vez alivia la tensión ya que llegados a ese momento, no le queda mucho que desarrollar en lo que a la relación se refiere. Es el puente entre el segundo, y un tercer acto donde las pulsaciones vuelven a dispararse.
En un último truco maestro, El extraño logra asestarnos la estocada definitiva, obligándonos a replantearnos lo que hemos visto y vivido hasta entonces desde una nueva perspectiva, para luego empujarnos al precipicio. Por delante, veinte minutos de caída libre. Una excelente y pesadillesca cuenta atrás, o estrechamiento de cerco según quiera decirse, que confirma definitivamente lo que decíamos al principio: que habrá que seguir a Wright muy de cerca. Cierto es que recibe la ayuda de un reparto estelar; que la fotografía de Sam Chiplin y la música de Oliver Coates son aliados de lujo para jugar a su antojo con nuestra percepción y nuestro estado anímico. Pero por encima de todo ello, brilla con luz propia un guion exquisito y una realización sólida, de pulso envidiable, y perfecta en lo que se propone.
No, no es una película redonda. Pero El extraño es de esas películas que dejan huella. Y eso es lo que, a la postre, hace grandes a los thrillers.
Trailer de El extraño
El extraño: amistades peligrosas
Por qué ver El extraño (The Stranger)
Sobrio y soberbio thriller que corta la respiración durante buena parte de la película, obligándonos a tener sentimientos netamente encontrados entre los personajes que vemos en pantalla y lo que vamos sabiendo de ellos.