el hijo de saul critica

Crítica de El hijo de Saúl

Saludado en Cannes como uno de los debuts más potentes de los últimos años, El hijo de Saúl demuestra que la experiencia no es requisito imprescindible para abordar un tema espinoso. Que un newbie puede acercarse al Holocausto y al horror de los campos de concentración y salir airoso de la empresa si lo hace mediante un uso consciente de sus herramientas expresivas. A través de un posicionamiento consecuente y una opción autoral sólida y responsable. Y no se trata (sólo) de esquivar la demagogia superflua y el melodrama maniqueo del que más o menos recientemente han hecho gala varios títulos que prefiero ni siquiera tener que recordar. No, también conviene todo lo contrario: esquivar una solemnidad teatral que pudiera terminar produciendo el efecto opuesto, trivializar la tragedia y convertir la historia en mera representación genérica. Pero la táctica del realizador húngaro László Nemes es distinta: apelar al horror sin recurrir a la espectacularización, y hablar del conflicto a partir de un cuento moral que sirve como puro relato simbólico: el de un preso en Auschwitz que ha retrasado (probablemente no mucho) su propia muerte colaborando, forzosamente o no, con los asesinos como integrante de un sonderkommando. Retirando los cadáveres de sus propios congéneres o ayudando en las tareas de exterminio. Un muerto en vida que ha tenido que asumir que tras el despojo de su propio sistema ético sólo le queda la mera supervivencia.

El hijo de Saúl se mueve en ese plano de moralidad que impregna la historia y se extiende a la narración y la puesta en escena. Con intención de no caer en la frivolización Nemes maximiza la expresividad de ciertos recursos para poder obviar otros. Nunca muestra abiertamente, pero puede permitírselo, seguro de que el espectador sabe exactamente lo que está ocurriendo fuera de plano. Mediante el uso del formato cuadrado el realizador escamotea los detalles visuales y confía la narración al espacio en off. A lo que está en ese contraplano nunca mostrado y a lo que gran parte de las veces queda simplemente representado con el sonido, una desasosegante amalgama auditiva de gritos, quejidos y chirridos. En la misma dirección expresiva, el uso casi constante del desenfoque, en virtud del cual la mayor parte del tiempo sólo vemos a los protagonistas en primer plano, contribuye a crear un mundo de pesadilla palpable y asfixiante donde las personas humanas están literalmente solas, insertadas sobre lo que se intuye una montaña de cuerpos, una cámara de gas o un crematorio. Todo ello expuesto con una frialdad brutal y aturdidora, privada de una banda sonora que incurriera en innecesarios subrayados emotivos. En su mezcla de desgarro emocional, sentimiento de impotencia y distanciamiento representativo de la deshumanización El hijo de Saúl podría alinearse sin rubor con Noche y niebla. Con Shoah.

Porque como comentaba es esta una película moralmente compleja, retadora, muy delicada en cuanto a las consideraciones morales que desprenden los actos de su protagonista. Un hombre hierático, a punto de la ruptura total, que debe encontrar una especie de salvoconducto ético, un último reducto de la humanidad de la que ha sido privado para, cuanto menos, tener un objetivo final. Y con eso El hijo de Saúl se convierte en el más desesperado relato sobre la condición humana, una nueva llamada de atención sobre la intolerable posibilidad del olvido; un drama con visos de thriller sobre la dignidad, la humillación y las vías de escape hacia adelante que, por todo lo que implica, termina convertido en una experiencia devastadora. Llena de momentos de una crudeza insoportable pero, al mismo tiempo, necesaria y paradigmática de lo que debería ser semejante aproximación al conflicto: una historia que no haga concesiones pero que tampoco resulte hinchada; que no nos escupa a la cara pero nos hable de tú a tú. Que tome decisiones éticas y se mantenga con ellas hasta el final. Que hable de la responsabilidad (la de los que lo vivieron y la de los que debemos recordarlo) haciendo uso de lo que es en si mismo un poderosísimo acto de responsabilidad creativa. Imprescindible a varios niveles.

 

Trailer de El hijo de Saúl

 

 

Valoración de La Casa
  • Xavi Roldan
  • Carlos Giacomelli
4.8

En pocas palabras

Una película que se torna imprescindible porque ante todo evita que nos olvidemos del lamentable pasado que nos precede. Tan dura como necesaria.

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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