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Crítica de El menú

El estreno de El menú es un caramelo envenado. A su producción está Gary Sánchez Productions, o lo que es lo mismo, el equipo McKay – Ferrell. Responsable del mejor manjar televisivo del momento: Succession. Como lo es Marc Mylod, que además de contarse entre sus productores, dirige varios episodios de la serie. Más condimentos: resulta que la cosa va de sátira social bañada en humor negro, tan sólo desviando el objetivo unos centímetros: ahora no se apunta a las familias más pudientes de EEUU, sino a los restaurantes de mil millones de estrellas Michelín (tanto a quienes los regentan, como a quienes acuden a ellos). Añadiendo, pues, un matiz de sabor más: imposible no pensar en The Square, aquella sátira sobre el arte moderno y las altas esferas sociales que nos trajo Ruben Östlund. Como imposible es no pensar en los aromas de las últimas propuestas de Adam McKay, perpetrador de los azotes cinematográficos más recientes y con menos miramientos a la sociedad (americana y no sólo). Resultado de semejante mezcla de ingredientes, claro, unas expectativas que pueden chocar de cara con el resultado final de una propuesta que tiene algo, mucho de todo ello; pero que opta por derroteros fuera de carta, igualmente válidos, pero que se le pueden atragantar a más de uno.

A saber si fue durante el proceso creativo, a la hora de montar, o si ya partía con estos objetivos de entrada: el caso es que El menú toma la sana decisión de rebajar el tono crítico en pos del puro entretenimiento. Y lo hace cuando debe: su mensaje es válido y tiene toda la cabida del mundo, pero también es de mecha tan corta que, de hecho, queda expuesto en su totalidad en su planteamiento. Sus guionistas (Seth Reiss y Will Tracy, que han participado uno y/u otro en cosas como The Onion, el programa de John Oliver o, sí, Succession) parecen plenamente conscientes de ello y, manteniendo un tono de humor negro en todo momento, van dejando atrás la crítica y la sátira en pos del thriller, con formulaciones propias del terror. Se adelantan así a los deseos del espectador, y le ofrecen un juego no demasiado alejado de Saw: la gracia está en saber qué razones tiene el Jigsaw de turno, en este caso el cocinero interpretado por Ralph Fiennes (un Ferran Adrià aún más exclusivo) por meter a unos y a otros en su particular juego. Sólo que no hay pruebas sangrientas ni gore a borbotones, sino… eso: gente que se sienta a una mesa a que le sirvan manjares alucinantes… y alucinados.

Mark Milod es el primero que acepta este cambio en las reglas del juego, y acaba componiendo una película que se mueve entre lo esteta, lo aséptico y lo delicioso, literalmente: no es posible ver esta película con el estómago vacío, de tan bonita y de tan suculentos platos que pululan por pantalla. Sí, pero también acaba siendo, de alguna manera, una suerte de reflejo culinario del Midsommar de Ari Laster: un grupo de víctimas (comensales), acuden a un lugar remoto (el restaurante en medio de una isla desierta) para asistir a un rito extremo (la degustación del menú más exquisito que jamás ha existido). En el meollo, una outisder: Florence Pough en la malsana festividad veraniega de Laster, Anya Taylor-Joy en el festín de Mylod; en ambos casos, únicas representantes empáticos del espectador. Y es que lo mejor de El menú, justamente, reside en ver a esta persona totalmente normal y alejada de la parafernalia ricachona que la rodea, tratando de adaptarse y de entender qué es lo que tan loca vuelve a esta gente, y en última instancia salir sana y salva. Como Pugh en Midsommar.

La opción de una comedia más aventuresca que discursiva, que poco a poco se va decantando hacia el survival endorfínico en detrimento del mensaje crítico chichudo, es lo que se le puede indigestar al público que andase esperando más. De la misma manera que no saciará a quienes anden buscando una película de terror. Pese a su coqueteo con el génerp, resulta que la apuesta culinaria se hace efectivamente deliciosa; y pese a sus amagos críticos, no busca la ofensa constante de, pongamos, No mires arriba. Aquí se viene a disfrutar, después de todo, y por ello Mylod apuesta una película-divertimento de aquellas que, tomadas por lo que realmente son, se traducen en una satisfacción plena. Claro, alimenta poco, pero, ¿cuándo has ido alguna vez a un restaurante de estos de lujo, sin acabar con ganas dezamparte un bol de cereales al llegar a casa? No por eso te gusta menos lo que comes, ¿no?

Trailer de El menú

El menú: qué festín
  • Carlos Giacomelli
3.5

Por qué ver El menú

Comedia negra con aroma a crítica social, que sin embargo deja de señalar con el dedo a la mínima que puede, para instalarse en un mucho más gratificante thriller que a lo mejor no alimenta lo que se le presuponía, pero sacia igualmente en su condición de entretenimiento total.

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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