Crítica de Élite (Primera temporada)
La segunda producción original de Netflix en España llega rodeada de buenas críticas y con una meta clara: arrasar entre el público joven. Las encinas, el instituto más prestigioso del país, ve cómo su férrea rutina se ve alterada por la llegada de tres nuevos estudiantes becados. Comienzan ocho episodios de romances, luchas de clases, competitividad y crímenes. Uno de los estudiantes ha sido asesinado y nos tocará ir descubriendo cómo se ha llegado a este macabro final.
Mucha gente se ha apresurado en colocar la etiqueta de “placer culpable” a Élite cuando en realidad la serie tiene mucho de placer y poco de culpable. Es de alabar lo consciente que es de sus limitaciones y de sus puntos fuertes. Ser una serie de temática adolescente le permite jugar en sus tramas más rocambolescas e inverosímiles, pero a la vez toma la conciencia de tratar temas atrevidos de forma muy directa. Es una verdadera sorpresa descubrir cómo tabús como el VIH, las relaciones abiertas o las confrontaciones entre religión y sexualidad tienen desarrollos muy respetuosos.
Desde su gestación, Élite ha sabido que iba a ser consumida en Netflix y eso ha ayudado a que su estructuración funcione dentro de la mentalidad maratoneadora de la plataforma. Los episodios tienen arcos propios pero siempre terminan con un gancho para desear devorar el siguiente. La duración también agradece que no sea emitida en televisión en abierto, pero pese a todo también cae en repeticiones y redundancias. Chupito cada vez que un personaje chantajea a otro con revelar su secreto. Chupito doble si el otro personaje re-chantajea porque conoce secretos de su extorsionador.
El insultantemente atractivo cast de Élite está repleto de rostros «nuevos» para el espectador, entre los que destaca la incorporación de tres actores de la exitosa La casa de papel: Miguel Herrán, Jaime Lorente y María Pedraza sirven de cebo para que el público internacional se acerque a esta serie. Ramón Salazar (La enfermedad del domingo) y Dani de la Orden (Barcelona, noche de verano) se encargan de una dirección muy lustrosa y consiguen sacar partido de unos intérpretes con poca experiencia. El producto final es fácilmente importable y Netflix se frota las manos con ello.
Al final Élite innova poco en dinámicas pero es hija de su tiempo y no se avergüenza de ser quien es. Las tramas sentimentales le comen el terreno a la criminal pero su resolución apunta a una, casi segura, segunda temporada mucho más pasada de rosca. Una serie disfrutona, a veces, es lo que el espectador necesita.
Trailer de Élite, de Netflix
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Quién nos iba a decir que un mix de Gossip Girl + Crueles intenciones + Por trece razones iba a ser nuestra nueva obsesión. Serie adolescente muy consciente y disfrutable.