Crítica de Escondidos en Brujas
Leyendo la sinopsis, sobre dos asesinos que se ven obligados a fugarse tras una operación que se tuerce, y tratándose de una producción europea a medio camino entre Inglaterra y Bélgica, muchos podrían creer que nos encontramos ante un sucedáneo de Guy Ritchie y compañía, pues su trama podría ser perfectamente aplicable a un spin off de «Snatch. Cerdos y Diamantes».
Sin embargo, «Escondidos en Brujas» rehuye de esa aproximación, convirtiéndose en un film casi radicalmente opuesto a la que protagonizaran Brad Pitt y Jason Statham, y por tanto alejada de esa explosiva ola de videocliperos montajes, gángsters, disparos y espías.
Porque pese a contar con los mismos esquemas tanto a nivel argumental como de personajes, el director y guionista Martin McDonagh decide dotar a su ópera prima de un estilo sobrio e íntimo, a base de elegantes planos montados a ritmo sosegado, dejando que el espectador pueda apreciar cada fotograma sin necesidad de ser acosado por música atronadora o adrenalínicos empachos visuales. Eso se debe a que «Escondidos en Brujas» es sobretodo una oda a la ciudad que le da el nombre, que se muestra no solo como un personaje más, sino como el protagonista absoluto del film. Al igual que los actores, la fabulosa ciudad va evolucionando en un sinfín de matices que van desde la maravilla a la pesadilla, siguiendo el orden dramático de los acontecimientos y siendo juez de los mismos en más de una ocasión.
Acontecimientos con los que el director monta un juego de engaños, ya que en los primeros compases de la película apenas da alguna pista sobre el verdadero argumento del film (que se destapará solo a partir de la media hora larga), dotando al guión de un humor cínico y refinado, mediante las situaciones en las que dos aparentes turistas se ven envueltos. Se trata de dos personajes de personalidades completamente opuestas, de las que solo sabemos que están en Brujas por algún tipo de obligación. Mientras uno desea aprovechar el tiempo visitando los parajes de la ciudad, el otro, más joven e impetuoso, no quiere ni oír hablar de la misma, y desprecia cada rincón. Queda claro que algo esconden, pero desde luego nadie puede esperar que dicho secreto se revele como un suceso terrible que es, una vez revelado, el que marca el punto de inflexión de la película, dejando el sarcástico humor de la primera mitad en segundo plano (no desaparece en ningún momento) en favor de un aroma dramático que se incrementa con la misma velocidad con que se entrelazan situaciones en muchos casos desesperadas para los protagonistas.
Jugando pues con el drama y la comedia, «Escondidos en Brujas» recorre un atípico camino de manera ligera e interesante, dejando que el espectador tenga tiempo para sonreír en ocasiones (atentos al apocalíptico discurso de Jimmy, un actor enano obsesionado con una futura guerra entre blancos y negros(1)…) y pasarlo mal en otras, como si de una película de los Coen se tratara, por solo citar una de las muchas referencias que pueden percibirse a lo largo de todo el metraje. Así hasta culminar en un arriesgado y apoteósico final que supone con toda probabilidad uno de los mejores momentos de la película, en que la vorágine de acontecimientos en los que se enfrasca el guión desemboca en un inevitable enfrentamiento que no desvelaremos aquí, de gran parecido al mejor Tarantino.
Y aunque bien cierto es que en ocasiones parece perder un poco el norte, dando la sensación de no saber muy bien qué derroteros seguir, sensación que se hace más palpable debido a la dificultad de saber a qué público va dirigida, es en esas ocasiones cuando brillan con luz propia tanto el trío protagonista como sus secundarios, perfectos todos ellos hasta el punto de lograr que la película nunca acabe de perder el interés de un guión en ocasiones algo irregular. De todos ellos, sorprende Colin Farrell, que demuestra que puede valer como actor serio (algo que ya se entrevió en su colaboración con Woody Allen en la infravalorada «El Sueño de Casandra«) plantando cara a sus descomunales compañeros, como siempre perfectos y disfrutando con sus personajes (en especial en cuanto a Ralph Fiennes se refiere).
Con todo, «Escondidos en Brujas» es una mezcla de cines y géneros que se destapa como una propuesta fresca y atrevida. Su conjunción entre comedia y drama es acertadísima debido a la inteligencia del guión (de un Martin McDonagh al que habrá que seguir muy de cerca), y al pletórico estado de sus intérpretes. Pero sobretodo, lo que demuestra esta película es que aún es posible creer en el buen cine, ese que se construye en torno al guión y la interpretación (y no viceversa).
Sin ser espectacular, es sin duda muy, muy recomendable.
7,5/10
(1) interpretado por Jordan Prentice, quien dio vida a Howard el Pato y, entre otras, a la bolsa de marihuana gigante de «Dos Colgaos muy Fumaos»…
Parece realmente interesante. Me la apunto. Saludos.
espero leer tus opiniones sobre ella en breves!