Crítica de Esto es la guerra
A priori podía parecer que Esto es la guerra era la solución para todos los problemas de esas parejas polarizadas que deben jugarse a los chinos sus destinos cada vez que salen al cine: él quiere la última de Vin Diesel. Ella una donde al final el amor termina triunfando por encima de todas las cosas. Es un tópico, lo sé, pero en 2012 la Tierra sigue girando en esa dirección, y en muchos casos la regla se cumple. Así que esto debería dar carpetazo de una vez por todas con los clásicos packs en DVD «San Valentín para ellas» (surtido de Julia Roberts) y «San Valentín para ellos» (lo mismo pero con Van Damme). Insito: existe.
Pero el problema es irreconciliable y la solución imposible. O por lo menos poco salomónica. Esto es la guerra, sí, pero el amor mueve el mundo, ya se sabe, así que el último producto de McG (habría que ver cuáles son los requisitos mínimos para que algo empiece a llamarse «película») al final termina despreciando cualquier glorificación del actioneer para resultar en una comedia romántica de mal pronóstico y peor resultado. Con un par de bofetones, sí. Pero comedia romántica al fin y al cabo.
O cuidado: quizá es el sexo lo que mueve al mundo y en el fondo estamos ante un espectáculo gonadero de machoalfismo galopante e ítems sexuales de bajo perfil: todos guapos, todos potentes; todo fibra / todo carne. Todo cuerpo cavernoso entre las piernas y también, por cierto, entre las orejas.
Y eso que la premisa inicial no pintaba del todo despreciable: un par de agentes secretos compañeros de agencia y BFF inseparables descubren que están enamorados de la misma mujer y ambos acaban zurrándose. Pero lo que empieza como una buddy movie a lo Arma letal (o sea, de libro de instrucciones) no tarda en convertirse en una suerte de tirayafloja entre ambos lerdos jamesbondianos y deriva finalmente en una especie de romcom con ética y estética poligonera (afinidad tombolera, filosofía del amor de autochoque). Así que no, ni por ahí cumple: entretener al respetable parecía no entrar en las prioridades de un proyecto que fuerza más el cute que el awesome! Más la comedia tontuna que la pura descarga de adrenalina, resultando uno de los ejercicios de romanticismo más inquietantes de la temporada, un auténtico inventario del repelús amoroso y la arcada audiovisual. Al fin y al cabo, haciendo recuento (trío de canis, competición viril, anhelo de la fémina-trofeo, exhibición de las cualidades machotiles) Esto es la guerra no es sino un episodio alargado de un show de ligoteo de aquellos que patentaron los tipos de MTV y consagraron para el extrarradio los ejecutivos de las cadenas privadas de este país.
Pero pedirle más a McG, hombre al volante, habría sido negligente. En permanente competencia con Michael Bay por ser el realizador más hillbilly del panorama actual, McG parece no saber desenvolverse en las escasas secuencias de acción, resultando –más allá de un bien ejecutado plano secuencia- preocupantemente torpe, con escasa visión de conjunto escénica y nula pericia en el montaje. Y la evidencia: el realizador de Dos policías rebeldes habría dirigido mejor todo este sidral, con su convicción de acero y su autoestima de trailer de ocho ejes.
Y es que todo es timorato en Esto es la guerra. Todo es un pseudo-pseudo-algo, todo pretende rellenar la papeleta para engatusar a alguien (no se sabe muy bien quién: ¿cuál es el target objetivo?).
Absolutamente falta de despendole, de despeine y desfase, amuermada y melindrosa, en Esto es la guerra todo pretende pasar por desparpajo, por homenaje al cine de acción de vieja escuela. Pero ni el director, ni Reese Witherspoon –sospechosamente cómoda-, ni un hipertrofiado Tom Hardy, ni el traje de Chris Pine parecen darse cuenta de que no es lo mismo una película atemporal o un ejercicio de homenaje que una película pasada de moda, un producto que se ha tropezado en algún momento en el curso de la Historia del cine para quedarse ahí, repitiendo una y otra y otra vez la misma mierda sobre «los tíos», «las tías», los colegas para siempre y la babosidad del amor verdadero como Hollywood siempre nos lo logró vender.
Del mismo modo que se resiste a darse cuenta de que al final con quién se quede la chica debería ser un debate estéril, siendo la respuesta «con los dos a la vez y en el mismo baño turco». Ella lo agradecería, pero sobre todo ellos dos podrían descargar la mayoría de las tensiones que los atenazan durante todo el metraje.
Criminal, decepciona aunque la expectativa sea cero.
2’5/10
con el cartel casi que se adivina la nota… ay lo que teneis que sufrir a veces los criticos maremia!! xD
Sí, oye, lo que hacemos por amor al arte…
No, espera, esto no es arte…
Entonces ¿por qué demonios veo yo estas cosas?
Ah, sí, masoquismo, eso era, masoquismo
(bueno, e intención de informar)