Crítica de Extraterrestre

Allá por el 2003 ya empezó a sonar con relativa insistencia el nombre de Nacho Vigalondo debido a que su opera prima, el (genial) corto titulado 7:35 de la mañana, se coló entre los nominados al Oscar en su correspondiente categoría. Fue una de esas raras ocasiones en que, al menos entre cinéfilos empedernidos, casi se hablaba más de una producción de ocho minutos que de la otra gran protagonista del año, ese Mar adentro de quien ya nadie se acuerda pese a obtener el galardón a la mejor película extranjera. La cuestión, estaba claro, es que se había depositado la primera semilla. Pero tuvieron que pasar tres años desde entonces, para poder ver su debut de Vigalondo en largometrajes, un Los cronocrímenes que sorprendió de nuevo hasta que se empezaron a atar cabos. «Ah, ¿pero este es el mismo de aquel corto? Normal, ese corto era muy bueno». Normal hasta cierto punto, pero sí, al final va a ser cierto eso de que donde hay talento hay talento, puesto que su segunda película ha vuelto a pillar desprevenido al personal. Aunque aquí la cosa también se haya debido a un cambio de discurso, puesto que en verdad, Extraterrestre es una comedia romántica que aunque arranque con la aparición de naves espaciales en los cielos, no tarda en desvelar que esta es la historia de un chico y una chica. Y el novio de esta. Y el vecino. Y… bueno, que sí, que es una comedia romántica. Pero alto, no se vayan todavía. ¿He dicho ya que el vecino es Carlos Areces? ¿Y que el novio es Raúl Cimas? Sigan leyendo, que la película se las trae.

Desde luego, esta no va a ser la primera vez que un cineasta (en este caso, director y guionista) quiera dar gato por liebre y sacarse de la manga una premisa fantacientífica que, luego, sirva como marco en el que encuadrar un género totalmente distinto. Aunque por supuesto, con ese escenario de fondo se interactúe constantemente, que si no no tendría gracia. Del mismo modo que Von Trier coloca un planeta a punto de impactar contra la Tierra para hablar de dos hermanas en Melancolía, Vigalondo coloca naves en el cielo para hablar de un chico (Julián Villagrán) que despierta en una cama extraña y con una chica (Michelle Jenner) de la que no se acuerda. Y las condiciones que se dan en el exterior son las que los fuerzan a convivir más horas de lo deseado, compartiendo situaciones peliagudas, miedos comunes, y otros sentimientos mutuos (de la misma manera que el Melancolía influía en la vida de las dos chicas). O sea, lo que decíamos: una comedia romántica en toda regla.

Y como tal, pues, habrá que valorarla. Suerte que según los cánones que dicta este género, Extraterrestre funcione divinamente. La situación en la que se meten sus dos personajes principales es arquetípica, igual que la previsible evolución de su relación y los numerosos líos en que se ven metidos. Pero dos factores salen al rescate y triunfan en su misión. El primero, lógico, es que en la mayoría de ocasiones se acaben metidos en problemas por culpa de la presencia alienígena, protagonista paciente (o así) que afecta muy especialmente el comportamiento del novio de ella, y justifica alguno de los pasajes más descacharrantes del film. El segundo, que el guión, además de contar con mayor profundidad de la que a primera vista aparenta, es ágil, dinámico, se detiene lo justo en los clichés del género y le otorga mayor relevancia a gags que sabe que van a salir bien, como efectivamente acaba desmotrándose. Claro que para eso juega con ventaja. A la pregunta ¿Cómo sabes si una comedia funcionará? La respuesta del cine español debería ser unánime: en función de la cantidad de escenas con actores de La hora chanante de que disponga el metraje.

De un tiempo a esta parte, la cinematografía de la península ibérica ha asistido (ya era hora) a una revolución cómica marcada por una nueva hornada de actores, entre cuyos principales abanderados están los muchachos, y en Extraterrestre no sólo se cuenta con dos de ellos, sino que uno de ellos es el todopoderoso Carlos Areces. Una vez más, el actor que siempre hace lo mismo pero siempre lo hace distinto y cada vez mejor, se convierte en lo más destacado de la película. Cada una de sus apariciones es oro, y cuando va a juntarse con su compañero de fatigas, Raúl Cimas, el colofón es total.

De este modo, a Extraterrestre se le podrían recriminar ciertos aspectos relacionados a la relativa falta de originalidad de alguno de sus pasajes, y a Vigalondo una aparente relajación (normal, por otro lado) en relación a su excelente debut. Pero al final, lo que importa es que durante (casi) todo su visionado, las risas son constantes, y su buen rollo incuestionable. La facilidad con que las cosas se salen de madre acaban dejando situaciones para el recuerdo (esas pelotas de tennis que harían las delicias de E.T., la animalización de Cimas…) y gags que, a buen seguro, acabarán siendo repetidos una y otra vez en conversaciones entre amigos. De manera que escóndase el hacha de guerra, que ahora no viene a cuento, dispóngase a disfrutar de una buena comedia romántica con aliens, y prepárese el ánimo para poco más de hora y media de buen y sano humor, de la mano de un Nacho Vigalondo que (a su manera) lo ha vuelto a conseguir.

7/10

En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. Aquí estamos más de acuerdo que con Emergo. Extraterrestre me pareció una película fantástica, divertida, surrealista y única. Y, desde luego (y es el único punto en el que discrepo contigo), no considero que se le pueda echar en cara la falta de originalidad en algunos de sus pasajes. Joder, que a veces parece que si cada minuto no constituye un descubrimiento cinematográfico nunca antes explorado no nos quedamos contentos.

    Es una suerte contar con un autor tan especial como Vigalondo. Siente auténtico amor por el género, pero a la vez tiene una visión cachonda, desenfadada, entrañable y absolutamente especial que convierte sus películas en auténticas rarezas que rebosan, además de inteligencia, mala leche y profundo cariño a partes iguales.

    Es una pena no poder explicar algunos de los puntos más fuertes de la película sin destripar el argumento, pero esta vez me uno a ti para recomendar a todo el mundo que vaya al cine a soprenderse y a reirse con ganas. Saldrán más contentos que al entrar.

  2. ey, ojo, que digo "podrían recriminar". Yo no lo hago. Que podría ser mejor si todo en ella fuese original e inesperado etc? Seguro que sí, pero de eso no va la cosa. Aquí se vienne a disfrutar. Y aquí se disfruta. Prueba superada y con creces. Como dices, una pena no poder desvelar ciertas cosas de antología humorística.
    Y bueno, espero que, al menos, después de esta crítica haya quedado claro que lo mío con Emergo no es una cruzada contra el cine español ni nada por el estilo!
    Saludos desde Sitges…

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