Crítica de Falcon y el Soldado de Invierno (Piloto)
Casi sin concedernos un mínimo respiro tras la finale abierta de Bruja Escarlata y Visión Disney nos dispara a la cara su siguiente producto superheroico, su nuevo escalón en este Universo Cinematográfico Marvel que ahora se ha hecho extensivo a la mediana pantalla. No ha habido tiempo de reposo, ni casi de recuperar el aliento, pero es que esto va así, en modo bulldozer imparable que arrambla con lo que puede. De entrada, con las convenciones más o menos establecidas de lo que hasta ahora era, desde un punto de vista de producción, el estándar televisivo. ¿Creíamos haberlo visto todo en escenas de acción? Ahí está la secuencia de presentación de este Falcon y el Soldado de Invierno para recordarnos que sí, Disney va a lo bestia y que sus set pieces más espectaculares remitirán a sus hermanas cinematográficas más que a sus precedentes catódicos.
Afortunadamente, estoy siendo un tanto impreciso. La serie armada por el showrunner Malcolm Spellman no empieza con esa escena. Sino con algo casi opuesto: una plancha. Y un Sam Wilson, alter ego de Falcon, que pone a punto su traje civil con cierta pesadumbre, el atuendo que va a utilizar en el memorial de cierto amigo desaparecido. Es un detalle que insinúa un par de cosas de entrada: uno, que a pesar de las desmedidas ambiciones espectacularizantes en el plan de Marvel siempre hay un espacio para una cierta reflexión, sencilla y simple pero necesaria. Para las miradas sosegadas hacia ciertas ramificaciones morales y las consecuencias de los actos superheroicos. Y dos, que Falcon y el Soldado de Invierno va a ser, o eso deja entrever el piloto, una serie sobre personajes.
Y ello es lo más relevante de este primer acto, de hecho, poco saturado de acción. Que plantea a dos protagonistas que ya conocemos y se atreve a dotarlos de una mayor profundidad. Social en el caso del Halcón y psicológica en el de Bucky Barnes, Soldado de Invierno. Por lo pronto sus caminos siguen paralelos, y sabemos por pura experiencia y lógica comercial que en cuanto se crucen emprenderán juntos la senda de la buddy movie, probablemente desmadrada, quizá más sobria, con toda seguridad electrizante. Pero de momento impera una cierta frialdad radiográfica (también un cierto mecanicismo) a la hora de plantear los elementos básicos.
La sorpresa, pues, está en el tono. Pero quizá no tanto en el scope al que, intuimos, aspirarán sus responsables. Al fin y al cabo, la serie probablemente cumplirá con la cuota esperable de acción, despachará los cliffhangers necesarios (el de este piloto, un poco pocho, la verdad), hará avanzar el plan creativo global de Marvel, echará mano de algunos personajes cercanos al universo Capitán América/Vengadores (Sharon Carter, Zemo, Rhodes) y contará con una trama de alcance internacional. Todo ello en un planteamiento formal moderadamente impersonal pero innegablemente efectivo, por lo menos en el piloto. En otras palabras, intuimos que será un producto cien por cien Marvel, en la línea de acción urbana de Capitán América: Civil War, que actuará como contrapunto a la anomalía WandaVision.
En resumidas cuentas, estamos ante un inicio valiente por el interés que muestra en su componente humano, pero convencional en todo lo demás. Un piloto al que, en realidad, no se le puede reprochar demasiado. Entretenido y correcto en base a unos estándares de producto de consumo masivo bien planteado y acabado, eficaz en todo lo que se propone. Veremos si se queda en esa relativa comodidad del superheroísmo funcional o, además de seguir indagando en las posibilidades de su pareja protagonista, también se atreve a, por qué no, sacudir el avispero político y social para ver qué sale de ahí.
Trailer de Falcon y el Soldado de Invierno
Crítica de Falcon y el Soldado de Invierno
Por qué ver Falcon y el Soldado de Invierno
La máquina Marvel no para. Su nuevo producto para la televisión se centra en dos actores clave en el universo Capitán América para, con la excusa de hacer un retrato profundo de personajes, montar un piloto más o menos correcto… ¿o quizá a la inversa?