Crítica de La fiesta de las salchichas (Sausage Party)
Demasiado picante extra con el perrito
La fiesta de las salchichas se estrena con el recuerdo en el ambiente de South Park y cómo los padres huían escandalizados de los cines al escuchar eso de «eres un cabrón hijoputa», mientras sus retoños aplaudían y reían entre comentarios soeces, flatulencias varias y toda índole de insultos. En este caso, Seth Rogen y su cohorte de colegas de porros (porque está claro que los Brainstormings de ideas las hacen bajo el influjo de las hierbas menos medicinales), nos proponen una película de animación de humor adulto, trufado de cinefilia, ambiente pop, sexo, crítica a la religión y la política, para la cual hay que retroceder a cuando éramos más jóvenes y nos sorprendíamos más fácilmente ante lo soez y facilón. Está claro que no estamos ante esa maravilla que es South Park.
El filme cuenta la historia de los alimentos que habitan en un supermercado, con unas ganas tremendas de que los humanos los saquen de ahí y los lleven a sus casas, pensando que ese es su destino, el Paraíso (clara alusión a la religión). Hasta que un grupo de productos descubren que no es todo tan de color de rosas y que la comida es, ejem, comida, una vez arriban a los hogares.
Con algunos bajones de ritmo y ciertas bromas que no funcionan por repetitivas y porque los chistes de tetas y penes quizá están muy vistos, la película funciona a un nivel primigenio, al contar con personajes muy divertidos (ese chicle…), gags escatológicos acertados, números musicales a lo Disney, dobles sentidos y certeros flechazos sobre las diferencias religiosas y culturales entre los propios alimentos. Y ojito a esa orgía alimenticia final; no volverás a abrir tu nevera con calma.
Trailer de La fiesta de las salchichas (Sausage Party)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Bajones de ritmo y chistes que no siempre funcionan impiden que esta locura alcance la gloria a la que apuntaba. Con todo, entretenimiento asegurado.