Crítica de Frank
Frank, cuarto largometraje del reconocido realizador irlandés Lenny Abrahamson, es una película curiosa en muchos aspectos, pero no lo es menos su punto de partida conceptual: su libreto está acreditado a Jon Ronson, guionista más o menos asentado (es suyo el texto de Los hombres que miraban fijamente a las cabras) con un pasado como periodista y músico. En sus épocas juveniles, Ronson fue contratado como teclista para Frank Sidebottom, líder de una banda de rock experimental de finales de los años 80. En realidad Sidebottom no era más que un personaje creado por el ya fallecido cómico Chris Sievey, que caracterizaba a su alter ego con un perenne cabezón enorme de cartón con sonrisa lobotomizada y ojos de personaje de Silly Symphonies, y guardaba ahí dentro su identidad, manteniéndola en secreto y generando con ello incesantes rumores entre la comunidad más o menos underground de Londres. Alguien había llegado a especular que dentro del cabezudo podía esconderse Midge Ure de Ultrabox. Muchos fantasearon con descubrir su rostro en alguna noche insospechada de guardia baja. Pero no fue hasta más tarde que se terminó deshilachando la leyenda, una leyenda que mientras duró casi absorbió a su artífice, auténtico performer que convertía, entre el chiste, la desgracia y la conciencia artística, a su propio cuerpo en parte indivisible de su obra.
Parte homenaje, parte relato autobiográfico, Frank nace de los artículos periodísticos del propio Ronson para narrar su viaje físico y espiritual, aun trasladado a un contexto actual. Da inicio en plena crisis artística juvenil y estalla en el momento en que pasa a ser parte integrante de la camarilla y a compartir camerino con Frank y el resto de integrantes de la banda: Don, un mánager depresivo y Clara, la mano derecha constantemente al borde de la histeria (y que toca el theremin -sic). El Jon aspirante a músico, hasta el momento influenciado por el pop británico más convencional, entra en contacto con una nueva sensibilidad artística de salvaje visceralidad, colores ácidos y texturas aserradas: los Soronprfbs (sic, de nuevo) de Frank son aplicados alumnos de los Pink Floyd de Syd Barrett, de los Mothers of Invention de Zappa, de Captain Beefheart. Frank es el gurú que, como quien no lo quiere, hace orbitar a su alrededor toda la vida, artística y privada, del grupo: a diferencia de lo que ocurría en la vida real, el cabezón nunca abandona el resto del cuerpo y el rostro humano permanece en secreto, generando entre sus propios allegados un misterio insondable y un clima de constante crisis de identidad. Sin embargo la personalidad del líder está lejos de la de un pope déspota: partidario de la libertad, bipolar apasionado por la vida y la muerte, Frank ejemplifica el genio inestable, despistado y peterpanesco que vive aislado en su propio mundo. Hay algo de sorna en todo esto: la banda se traslada a componer su gran obra al monte y hace suyo ese tópico según el cuál un grupo desaparece de la civilización para reaparecer poco después con su mejor y más libre disco.
No cuesta reconocer en estos Soronprfbs a cualquier banda de pop vanguardista, ni tampoco los comportamientos límite de sus integrantes. La permanente sensación de vida en movimiento, transitando carreteras secundarias y la confusión de los límites entre la vida personal y la profesional están ahí. También la llegada del éxito con un papel fundamental de las redes sociales como altavoz popular y las crisis de integridad generadas por el choque entre lo que quiere hacer el músico y lo que cree que el público va a aceptar. Jon funciona como negativo de Clara: mientras el primero trata de proyectar la banda hacia el mundo exterior e incluso logra un bolo en el festival SXSW, ella traduce sus miedos internos y su incompatibilidad con ese mundo (y probablemente también su amor egoísta por Frank) en una música que no debe hacer concesiones al oyente. Frank es, en fin, no sólo un retrato de los genios y sus excentricidades, de las genialidades y pajaradas del frontman que, en el fondo, sigue siendo una persona frágil, humana y vulnerable, quizá incluso más que el resto. No es sólo eso sino, muy especialmente, una película entorno a la vida y los distintos puntos de vista que pueden adoptarse para observarla y vivirla. Una oda a aquellos que pretenden verlo todo desde otra perspectiva, personal y original aunque no necesariamente placentera.
Abrahamson enfoca todo esto desde un prisma de comedia dramática de factura inequívocamente indie, encuadrada en los modos y temas del cine de corte Sundance. Pero algo distingue a su película del resto de competidoras, y eso es el infinito buen gusto con el que están colocados todos sus elementos, casi sin excepción. En su parte cómica Frank resulta francamente divertida, fresca, irónica, afilada y a ratos real y felizmente absurda. En la dramática, resulta matizada y sensible, a pesar de algún ligero patinazo hacia lo obvio y algún desliz hacia el sentimentalismo. Y en cuanto a la parte formal, el realizador rueda con convicción, solidez y personalidad. Habla de música y se muestra (menos mal) muy inquieto por el apartado sonoro, mimando los pasajes en los que la banda toca o ensaya sus temas, rodando de manera orgánica y con una atmósfera adecuada a la propia música. A ello hay que sumarle un apartado interpretativo de primera línea, liderado por un Michael Fassbender enlatado que es todo voz y expresividad corporal y que condensa en su figura otro de los temas de la película, la distancia entre la enfermedad mental y la enfermedad social. Más una Maggie Gyllenhaal en el límite del histrionismo, un Domhnall Gleeson que modula estupendamente los límites de la compasión y la perplejidad y un Scoot McNiary bien temperado como desengañado depresivo, víctima de si mismo y las presiones sociales. Clase, distinción y convicción en una película de verdad fabulosa.
7’5/10
No podría estar más de acuerdo con tu crítica. He visto la película carente de cualquier idea preconcebida (trailers, críticas, boca a boca de amiguetes) y, a mi forma de ver, es la mejor manera de llevarse bonitas sorpresas como esta.
Me ha encantado la forma tierna-humorística-dramática de definir la creatividad, la frustración y en definitiva el choque brutal que supone la realidad de una red social que quiere a "chinchilla" vs. la introversión de un talento que se alimenta de un equilibrio totalmente desequilibrado.
El momento de la pareja de alemanes con Frank es impagable (y también la versatilidad de Fassbender)
El mensaje de que la parte desequilibrada, por momentos, parece más cuerda que la parte más normal es más que interesante. Reconocimiento vs. autenticidad.
Es como coger una flor y sacarla de su hábitat natural… La flor ya es bella de por sí y es probable que fuera de su entorno no la sepan apreciar por lo que es. Sobre todo en una red social donde toda la evolución del grupo se traduce en un mega-show freak.
Gracias de nuevo por la crítica, la cual comparto absolutamente. Y, si me permites, una preguntilla para los que somos novatos en cuanto a poder "desgranar" con acierto. ¿Cuáles son algunas de las partes que consideras, como has dicho, "patinazos"?
¡Saludos caseros!
¡Ilustre! Cómo mola cuando te da por ahí y dejas caerte…
Oye, completada la crítica con tus afinadas impresiones. Ahí quedan, tío, muy chichudas.
En cuanto a los patinazos, si tengo que serte sincero hace un par de semanas que vi la peli. Eso implica que entre ese momento y hoy puedo haber visto unas ¿treinta? películas más, y como la memoria no me da pa mucho ya, se me hace complicado.
De todos modos, dije que patinaba en algún punto hacia el sentimentalismo (precisamente el de la pareja de alemanes, bien hecho, pero un pelín previsible en su conclusión) y hacia lo obvio (el polvo de Gleeson con Gyllenhaal). Pero nada, minucias.
Lamento no poder ser más específico y entrar en mayor detalle. Sorry…
Qué bien que los clásicos caseros de vez en cuándo nos vayais haciendo visitas por aquí, oye :')
Abrazos muchos
Mea culpa Xavi, la verdad es que el ritmo que lleváis es, como poco, intenso. Y respecto al sentimentalismo, estoy de acuerdo en lo previsible de la pareja, pero siendo honesto, personalmente me encantó. Lo del polvo, toda la razón.
Respecto a las visitas, es un placer, me encanta la cercanía y el buen rollo de vuestras críticas las comparta o no, pero sobre todo, porque me hacen recordar los buenos momentos que pasaba a mis 21 años con mi profe de guión debatiendo sobre series y pelis.
Su peli "FF" (Freak-Fetiche) era "Atrápame esos fantasmas" (Si lee esto me mata jaja).
Oh? Compañero guionista, entonces? Somos colegas de (no) profesión?
Juas, a mí no me desagrada nada "Atrápame esos fantasmas". Es de cuando Peter Jackson estaba en ese momento de transición entre molarlo todo y… bueno, ser lo que es ahora.
Pero vamos, que un placer devolverte a tus 21 ;) Y ya sabes que esto siempre está abierto a debates de cine, series y lo que haga falta (aunque sea en formato offtopic, no problem)
Más saludos, abrazos, todo eso :D
Sí, aunque él era mi profe de guión orientado al cómic en su mayor parte. Siempre me decía lo infravalorada que estaba su profesión (ya sea en el cómic o cine).
+10000 ¡Cuánta razón respecto a lo del señor Jackson! Una verdadera lástima. Y, personalmetnte, a mí también me gustó "Atrápame", pero en el caso de nuestro profe nos hizo mucha gracia.
En un momento donde pensábamos que iba a hablar de Kurosawa o Kubrick se puso a desgranar esta peli. Eso era precisamente lo que le daba un toque muy especial a sus clases (fui con fiebre varias veces).
Gracias de nuevo por la hospitalidad.
¡Abrazacos!