Crítica de Fuera de la ley (Hors La Loi)
Tres hermanos de origen argelino ven cómo, desde críos, su familia es expulsada de su casa y de sus tierras y trasladada a un núcleo urbano, en el que pasan sus años mozos hasta llegar a la edad suficiente para que uno combata en la guerra de Indochina, otro se encuentre recluido en prisión debido a trapicheos de poca monta y otro sea un revoltoso promotor de manifestaciones en favor de la libertad de Argelia. Corren los años 50, y con «Fuera de la ley» su director y guionista Rachid Bouchareb aprovecha para mostrarnos una cara menos típica (en proporción de apariciones en gran pantalla, quiero decir) de la época dorada, componiendo un lienzo que es a la vez retrato social, costumbrista, geográfico, histórico y folclórico. Además de un producto cinematográfico con algo de drama familiar/intimista, de thriller político, de documental y de acción; y de la, ejem, secuela espiritual de su anterior y aclamada “Indigènes”. Todo para contarnos lo que supuso la lucha por la liberación de Argelia (bajo el yugo francés) y la creación del FLN, a lo largo de 130 minutazos y a través de la historia de los tres protagonistas y su inevitable relación con la problemática, con sus correspondientes tensiones sociales y continuos enfrentamientos. Demasiado que abarcar, y caramelo envenenado cuya correcta digestión sólo se antoja posible para bien pocos cineastas; y mucho me temo que Bouchareb y compañía no se cuentan entre ellos.
Y es que salvando mucho (mucho) las distancias, a «Fuera de la ley» le ocurre un poco lo que a «Baarìa«, una de las obras más ambiciosas de Giuseppe Tornatore que justamente se hundía por ser demasiado ambiciosa. Igual que en aquella, aquí se trata de hablar de un tema enorme a modo de acordeón, abarcando y desprendiéndose de dimensiones según convenga centrarse en la sociedad o en algún tema de carácter personal; la diferencia es que aquí el grado implicación con la problemática social es mucho mayor, convirtiéndose en principal quebradero de cabeza para sus protagonistas. Por lo demás, ambas películas comparten una factura técnica impecable, cierto, y momentos de lo más atinados; pero también la importante lacra de no haber sido capaces de definir debidamente a sus personajes, impidiendo que pueda sentirse la más mínima empatía hacia ellos, ni de hilvanar un guión apasionante que haga que el espectador sienta en sus propias carnes la necesidad de un pueblo por su libertad, o entienda y comparta las motivaciones de sus hermanos. En lugar de ello, tan empeñada está la cinta por recrear un retrato lo más completo posible que se estructura de forma excesivamente fraccionada, saltando de lugar a lugar y de año en año, viendo pequeñas pinceladas de uno y otro personajes, de uno y otro momentos históricos, sin acabar de definir hacia dónde focalizar el interés. En conjunto, un producto muy poco amigable que jamás ofrece la posibilidad de acercarse a él.
Es desde esa distancia que se interpone entre público y pantalla, que efectivamente se asiste a una reconstrucción notable (con pasajes como el que implica a la Renault, algún diálogo especialmente atinado, etcétera), pero que evidencia mayor ahínco sus carencias: se pasa de la hora de metraje y aún no ha conseguido que uno sienta el mayor apego por la producción, escuece el abuso de clichés de los que va tirando para dibujar a sus personajes (a los que les sigue faltando justificación) así como la previsibilidad de toda la producción (desde su entramado hasta sus recursos técnicos), y en general la sensación que da es de no necesitar esas dos horas y pico a las que recurre su artífice. Será que en el fondo el espectador es más simple de lo que se cree, pero el caso es que la muestra de esto último la tenemos en que es únicamente cuando todo se va acotando a los personajes, cuando sus historias se lían definitivamente y el drama empieza a olerse, que al fin logra despertar nuestro interés. Claro, para ello tiene que haber algún pasaje de acción pura (escena de tiros incluida), pero al menos así “Fuera de la ley” logra alzar el vuelo y ofrecer un tercer acto providencial, de profesión salvador de muebles.
Aun así, la verdad, si la valoración final de una película resulta de un compendio de sus diferentes aspectos técnico-artísticos sí, “Fuera de la ley” acaba salvándose de ir a septiembre (casi se nos pasa mencionar la notable labor de su reparto); pero si la cosa va de emociones, sensaciones e ilusiones (que al fin y al cabo, eso era lo que vendía el cine en su definición más pura), pequeños chispazos y un tramo final algo menos tedioso que sus 100 minutos previos no deberían bastar para convencer a quien no esté especialmente interesado en la historia del FLN, ni mucho menos obtener una nonimación que la coloque entre las cinco mejores producciones de habla no inglesa del año. La Academia sabrá…
5/10