Crítica de Futbolín (Metegol)
El problema que tienen los pelotazos es que encasillan casi de manera automática. La carrera de Juan José Campanella tras las cámaras está marcada claramente por El hijo de la novia, que le hizo ganar todos los premios del mundo, a la par que colocaba el cine argentino en boca de todos… a la par que convertía a Campanella en, precisamente, el de El hijo de la novia, con todo lo que eso implica de cara a sus propuestas venideras (o previas: por aquí, aprovechando el tirón de la cinta en cuestión, se recuperó en cines El mismo amor, la misma lluvia). Afortunadamente, un nuevo vuelco para su carrera, en forma de Oscar extranjero nada menos, llegaría al cabo de poco y para una cinta radicalmente distinta, como es el thriller El secreto de sus ojos. Justicia anti-encasillamiento para un cineasta que se ha movido por géneros e incluso formatos (suyos son varios episodios de House, por ejemplo) más de lo que se piensa. Por lo tanto, que ahora se haya metido en una producción infantil de animación tridimensional sorprende (¡asusta!) pero hasta cierto punto. Es la confirmación de un espíritu inquieto, deseoso por afrontar retos distintos y ahuyentar así el fantasma de las etiquetas. Otra cosa es que luego logre imprimir o no su personalidad, que sí: y es que en esencia y por muy distintas que sean entre sí, de todas sus propuestas puede decirse que es una película de Campanella. Esta no es la excepción.
Personajes construidos desde las entrañas y movidos por valores más o menos evidentes, momentos que buscan (con cierto descaro, todo hay que decirlo) emocionar a la platea, restos de la historia argentina en las bases del argumento… aquí y allá varias son las pistas de la presencia del director en una película por lo demás marcadamente infantil que, de hecho, echa de menos más chalecos salvavidas que lanzarr al público adulto. Más allá de los detalles recién mentados, y de una apertura (a la postre, la mejor escena del film) descarada que toma por el pito del sereno a una de las películas más fundamentales de la historia del cine, Futbolín empequeñece demasiado rápido sus miras, confundiendo una llamada a filas al espíritu más peterpanesco del espectador con, directamente, a los que aún están en edad de creer en Peter Pan. Infantilizado hasta la médula, el guion se convierte en un rutinario ejercicio de repetición con buenos muy buenos, malos muy malos y clichés para todos los gustos, que reserva francamente pocas sorpresas (el aroma a western, quizá) en un género demasiado afectado por Pixar como para dar ahora un paso atrás y hacer que lo de Up o Toy Story 3 jamás ocurrió. Y así las cosas, es difícil mantener el interés demasiado tiempo. Máxime cuando los teóricos personajes fuertes de la función se antojan desafortunados, siendo graciosillos sin gracia (y por tanto irritantes) o bien personalidades planas encorsetadas en infinidad de lugares comunes. Protagonistas de, para mayor inri, diseño cuestionable, por simplones y demasiado alejados de la credibilidad en cuanto a expresiones que a día de hoy se consigue desde los principales estudios de animación.
Ayuda poco un apartado técnico más que correcto (faltaría más: el esfuerzo es evidente) pero excesivamente supeditado a las órdenes del 3D: objetos saltando en pantalla y desfasados ralentíes son una constante en los momentos más activos, esto es, los partidos de fútbol en que participan bien deportistas, bien esos muñequitos disfrazados de futbolistas que cobran vida cual Pequeños guerreros para ayudar al protagonista a salvar el día. Porque de eso va la cosa, por cierto: dos antiguos enemigos de metegol (futbolín en Argentina) se vuelven a ver las caras años después, cuando el malo reta al bueno a un partido de fútbol real cuyo premio será la conservación del pueblo (o bien la transformación del mismo según las órdenes de un malvado especulador); así, el bueno, que empezaba a tener serios problemas con su obsesión por el metegol, deberá hacer acopio de valor, fuerza, y experiencia futbolística para superarse a sí mismo y demostrar que querer es poder… con ayuda extra, claro, y moraleja tipo De pelo en pecho incluida.
En resumen, si bien toque aplaudir a Campanella por el riesgo, cabe reconocer por contra que la intentona le ha salido tan sólo a medias. Futbolín funciona como entretenimiento para los más pequeños, pero se queda muy, demasiado corta, si se le exige un poquito más. En fin, cosas de la experimentación.
Y en el Blu-Ray…
Universal distribuye por aquí esta coproducción hispanoargentina haciendo alarde de su habitual calidad audiovisual: espectacular empleo del 3D, brutales niveles de detalle, y un contraste y saturación de colores que iluminan la pantalla por todo lo alto. Por su parte, los audios de que dispone el disco son tres: versión original argentina, doblaje español y suramericano; las diferencias entre todas ellas son prácticamente nulas, gozando de una nitidez envidiable y de un buen empleo de los 5.1 altavoces.
Donde palidece el disco es en el apartado de los extras. Normalmente la distribuidora se desmarca por ofrecer infinidad de contenido adicional, que sin embargo aquí se limita a lo siguiente:
- Spots de televisión: 31 segundos.
- Version ampliada 1: un trailer (prácticamente el mismo de la sección anterior) de 17 segundos.
- Version ampliada 2: otra vez el mismo trailer, pero ahora de 22 segundos.
- Canción de Calle 13: 1 minuto y 11 segundos con la canción de los títulos del film, montada con varias escenas del mismo.
- Así se hizo: apenas 3 minutos y 28 insuficientísimos segundos de clip.
- Audiocomentario de Campanella: sin duda lo más destacable.
Trailer de Futbolín (Metegol)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Una película de animación con firma y pedigrí que, sin embargo, se limita a ser un correcto entretenimiento para los más pequeños y poco más. Pelota al palo, y fuera.