Crítica de G.I. Joe

La mejor manera de definir la nueva superproducción de Stephen Sommers es citando al vendedor de cómics favorito de esta Casa: qué película más burra.
Pocas (por no decir ninguna) han sido las propuestas de este verano en que se nos han prometido efectos especiales a cascoporro y al final han mantenido su palabra: en este sentido, John Connor, Wolverine… ni siquiera el bueno de Optimus ha sabido estar a la altura, y tan sólo los amigos de la Enterprise han podido salvar los muebles ofreciendo un espectáculo pirotécnico más o menos a la altura de lo esperado.
Pues vaya por dónde, hete aquí que el director de uno de los mejores entretenimientos de hace unos veranos (me refiero, claro, a «La Momia») regresa con los célebres muñequitos de la Hasbro bajo el brazo y, por fin, nos brinda el blockbuster más honesto de la temporada. ¿Que en «G.I. Joe» no queremos nada más que efectos especiales? Pues eso es, ni más ni menos lo que nos brinda lo nuevo de Sommers, donde las escenas normales pueden contarse con los dedos de una mano.

No se me malinterprete, seguramente nos encontremos ante ante una de las más descabelladas películas de los últimos años, pues todo su entramado es un cúmulo de retos de a ver quién la hace más gorda. No quiero ni pensar en las sustancias bajo las que los ¡¡cinco!! guionistas, entre ideadores y escritores, parieron esta adaptación de muñecos (sic).
Sea como fuere, el argumento gira en torno a unas bombas de micropartículas que, si se liberan, devoran todo lo que encuentran a su paso (qué estará pensando el Klaatu de Keanu Reeves). Esas bombas son el deseo del equipo Cobra, algo así como una superinteligencia terrorista, y no se detendrá hasta conseguirlas para conquistar el mundo y bla bla bla. Tan sólo un ejército como el de los G.I. Joe es capaz de detenerlos, aunque la misión se complica más de la cuenta cuando los sentimientos personales entran en escena…
Tanto por el uso de un McGuffin de estas características, como por los mil y un cachivaches de cada uno de los equipos y las mil y un secuencias de persecuciones, tiroteos en cuarteles ultrasecretos y demás, gran parte del film hace pensar en una secuela a veinte años vista de «Misión Imposible» y/o «007».
Ello hace que lo menos relevante de todo el asunto sea justamente el argumento, por una parte debido a su total previsibilidad, pero por la otra a causa de las disparatadas justificaciones, tales como desternillantes explicaciones científicas o motivaciones de los malosos (la principal debe buscarse en el año 1600, ahí queda eso).
De hecho, lo peor que le puede suceder a «G.I. Joe» es justamente que el público se detenga a pensar en la trama, algo que ocurre cuando la acción da algún que otro respiro dejando al descubierto la ridiculez general de todo el conjunto: patriotismo de pacotilla, heroicidades de tres al cuarto, personajes risibles… ¿he comentado ya lo memo que resulta el tema de las bombas?

Afortunadamente todo ello queda en segundo plano ya que como decíamos al principio, rara es la vez en que Stephen Sommers levanta el pie del acelerador en sus 118 minutos de agotador videojuego pirotécnico. Espectaculares escenas de acción se suceden prácticamente sin tregua, haciendo uso de las ideas más alocadas y los efectos especiales de (pen)última generación, en una película que reniega de montajes a lo Greengrass o Bay para mostrar todo su esplendor. Y sin duda, ello se agradece especialmente en los veinte minutos de persecución por las calles de París, uno de los momentos más gloriosos del cine de acción de los últimos años cuyas extravagancias provocan tanto risotadas como preguntas del estilo ‘¿Pero qué puñetas es esto?’, acabando invariablemente en lo que debería ser una gran ovación con la destrucción de la Torre Eiffel como colofón final.

Como es de prever, tanta adrenalina provoca un sinfín de altibajos emocionales que van calando el ritmo de «G.I. Joe», pero mostrando más inteligencia de lo esperado, la película va sucediendo en escenarios radicalmente diferentes. Comenzado en el desierto, pasando por las ciudades y concluyendo en el agua, dicha variabilidad hace que la atención no acabe de decaer nunca, y logra llevar a un clímax tan largo como espectacular que a un servidor le ha parecido claro homenaje a la saga de «La Guerra de las Galaxias» (incluyendo peleas con sables, enemigos en plan Darth Vader, persecuciones de naves y más que ahora mismo no puede ser revelado).

Por lo demás, poco que añadir: ni la música brilla por su originalidad, ni los actores logran dejar recuerdo alguno -salvo las generosas curvas de Sienna Miller y Rachel Nichols, o el desarrollado tórax del odioso Marlon Wayans-. De hecho, ni el cameo obligado de Brendan Fraser logra traspasar la frontera de ‘anda, el de «La Momia»‘, y al final lo único que se saca en claro es que la disfunción verbal de Dennis Quaid sigue empeorando.

Dejando problemas interpretativos a parte, todo ello hace que, aun con reparos, el visionado de la prometida segunda parte no se descarte por completo, augurando más de lo mismo: un espectáculo tan vacío e irrelevante como sumamente disfrutable si acompañado de palomitas gigantes y bebidas bien frías.

Quién podía imaginar que la chorrada más grande del verano iba a convertirse en uno de sus mejores entretenimientos (aunque esto haya que decirlo con la boca pequeña, que no queda bien reconocerlo).
6,5/10

En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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Comentarios

  1. Nada, lo encontré por casualidad en otro blog y, dado que compartimos nombre, me pasé a saludarlo. ;)

  2. nada, lo que ya me esperaba… efectos especiales y nada mas…

    En realidad, cuando la vi anunciada en el cine me dio un ataque de risa… ¿que será lo proximo? ¿una sobre los madelman? ja ja ja ja

  3. Capitán, pues nada, saludado queda usted también, y más que bienvenido. Pásese por aquí siempre que lo desee!

    Akeru, sí, pero es que, al menos, ésta sí es "efectos especiales y nada más", que es más de lo que se puede decir de sus hermanas mayores, léase Transformers etc… sobre los Madelman, no te extrañe! aunque veo más cercana una adaptación de Action Man ("el héroe más grande todos los tiempos") XD

  4. pues comparto tu opinion, me parece que esta cinta ofrece efectos y más efectos y solo efectos…
    he publicado la critica en mi blog, ojala le den una checada, al la critica y al blog
    cine-siempre.blogspot.com

  5. UDB, bienvenido al blog! Ya veo que a ti tampoco te acabaron de convencer tantos efectos especiales, o por lo menos no lograron maquillarte tanto las sensaciones de película mala, según leo en tu blog. Yo lo que pasa es que ya me esperaba algo así. De hecho, me esperaba algo mucho peor de lo visto hasta ahora (Terminator, TRansformers, Lobezno…) y la verdad es que, consciente todo el mundo de ello, al final ha resultado ser la menos mala.
    Así que bienvenida sea!

    Saludos, desde Barcelona

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