Crítica de God Help the Girl
Son caprichosos, tan suyos en sus rumbos, tan tercos en sus rachas.
Y tú vas caminando, abrigo en tu espalda. Son dos ojos cansados, tristeza infinita…
La Buena Vida, Los vientos
God Help the Girl y su melomanía galopante dejan pocas dudas ya desde un principio: se inicia con una conversación que cita a Nick Drake e Ian Curtis por parte de dos locutores de radio que más tarde hablarán de John Cale o de los Pastels; y a poco que uno conozca al director de la cinta, el músico escocés Stuart Murdoch, probablemente intuirá la textura de God Help the Girl. Es más, si uno está pendiente del pop más o menos indie venido de tierras anglosajonas, podrá hacerse una idea aproximada también de su contenido, sus referentes, y su temperatura emocional: al fin y al cabo el carismático líder de Belle and Sebastian puso en marcha hace un lustro una banda paralela llamada justamente así, God Help the Girl, responsables de un LP y un EP y ahora proyecto transmedia que tiene en esta película su provisional culminación. Así que en ese sentido a quien esto firma la cosa no le ha pillado por sorpresa. De hecho Murdoch siempre ha conferido a sus álbumes con Belle and Sebastian un aire muy cinemático, a medio camino entre la nouvelle vague y el free cinema con granadas referencias explícitas al noveno arte (la maravillosa Like Dylan in the Movies moldeó los sueños de muchos de nosotros durante la adolescencia).
Más aún, este musical romántico de marcado aroma generacional y tacto aterciopelado apela a Belle and Sebastian en todo momento, más allá de en lo musical: también en su estética nostálgica que recuerda a aquellas portadas monocromas, en su búsqueda de la libertad juvenil que guiña a Tony Richardson y en ese toque chic que evoca el espíritu de Eustache y las formas de Truffaut. Como en Jules et Jim, hay triángulo y una suerte de joie de vivre. Y como en los musicales de Demy –Los paraguas de Cherburgo, Las señoritas de Rochefort– una especie de alegría melancólica, reflejo directo del tono que busca Murdoch. Hay poco lugar para la duda en diálogos simples pero meridianos como «-La vida es trágica / -Pero buena», casi versos de una melodía de pop sincero y transparente. Y de hecho, es en apartado musical donde brilla de verdad la película, donde la propuesta trasciende sus propias limitaciones. Puesto que las canciones son propias, Murdoch logra sinergias entre su capacidad compositiva y el cariño que siente por sus personajes; y hay que decir que en las distancias cortas su pop de cámara sigue funcionando a las mil maravillas con su mezcla perfecta entre el pop classy de Bacharach, el folk de dormitorio de Nick Drake y la exuberancia melódica de Love. A poco que el espectador tenga un corazón no demasiado calloso, los números musicales logran con creces alcanzar las emociones a las que aspiran.Como musical, en otras palabras, God Help the Girl se muestra sólida y es más sustanciosa que la reciente y muy meliflua Amanece en Edimburgo. Como comedia dramática o como drama romántico sin embargo acusa ciertas carencias. Y a pesar de que no es la primera relación directa de Murdoch con el cine (ahí está la banda sonora de Cosas que no se olvidan, que dio lugar al disco Storytelling) sí se le nota cierta ingenuidad, no tanto tras la cámara -la realización es sólida- como en la articulación de los elementos de un mundo que es menos personal de lo que se cree y que en varias ocasiones roza el cliché.
Para lo bueno y para lo malo, God Help the Girl es lo que se espera que sea, pero no desarrolla más allá de lo conocido sus propios planteamientos. A pesar de que (afortunadamente) parte de una sensibilidad bastante distinta -obviamente mucho más europea- de la de compañeras de generación como The Kings of Summer, El camino de vuelta o Las ventajas de ser un marginado, no logra despegarse del tópico, o de la referencia trillada: ahí está de nuevo la desgastada alusión a Banda Aparte. Sus personajes están un tanto estereotipados: la adolescente autodestructiva, el nerd feúcho con sensibilidad artística, la pija con sentimientos, el guaperas francés; su carcasa indie resulta dulce y entrañable, pero nada novedosa -no falta la batería de planos rodados en «Super 8»- y las piezas musicales están rodadas de manera impersonal.
Así God Help the Girl queda convertida en una muy agradable película de iniciación que trata con convicción temas relacionados con la vida del músico, el talento y la inspiración, la relación del creador con su obra, o de, simplemente, vivir la música convirtiendo la vida en una sucesión de canciones significativas. Todo ello encuadrado en una historia claramente enfocada a un público joven con inquietudes artie y que como extra logra hacer olvidar la deriva artística en la que parecía sumido Murdoch a juzgar por sus últimos discos. Desde luego los fans del músico adorarán la película como expansión del imaginario temático y estético de Belle and Sebastian y God Help the Girl-la banda. Sí, todo ello es cierto, pero no es menos cierto que, a veces, la imperfección comporta riesgo y el riesgo trae una satisfacción más difícil pero más duradera. Buenas cosas mal dispuestas, como decían La Buena Vida: Lo malo de la vida suele ser lo mejor, pues te hace sentir como un patán. Lo bueno de la risa suele ser que al final nadie quiere reír, sólo pueden llorar. En God Help the Girl, al final, todos ríen.
Trailer de God Help the Girl
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Agradable película que satisfará exactamente al público al que apunta. Quien quiera algo más de riesgo, quien por cine indie entienda otra cosa, se quedará a medias.