Crítica de Godzilla (Japón bajo el terror del monstruo)
Pese a que de su estreno han pasado ya más de cincuenta años, y que el cine de monstruos ha sido siempre uno de los más fructíferos tanto en América como fuera de ella, cuesta mucho encontrar una película que mejore lo que ofrece esta auténtica obra de arte (recursos técnicos a parte).
No descubro la pólvora cuando digo que «Japón bajo el Terror del Monstruo» (que así se llamó cuando llegó a España por primera vez) va mucho más allá de la simple cinta de acción y destrucción, siendo en verdad una crítica a la brutalidad de las armas nucleares. Lo que destaca es la manera en que Hishirô Honda ha trasladado ese discurso a la pantalla.
De todos es sabida la meticulosidad nipona a la hora de hilvanar sus películas. Es una forma de hacer cine completamente diferente a la occidental, más parsimoniosa y calculada. Y el caso de «Godzilla» no iba a ser una excepción. Así, la película se va descubriendo poco a poco, mostrando sus cartas una a una y sin precipitación. Se abre con un par de barcos siendo atacados misteriosa y repentinamente, y los espectadores no vemos nada más que eso, navíos estallando, sin que nadie sepa explicar lo que está ocurriendo. En seguida, el guión se abre paso a base de numerosas investigaciones, debates y discusiones, que sirven para ir presentando a los personajes principales. Poco después, el monstruo hace su aparición, pero lo hace de soslayo, adentrándose un par de metros en la costa para luego volver al océano acto seguido.
Lo que deja a su paso son pistas en forma de pisadas, daños materiales y sobretodo radiactividad, que serán analizadas por toda clase de eruditos. Queda clara pues la intención de hacer de esta película algo más que una mera película de acción, y de hecho sorprende el empeño con que ha sido cuidada la parte más científica, por mucho que muchas de sus explicaciones y justificaciones puedan resultar ridículas a día de hoy.
Resulta interesante de todos modos comparar esta situación con la que seguramente debió vivirse tan solo nueve años antes de su estreno, cuando el ejército americano cambió la historia atacando Japón con bombas atómicas. Los ciudadanos debían recibir noticias de la guerra a fogonazos y de manera incompleta, de la misma manera que descubren el hundimiento de los barcos en la película que aquí comentamos. De repente, sin previo aviso ni explicación alguna, esos hombres y mujeres de a pie vieron cómo sus vidas se reducían a cenizas por una barbaridad incomprensible para ellos, que vino y se fue en cuestión de segundos, dejando a su paso cicatrices de imposible cura.
Pero en el caso de «Godzilla», el ataque mencionado no es más que la primera y más suave ola de destrucción a la que el país deberá hacer frente. Buscando alguna manera de acabar con el lagarto gigante, los japoneses no logran sino enfadar a la bestia, y hacer que vuelva a sus andadas, pero esta vez tomando como objetivo ciudades mucho mayores y pobladas que al comienzo.
Así, arranca una despiadada batalla entre el pueblo y la bestia, saldada con un incalculables pérdidas personales y materiales en lo que son unos 20 minutos de auténtico horror, muerte y devastación. Y es que aún ahora, la película sorprende por la crudeza de alguna de sus escenas (la madre de los dos hijos diciéndoles que no se preocupen, que «papá les espera»; el reportero subido a la torre de comunicación, la secuencia en el hospital…), desde luego inusuales en una superproducción comercial, pero totalmente acordes con el tono crítico y desolador con que Honda baña su película: basta con echar un vistazo a las ciudades en llamas, auténticos infiernos, para que el corazón se nos quede en un puño.
Y aún con todo ello, sucede lo mismo que sucedía con «King Kong» (en lo que probablemente sea el único punto en común real entre ambas), extrapolable en el fondo a cualquier otra película del estilo. Poco a poco, el espectador se acaba posicionando del lado del animal, abandonando la percepción metafórica comentada al principio y deseando que no sufra, que todo acabe con algún tipo de reconciliación entre él y la humanidad.
Estaría siendo hipócrita si obviara la parte más cutre del film, esa que tras cincuenta años es la que lo dota de esa ternura especial que desprende el sci-fi añejo. Como no podía ser menos, los efectos especiales son absolutamente desternillantes. Es cierto que están muy cuidados para la época, pero es inevitable soltar alguna que otra carcajada al ver miniaturas de automóviles chocando a cámara rápida, o los míticos ataques de Godzilla a base de escupir vapor (¿helado? ¿nuclear?) por la boca, precedidos por la iluminación de sus aletas dorsales…
Por tanto, «Godzilla» es una de esas películas imperecederas, cuya leyenda está perfectamente justificada por su calidad, aún asombrosa hoy en día. Supone una perfecta mezcla entre acción, terror y crítica, y además cuenta con genialidades como el propio Godzilla en sí, el Oxygen Destroyer, los experimentos con peces, y ese tarantinesco personaje de parche en el ojo. Un último elogio merece la banda sonora, capaz de elevar aún más los sentimientos de desazón que se desprenden entre ataque y ataque. ¿A qué esperas para verla?
9/10
Completamente imprescindible. Saludos.
Completamente imprescindible. Saludos.
A mi me parece que todo el Kaiju Eiga es mediocre y aburrido, realmente ésta es la única que se salva y sin ser nada del otro mundo, eso si, el montaje americano aún la empeora más creo yo.
Pese a la popularidad de filme mítico, me parece bastante mediocre, quitando un par de apuntes de guión.
Saludos!
mediocre? tío, pues yo la sigo viendo como una de las tres mejores películas de monstruos de la historia del cine. La vi el otro día por primera vez y me quedé flipando, en serio! ahora, las demás a saber cómo serán. La semana que viene creo que me toga «The Misterians»… también de Ishirô Honda, eso sí.
Salud!
es que es eso, yo creo que el Kaiju Eiga es mediocre en lineas generales, quitando este filme y alguno más de la saga Godzilla, creo recordar, aunque fue hace mucho tiempo que lo vi, que el que pelea contra Gidorah o Mothra, tampoco estaba mal, pero en realidad me dejan la sensación de productos populistas como es el cine comercial actual, reivindicados por ciertos sectores cuando no merecen dicha reivindicación. Bajo mi punto de vista vamos, espero que el cine de Michael Bay no tenga su revalorización también dentro de 50 años…o espero no verlo entonces, jaja.
Saludos!!
No no, yo me refería al cine de monstruos en general, no solo japonés. Vaya, que mi top 3 está formado por Esta, King Kong, y Tiburón (no sé en qué orden, y aceptando Tiburón como cine de monstruos).
Y en general, no creo que esta en particular sea tan populista, ni mucho menos. Ya te digo, creo que tiene escenas que son de una crudeza remarcable…
y sobre Michael Bay, deberías saber que yo le defiendo, y debería revalorizarse no dentro de 50 años, sino hoy mismo. Que lo sepas! XD
Yo esta versión japonesa de los años 50,no la conozco,la que he visto de Gotzila es una de americana que vi hace unos años,y no es que me complaciese mucho.
Yo también veo a Gotzila como una versión oriental de King Kong,no podía ser de otro modo,como una especie de dragón gigante,algo muy típico del país y lo digo con todo mi respeto,si tengo ocasión de verla ,lo haré,confío en tu criterio.