Crítica de Guardianes de la Galaxia
Ya veremos si la burbuja se pincha en algún momento no demasiado lejano. Pero ahora mismo Marvel Studios parece, de verdad, jodidamente invencible. Los indicios de esta edad de oro marvelita son unos últimos años en los que se han arremolinado un puñado de películas (en coproducción o no) que basculan en resultados de crítica y taquilla entre el notable y el notable alto: Los Vengadores, Iron Man 3, Thor: El mundo oscuro, The Amazing Spider Man 2, Capitán América: El soldado de invierno y X-Men: Días del futuro pasado ponen en evidencia las aturrulladas personalidades de unos productos DC -directa competidora- francamente cuestionables, perdidos en sus propios desequilibrios entre ambiciones y resultados, desprovistos de un plan de ataque sólido que permita convertirlas en esas grandes películas que ellas mismas parecen creer ser. Pero lo cierto es que ni Green Lantern, ni El caballero oscuro: La leyenda renace ni El hombre de acero son dignos rivales para los recientes productos de La Casa de las Ideas y van a seguir manteniendo el stand by creativo por lo menos hasta la llegada de Batman v Superman. Y ya hablaremos entonces. De todos modos, y obviando agravios comparativos, lo que realmente distingue el momento dulce por el que parece estar pasando Marvel es este su más reciente movimiento: en una muestra de chulería notable, han decidido poner toda la carne en el asador con unos personajes semidesconocidos, han montado entorno a ellos un petardazo de ciencia ficción gargantuesca pero bastarda y han entregado la batuta a un tipo criado en el bajo presupuesto de la serie B. Y la cosa ha resultado ser un éxito planetario.
Porque Guardianes de la Galaxia logra ese improbable equilibrio entre lo comercial y lo personal sin perder efectividad ni pegada directa por ninguno de los dos lados. Bajo las hechuras de un blockbuster veraniego arrasa-todo encontramos el juguete personal de un tipo nacido en el seno de un cine casi underground, formado a sí mismo en Troma (nada menos) y que posteriormente encontró un hueco en el patio fandom con Slither y Super, dos acercamientos más o menos tarados, violentos e incomodantes (es decir, divertidos) a dos géneros populares tendentes al desgaste: el terror de invasiones y los superhéroes, respectivamente. En este personaje ha confiado Marvel y el resultado responde a ese equilibrio que comentaba. En su nueva película no falta el despliegue avasallador de efectos especiales, piruetas, explosiones y batallas espaciales, los saltos mortales encadenados en la carpa del circo del CGI. Pero tampoco se echa de menos un mimo casi artesano por las representaciones más inocentes, por lo tradicional, por lo añejo, querencia por aquellas películas que forjaron nuestra infancia en una edad más o menos similar a la que contaba Peter Quill, uno de los protagonistas, cuando -en el segmento que abre la película a modo de prólogo- aprendía a ser un adulto mientras escuchaba en su walkman ese ya célebre Awesome mix #1. Gunn apela a nuestros sentimientos más nostálgicos, nos pone como condición rescatar una vez más nuestros yoes pretéritos y a partir de aquí no hace gozar como críos.
Porque esto tiene, en el fondo, muchísimo más de space opera aventurera que de película de superhéroes. Lo cual supone parte de esa pirueta temeraria que Marvel parece haber ejecutado sin despeinarse. Alejada del pijameo tradicional Guardianes de la Galaxia parece tener como referentes la primera serie de Star Trek, la trilogía original de Star Wars, el folletín pulp de Flash Gordon, la aventura a lo Indiana Jones (la secuencia inmediatamente posterior a los créditos iniciales guiña con descaro a En busca del arca perdida) y, en general, la ciencia ficción (familiar o no: te estoy mirando a ti, John Carpenter) de los años 70 y 80. El realizador hace suyo ese universo popular y lo incorpora a los personajes Marvel, encuadrados en un lienzo cada vez más vasto que tiene sus propias reglas, leyes, divinidades y reyes. Concretamente echa mano de la encarnación moderna de los Guardianes, la que diseñaron hace un lustro y pico Dan Abnett y Andy Lanning (casi nada que ver con los primeros tiempos de Thomas, Drake y Colan, por más que aquí se incluya como bonito homenaje a Yondu) y los pone a funcionar como un clásico grupo de renegados. Unos «cinco del patíbulo» que empezarán a toñas pero terminarán trabajando en una armonía que a nivel de eficacia de guión casi iguala en diseño de interrelaciones a la de Los Vengadores. Quill (aka Star-Lord), Gamora, Drax El Destructor, Mapache Cohete y Groot son el nervio, músculo y corazón de una película tan sobrada de ello que parece poder prescindir de un mullido cerebro.
Da igual que el argumento sea un tanto simple, que los villanos vuelvan a ser algo planos y que el clímax esté a punto de desmoronarse estrepitosamente por culpa de un deus ex machina que clama al cielo. Lo que consigue Gunn es amalgamar todo su arsenal de elementos disparatados usando la argamasa del humor, el descaro y la socarronería. La película está permanentemente recorrida por un tono bruto, macarra, lejos de la asepsia inmaculada de otros títulos Marvel: aquí hay cazarecompensas asquerosos, prisiones espaciales que parecen salidas de un subproducto de los 90, tugurios llenos de cabrones etílicos. Cosas apestosas que conviven en una bestial falta de prejuicios con un roedor que parlotea o un árbol semiantropomórfico que sólo sabe decir, una y otra vez, I am Groot. Pero todo funciona gracias por un lado a ese tono canalla, despendolado y un puntito kamikaze y a su vocación autoparódica y desmitificadora; y por otro al perfecto funcionamiento de esos cinco personajes con carisma interpretados por un reparto estupendo: Chris Pratt cumple como héroe sinvergüenza a medio camino de Han Solo y su propio Andy Dwyer (Parks and Recreation), Zoe Saldana aporta sus dosis de ambigüedad y sensualidad (no, esto no pasa el «test de Bechdel»), Dave Bautista se cachondea de si mismo y las voces de Bradley Cooper y Vin Diesel bañan en humanidad a sus correspondientes criaturas no humanas.
El ritmo, en fin, es imparable, los gags se encadenan sin tregua -y sacrificando con ello la infalibilidad: algunos son decididamente idiotas- y las referencias al Universo Marvel convierten la película en el enésimo delirio para fans, en este caso, para los más avezados en la rama galáctica de la casa: la eterna omnipresencia belicosa de los kree, el perrete Cosmo, el cuerpo de seguridad de Nova, los Celestiales, cierto personaje de la muy chiflada escena post-créditos y, claro, un Thanos que junto a las Gemas del Inifinito se van perfilando como siniestro leit-motiv de la «Fase 3» que dará su inicio justo después de Los Vengadores 2: La era de Ultron. Ojo, no todo es bueno en la película: algunos personajes aparecen desaprovechados o desdibujados (el ejemplo más triste es el de Nebula) y la selección de canciones de la banda sonora, todo temas de radiofórmula hortera de los 70 y los 80, resulta -excepto en alguna excepción- en un espanto que confunde lo popular con el conformismo estúpido. Pero como digo la fuerza del conjunto es capaz de arrollar las imperfecciones para convertirlas en deslices perdonables.
Al margen de la lamentable fuga de cerebros reciente (la marcha de Edgar Wright y Drew Goddard pueden suponer pérdidas desastrosas para las futuras Ant-Man y Daredevil) Marvel tiene las cosas muy claras a la hora de articular su lienzo cinematográfico riguroso-pero-desprejuiciado. Y en esta ocasión prima especialmente ese tono puramente lúdico, infantil en su voluntad de divertirse como si no hubiera un mañana y con ello no dejar poso alguno. Y más allá de la pura satisfacción casi física, realmente no lo deja. Pero sí abre nuevas posibilidades en el Universo Marvel cinematográfico y expande sus horizontes hacia nuevos terrenos expresivos. Y lo que es más importante, supone un ejercicio de sinceridad directa hacia aquellos que cuando pedimos diversión y entretenimiento a mansalva además se nos recompensa con inteligencia, cariño y buen hacer. James Gunn es definitivamente uno de los nuestros y Guardianes de la Galaxia el mejor regalo que podía hacernos.
Valoración de La Casa
En pocas palabras
James Gunn se descubre como el mejor de nuestros amigos: un devorador de cómics, seguro, capaz de plasmar a la perfección el espíritu de los mismos para llevar a la gran pantalla a Groot y compañía.
No veo a Nebula tan desdibujada. Son Thanos y Ronan los desaprovechados.
No, no, cuidao. Creo que tenemos que distinguir el concepto "desdibujado" de "desaprovechado".
A Nebula se le saca provecho, sí, pero su personaje tiene menos profundidad de la que debería. De ahí que diga que está desdibujada. En otras palabras, el personaje es más simple de lo que podría (¿debería?) haber sido.
Thanos en cambio no está desdibujado, puesto que apenas aparece. No tiene protagonismo directo (aunque motive muchas de las acciones de otros personajes), así que no da tiempo a desarrollarlo. El desafío estará en "Los Vengadores 3", cuando el titán sea el auténtico antagonista y tenga que cargar en sus hombros todo el peso cósmico que posee en los cómics.
En el caso de Ronan sí podríamos estar más de acuerdo…
No sé si me he explicado… ;)
Un saludo y gracias por tu comentario!!
Sí sí, bien explicado. A lo que voy es a que no veo la necesidad de ahorrar, de dosificar personajes ilusionantes como Thanos. Habría añadido 15 minutos con más Thanos y más Ronan.
Ya, pero entonces la película se habría ido hasta los 135 minutos… y todos habríamos sido aún más felices
(jeje)
Vamos, que estoy contigo…
Más saludos!
¿Y "Guardianes de la Galaxia Vol. 2", para cuando?
Juas, un momento que nos dé tiempo de verla! ;)