Crítica de Halloween: El final (Halloween Ends)
La nueva trilogía en torno a la figura de Michael Myers, un tour de force que, de no haber ocurrido una pandemia mundial, nos hubiera dado una película al año desde 2018, ha sido siempre criticada muy duramente por parte de fans y prensa. Parece que nadie veía con buenos ojos que gente más cercana a la comedia que al terror, con David Gordon Green y Danny McBride a la cabeza, metiera mano al clásico de Carpenter, sin importar lo putrefacta que estuviera ya la franquicia. Que Rob Zombie haga lo que quiera con ella, pero ¿quiénes se creen que son los responsables de Superfumados? Así, su primer Halloween, reivindicado por aquí, fue acogido con frialdad. El segundo, Halloween Kills, aún más reivindicado por aquí, levantó la irá del fan. Y aún quedaba este Halloween Ends que evidentemente, no supondrá el final de la saga, pero sí el de un ciclo histórico, no sólo porque el equipo creativo en cuestión ceda el relevo, sino porque se despide definitivamente de Haddonfield su heroína, Jamie Lee Curtis. Y vaya manera más indigna de decir adiós, la verdad. Spoiler: no, esta vez ya no tenemos nada que reivindicar.
Para bien o para mal, esta nueva aproximación a Halloween había roto moldes. No tanto con la primera, que sirvió para confirmar que Gordon Green y compañía podían tomarle el pulso al slasher; sino por una segunda que se atrevía a poner un inesperado ojo crítico en las masas, y usar a Myers de parábola sobre el borreguismo de la sociedad. Originalidad y chicha, pues, que además levantó ampollas entre esa parte de sociedad que estaba siendo atacada. Concluida aquella en lo más alto, arranca la tercera parte con el nivel muy, muy alto: un prólogo entretenido y valiente, dechado de terror, humor y pulso, da paso a los títulos de entrada con la épica melodía de John Carpenter… y la verdad, poco más necesitamos para venirnos arriba.
Lástima que ahí acaben prácticamente todas las alegrías.
Para dar con otro momento de felicidad, hay que esperar a un decepcionante clímax en el que, al menos, se ven hostias como panes. Es lo mejor que puede decirse (y ya veis que tampoco es para lanzar cohetes) de una película que se desnorta de inmediato en todos los aspectos. En primer lugar, por ciertas decisiones argumentales que no vienen a cuento al tratarse del cacareado episodio final de una saga tan longeva: ahora ya no son horas para disertar sobre la esencia del mal, su anonimidad y su esencia. Halloween: El final debía servir para cerrar capítulos, pero abre tramas y presenta personajes que no le importan a nadie, de lo mal dibujados que están, y sólo sirven para retrasar la aparición de Michael Myers («no, es que Michael Myers somos todos»… mira, NO). El ritmo se congela en pos de un estudio de la maldad que no sólo es conducido por, como digo, un grupo protagónico que ni nos va ni nos viene; no sólo no era el momento para ello; es que además peca de superficial y soso. Tras ese brutal arranque, el tedio se adueña de la función hasta el punto de tornarse exasperante.
Y luego, claro, toca concluir deprisa y corriendo. Centrarse en el esperado duelo final entre Laurie y Myers, que hasta ese momento había sido completamente ignorado y que se resuelve, por lo tanto, de sopetón, sin preparación previa, y de manera simplona y… pues eso, decepcionante.
Esa es la mejor palabra para describir un Halloween Ends que no hay forma humana de salvar. Un decepcionante despropósito que se diría hecho para cumplir con algún tipo de contrato (cuando, según entiendo, la idea de la trilogía fue de sus creadores), que no aporta absolutamente nada pero, lo que es peor, aburre a las piedras. Incapaz de encontrar el más mínimo resquicio de épica, despide a Jamie Lee Curtis de manera indigna, y sólo sirve para dejar sin argumentos a quienes, hasta ahora, reivindicaban la saga. David Gordon Green, te quedas solo.
Trailer de Halloween: El final
Halloween: El final. Así no.
Por qué no ver Halloween: El final
Un auténtico despropósito que da alas a quienes renegaban de las dos entregas anteriores, y que despide definitivamente a Jamie Lee Curtis por lo bajini y sin atisbo de épica. Aburrida, sosa, previsible y, en fin, tremendamente decepcionante.