Crítica de Hazme Reír
Sin apenas tiempo para digerir la recién estrenada «Año Uno», la factoría Apatow vuelve a la carga con «Hazme Reír» («Funny People» en su versión original), película que escribe y dirige el propio Judd Apatow y que cuenta con un reparto encabezado por, ojo, Adam Sandler, Seth Rogen, Leslie Mann, Jonah Hill, Jason Schwartzman y Eric Bana (además de los infinitos cameos a los que nos tiene acostumbrados la nueva Frat Pack norteamericana).
La trama de «Hazme Reír» gira en torno a la figura del cómico George Simmons, estrella de fama universal, cuyas películas se cuentan por éxitos y sus monólogos levantan gran expectación, a quien le detectan una agresiva variante de la leucemia y le instan a probar fórmulas experimentales con un escueto 8% de posibilidad de éxito. Enfrentado de golpe y porrazo a sus posibles últimos días de vida, Simmons descubre estar solo en el mundo por lo que decide mejorar su situación con la ayuda de un aspirante a monologuista, Ira Wright, a quien contrata como ayudante y guionista.
Tan simple, consabida y previsible historieta requiere de nada más y nada menos que 146 minutos para ser tratada por el Rey Midas de la comedia, en lo que es la bro-movie más interminable del mundo y que, como es de esperar, alberga en semejante abuso de metraje su mayor y más imperdonable defecto.
Ciertamente, «Hazme Reír» comienza muy bien. A lo largo de su primera mitad (esto es, una hora y cuarto más que suficiente para una película entera) el espectador se ríe de lo lindo ante las mil y un ocurrencias de Seth Rogen (Ira) por muy centradas que estén en los aparatos reproductores humanos; los diálogos entre éste y sus compañeros de piso -cargados de mala leche, referencias cinematográficas de todo tipo y… aparatos reproductores-; o el personaje de George Simmons de por sí, descacharrante en todo momento.
Se trata de una primera parte realmente inspirada en la que todo funciona a las mil maravillas, desde las distintas tonalidades de humor a su frenético ritmo, la presencia del siempre entrañable Rogen, la banda sonora -a cargo de Schwartzman y el habitual Michael Andrews- o los secundarios/cameos. Pero sobre todo, destaca la actuación de Adam Sandler en el que supone uno de los trabajos más conseguidos de su desigual carrera.
Para la ocasión, el protagonista de «Click» da un paso en adelante y se muestra maduro y contenido, dosifica sus dosis de histeria alternándolas con una muy elegante y emotiva caracterización de estrella mundial, feliz por fuera pero trágicamente apagada por dentro. Su personaje resulta tan creíble como adorable pese a su mala leche corrosiva, y logra una conexión directa e instantánea incluso con el espectador que menos soporte al protagonista de «Little Nicky». Por eso, a nadie debería extrañarle que, dentro de unos meses, se alce con la nominación y/o victoria de algún premio gordo (como ya ocurriera con Jim Carrey y su no menos portentosa actuación en «Man on the Moon»).
Ahora bien, acabada esta primera mitad, que incluye hasta mini-final propio, arranca otra hora y cuarto radicalmente diferente que a punto está de echar por tierra todo lo logrado hasta el momento.
De la lista de logros inicial sólo perduran las interpretaciones de los actores, mientras que el tono de la película se va azucarando y suavizando constantemente (presencia de niñas chillonas -hijas de Apatow- inclusive) hasta la náusea. Desaparecen los chistes de penes en favor de la inocencia de las comedias románticas de segunda, se detiene completamente el ritmo situando la acción en un único y eterno pasaje que además peca de ser totalmente intrascendente, aún más previsible que el resto de metraje y con muy poco que ver con el mismo.
Afortunadamente pulula por ahí Eric Bana, quien fuerza un acento australiano realmente cachondo y, junto con escasísimos momentos de lucidez de la película, se convierte en lo único salvable de un despropósito tras otro que solamente retoma el ritmo cuando, por fin, la acción de «Hazme Reír» vuelve a la localización inicial en su escueto epílogo. Ni las buenas sensaciones del personaje (que no actuación) de Sandler asoman la cabeza, transformando a su huraño personaje en un ser realmente odioso.
Ahora bien, el pasar de una película a otra en la misma película (perdón por el trabalenguas) no es nuevo en la filmografía de Apatow. Su máximo exponente, «Lío Embarazoso» pecaba en cierto modo de lo mismo de lo que ahora adolece «Hazme Reír», mientras que «Virgen a los 40» se iba endulzando progresivamente hasta pasar de una comedia gamberra a una opereta romántica para todos los públicos. La diferencia radica en que si en éstas la mutación ocurría a tan sólo veinte minutos del final, aquí se trata de una auténtica película entera tras otra (hora y cuarto de duración para ambas) como si de una sesión grindhouse se tratara, lo cual se convierte en una montaña excesivamente empinada para el espectador.
De no ser por su primera parte, notable muestra de madurez del director empeñado en demostrar que sabe ponerse serio -de ella se extraen toques de comedia alternados con drama, pero también una oda a la comedia más clásica y a los orígenes de muchos de los que ahora gozan de superproducciones revientataquillas- estaríamos hablando de un fracaso estrepitoso, quién sabe si del final definitivo de una factoría que lleva bastante tiempo anclada en aquéllo de ‘comenzar a dar muestras de agotamiento’.
Sin embargo, si el espectador se atreve a abandonar la sala tras la conclusión del primer acto (algo que desde aquí aconsejamos fervorosamente) puede incluso salir con la sensación de haber visto la comedia del año. Allá vosotros.
5/10
Empieza bien pero termina fatal y los personajes son odiosos. Ese Adam Sandler no da lastima, es un capullo capaz de robar el trabajo a cualquiera.
sí que acaba mal, sí, aunque ya te digo, a mí Sandler no se me hizo odioso, ni mucho menos. Me pareció un pobre desgraciado, como en su día Carrey en Man on the Moon.
Aunque bueno, quizás todo ésto se deba a que me sorprendió la actuación del actor
El ya demostró ciertas cualidades en Punch drunk love.
Lo que pasa con estos actores es que ganan mucha pasta con sus comedias locas y nos dejan la duda de si son capaces de apuntar otros registros. Yo creo que Adam Sandler oculta un excelente actor dramático, otra cosa es que sufra un encasillamiento o que no le interese demasiado dejar de ganar dinero facil.
ya, por eso digo que no es la primera vez… pero vamos, es la segunda!
y yo no sé si llega un punto en el que no es que dejen de interesarse por otros retos, sino que realmente no dan para más. No sé, es interesante reflexionar sobre ello: hasta qué punto llega un buen actor a encasillarse, o hasta dónde llega a secas…
saludos!