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Crítica de Her

A pesar de ser poco prolífico, de prodigarse poco en nuestras pantallas, lo cierto es que Spike Jonze no para. Sí, es de esas personas que prefieren asegurar su prestigio y lanzarse a por proyectos seguros, a los que mima enormemente para lograr los resultados óptimos, y eso arroja un balance de tan solo cuatro largometrajes en casi tres lustros, desde que debutara con la seminal Cómo ser John Malkovich. Luego vinieron las no menos brillantes Adaptation y Donde viven los monstruos, y esta Her saldaría por el momento la cuenta. Pero ello no le ha impedido meterse en proyectos menores (sigue con su adicción al videoclip) o ajenos (aunque co-creó Jackass, la serie ya no le debe nada, y sin embargo, él sigue con sus apariciones esporádicas) ni tampoco desarrollar sus propias fantasías, en una extensión de su personal universo, en formato corto. Cinco han sido los que separan la adaptación del cuento de Maurice Sendak de lo que ahora nos presenta, y uno de ellos podría parecer una especie de antecedente moral a esta: se trata de I’m Here, una preciosa y delicada historia de amor entre dos robots adolescentes rodado con infinita exquisitez. En la pareja que protagoniza Her, sólo uno de los dos tiene un cerebro positrónico: ese nuevo sistema operativo informático que habla, con la voz de Scarlett Johansson, a un pobre tipo que lo acaba de dejar con su novia. Pero el criterio sigue siendo el mismo, seres artificiales sensitivos que demuestran que una buena historia de amor no tiene límites físicos y también que la humanidad puede encontrarse en los lugares más insospechados.

Estamos en un futuro indeterminado, me temo bastante plausible, en el que los sistemas operativos vienen de fábrica con una potente inteligencia artificial. El ordenador se convierte, ya de manera literal, en el mejor amigo de su usuario, a quien organiza contactos, agenda, mensajería y a quien acompaña en sus carencias emotivas. El afecto humano se desplaza hacia nuevos horizontes y, eso es lo que nos asegura Jonze, no se despersonaliza: como apuntábamos Her pretende ser la dislocación de una comedia dramática de amor, y la historia que protagonizan sus dos protagonistas podría ser un simulacro, paradójicamente, más real que muchas relaciones tradicionales. Y sin embargo todo está narrado desde una especie de naturalismo que deja fluir la verdad y las descripciones lúcidas de nuestra cotidianidad, de las preocupaciones de la edad adulta, de las cuestiones relacionadas con las amistades, la pareja y el sexo: la reformulación de la ciencia ficción que plantea Jonze es puramente melancólica, profundamente agridulce y más ligada a los temas medulares del drama indie que a las posibilidades especulativas del género. A resultas, esto podría parecer una versión sincera y de verdad conmovedora de Black Mirror, concretamente del episodio Be Right Back, en el que una mujer iniciaba una relación con un avatar electrónico de su esposo fallecido construido a base de su huella digital en redes sociales.

Sin embargo la visión de Spike Jonze está alejada de la severidad de la mirada del aleccionador Charlie Brooker. Y más cercana a sus propios estilemas (simpatía hacia los losers solitarios o los seres desplazados) y a las visiones postmodernas de la romcom, con Punch-Drunk Love como gran tótem hipster-ish. La verdad es que aquí importa el final del viaje, pero especialmente el relato del mismo, contado desde extraordinaria exquisitez formal y narrativa. Lejos del puro esteticismo hueco (a Wong Kar Wai se le fue la mano con la a pesar de todo notable 2046), Jonze mima su encuadre y su montaje y ofrece un trabajo de puesta en escena rico y siempre expresivo. El uso cromático, por ejemplo, es embriagador, marcado por tonos cálidos y siempre condicionado -véase el vestuario- a los estados de humor de los personajes. La película resulta visualmente sutil y elegante, pero su descarado formalismo no engulle la emotividad de sus argumentos, sino que trabaja en su mismo sentido. De modo que el abanico de sensaciones que ofrece está íntimamente ligado a su representación visual: desde la apatía del solitario encerrado en su propio espacio vital hasta su liberación al reencontrar el amor; desde las preocupaciones laborales, tan ligadas a la vida sentimental (nuestro protagonista escribe cartas de amor… para otras personas), hasta los triunfos en el mismo ámbito; o desde el sentimiento de pertenencia a una sociedad tecnificada hasta lo contrario, el angst urbano del hombre moderno perdido en una jungla de edificios de perturbadora belleza decadente.

En el centro de la película, no obstante, se encuentran dos personajes tremendamente humanos. Sobra por obvio remarcar la brillantez actoral de Joaquin Phoenix, que aquí vuelve a marcarse una interpretación deslumbrante, en el papel de uno de esos Señores Con Bigote, un personaje entrañable con el punto justo de patetismo y toneladas de carisma outsider. Pero es igual de interesante el tratamiento de su partenaire cibernética, reflejo de las inquietudes (muy Arthur C. Clarke) entorno a las posibilidades emotivas de la inteligencia artificial y el hipotético despertar de la autoconsciencia. A pesar de que la historia de Jonze pretende reflejar las distintas esferas de las relaciones sentimentales (la superación de la ruptura, la imprevisibilidad de un nuevo flechazo, los celos y el rencor, la rutina) es interesante ver su película también como una reformulación de los conceptos relacionados con la humanidad ideal, mejorada, encarnada en un ser creado por el propio hombre y que finalmente toma independencia: esta Samantha no deja de ser un HAL 9000 con una app de romance. Y como un nuevo capítulo cinematográfico en la historia de las relaciones entre humanos y seres artificiales, replicantes, androides, muñecas hinchables, I.A’s, o lo que corresponda.

Her es, en fin, un prodigio de escritura y exposición, una película llena de sugerencias, de matices, de pequeños detalles simbólicos en ideas de guión brillantes ejecutadas con maestría excepcional (la secuencia de la sustituta de cuerpo combina extrañamiento con profundo análisis de las motivaciones humanas). Presentados con sabiduría y clase en un magma de elementos que parece perfecto, de lo que es ejemplo esa estupenda banda sonora de los a menudo plastas Arcade Fire y del nunca desentonado Owen Pallett. Un intimista y sincero drama de ciencia ficción que, a pesar de estar puntuado por ocasionales escapes de humor absurdo a modo de crítica al descontrol tecnológico, aspira a un propósito mayor. Y ese es hablar de la soledad, las carencias afectivas y de cómo estas traspasan épocas y se mantienen como una constante incluso en fabulaciones futuristas. Al fin y al cabo la ciencia ficción nunca ha dejado de ser un reflejo del espíritu de nuestro presente. Menos mal que en este hay gente como Spike Jonze, tan capaces de radiografiarnos en profundidad sin por ello dejarnos de emocionar.

Excepcional película.

 

 

 

Valoración de La Casa
  • Xavi Roldan
  • Carlos Giacomelli
4.8

En pocas palabras

Una película única, excepcional para quien entre en su juego. Desde luego, ayudan las presencias de Joaquin Phoenix (física) y de Scarlett Johansson (auditiva). Una joya.

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Una preciosidad de peli! La estética de la en general me parece una gozada visual, los colores, esos flash backs “a la Malick”, los interiores retro-futuristas e incluso el vestuario (el corte de los pantalones es total)…. cada detalle esta supercuidado!!

    Aunque tengo que admitir que el guion (a pesar del oscar) me chirria en algún que otro momento, vamos, que la historia entre Theodore y Samantha (humano – maquina que quiere sentirse humana) se aguanta con alfileres, nada que ver por ejemplo con la de Rick y Rachel en “Blade runner”…. pero bueno, quizás depende de cómo quieras interpretar la pelicula, para mí no es lo más importante, yo la entiendo más bien como una oda a la soledad, en una sociedad que casi me parece una crítica a la a la actual o si me apuras a lo que se está convirtiendo nuestra sociedad, individualismo al poder (esas escenas de la gente hablando con sus samanthas por la calle me parece brutal). Desde mi humilde punto de vista el hecho que Theodore se enamore de un sistema operativo me parece casi lógico en el tiempo que describe la peli, pero vamos, que también podría enamorarse de una amiga imaginaria, o de alguien en la otra punta del mundo a través de un chat y sería lo mismo, lo hace para superar una ruptura y le funciona, pero ya se entrevé que es algo con los días contados…

    Estupendos Joachin Phoenix y Amy Adams… y la banda sonora de mis adorados Arcade Fire (entre otros) una maravilla!

  2. Clap clap clap.
    Precioso minianálisis, querida.
    Er… ¿te interesaría fichar por un blog de cine pequeñito pero honesto, un rincón humilde pero hecho con mucho cariño? Se llama La Casa de los Horrores y…

    Que guay, que encantado de que te mole, qué más voy a decir yo?

    Mil gracias (y la misma cantidad de petons) por aportar nuevos matices e interpretaciones a lo ya dicho ;)

  3. ohhh! mil gracias bluts! :) Aunque me temo que mis "minianalisis" no estan a la altura de las magnificas y muy pero que muy documentadas criticas caseras…. eso si, ya sabeis que cuando veo alguna peli que se haya estrenado aqui antes que al otro lado de los Pirineos, es y sera un honor mandaros mi hulmide opnion de lectora de la casa!! :)

    Petons al cubo!!!

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