Crítica de Historia de Shuggie Bain, de Douglas Stuart (Sexto Piso)
Más de quinientas densas páginas y una historia que se alarga en los años, que acompaña a sus personajes y los ve crecer o desvaírse, que describe con todo lujo de detalles sus temperamentos y sus circunstancias, sus luchas y sus claudicaciones. Es el resultado de diez años de trabajo que han culminado en la novela de debut del escocés Douglas Stuart, un espléndido coming of age en el Glasgow de los años 80 que vence y convence a la hora de describir una época y de poblarla por unos personajes potentes y resonantes. No sólo el Shuggie Bain del título, su padre y hermanos sino, casi más aún, su madre. Esta es la historia de una relación de amor tormentoso entre estos dos personajes cuasitrágicos. Shuggie es un niño amanerado que adora vestir bien y hacerse acompañar de su inseparable muñeca. Su día a día representa una continua pelea contra una supuesta “normalidad” que le impone su entorno, hostil y poco tolerante: un canon que pasa por jugar al fútbol, pegarse con sus congéneres y sentir atracción por las mujeres. Obviamente nada de esto encaja en la personalidad de Shuggie. En el otro extremo está Agnes, su madre, una belleza malograda por el alcohol y las adicciones, turbulento desastre con patas y víctima de un puñado de hombres (entre ellos su propio padre y su impresentable y mujeriego ex, el padre de Shuggie) que la han maltratado psicológica y físicamente. Una mujer que, en el fondo y a pesar de sus demonios, merece el amor de su hijo.
Ahí reside gran parte de la potencia emocional de esta novela despiadada pero profundamente humanista. En el retrato de estos dos personajes, de una historia de amor filial que cristaliza en un final -probablemente el único posible- hermoso y devastador. En la evolución de cada uno de ellos, un Shuggie sometido a humillaciones y vejaciones a lo largo de su infancia que terminarán (el principio del libro nos lo muestra en un flashforward) en abusos sexuales; y una Agnes permanentemente montada en la montaña rusa de la adicción/desintoxicación. Como gran tapiz humano, de hecho, todos los personajes que aparecen y que rodean a la pareja central aparecen descritos con una fuerza narrativa y lírica notable: los escindidos hermanos de Shuggie, su miserable padre, sus irresponsables abuelos. Stuart pinta, vaya, un gran fresco de la familia disfuncional y la educación negligente en un entorno deprimido.
Concretamente el de la Gran Bretaña más desfavorecida de los años 80. Se muestra poderosísimo, lleno de fuerza descriptiva, ese retrato de un pueblo minero ficticio a las afueras de un Glasgow regado por la perenne lluvia, sembrado de alcohólicos, drogadictos y parados, fracturado por la confrontación entre católicos y protestantes y de camino a un cada vez más acelerado empobrecimiento de la clase obrera. Las políticas de Margaret Thatcher están haciendo estragos y los más necesitados, en este caso extrabajadores que han presenciado impotentes el cierre de las minas, terminan en la cuneta. Es un entorno inclemente, oscuro, lleno de mugre y barro, poblado por gente a quien no queda otra salida que la hostilidad y que a pesar de todo logra reflejar esa perdición social esquivando -casi siempre- la pornomiseria con elegancia, honestidad y humanidad.
Con su rotundo debut Douglas Stuart se ha llevado a casa el Premio Booker y el reconocimiento generalizado de una crítica siempre afín a las historias duras, a los relatos de maduración y al retrato de la miseria suburbana en épocas sociopolíticas convulsas. Sí, son todas ellas loas previsibles, pero también muy merecidas. Otra estupenda adquisición para un catálogo, el de Sexto Piso, siempre on point.
Historia de Shuggie Bain: un debut impactante
Por qué leer Historia de Shuggie Bain
Douglas Stuart se presenta al mundo literario con una historia de maduración acelerada durísima pero que destila enorme cariño por unos personajes descritos y desarrollados con inaudita brillantez en un entorno no menos deprimente y vívido, el del Glasgow obrero de la década de los 80.