Crítica de Historias de miedo para contar en la oscuridad
Casi puede uno imaginarse a Guillermo del Toro frotándose las manos, en el momento en que la adaptación de las novelas de Alvin Schwartz, estas Historias de miedo para contar en la oscuridad, cambiaba de rumbo, y pasaba de potencial serie para la CBS, a adoptar la forma de una película.
El de El laberinto del fauno no dirige, pero sí produce y asienta las bases de un guión que es una elongación de su personalidad cinéfaga. Casa encantada, libro maldito, fantasmas, y concatenación de cuentos de terror de corte gótico, con tufillo a moho de moqueta húmeda y tendencia al diseño de interiores recargado. Y de paso una sutilmente colada crítica política con la que el mexicano viene jugando con cada vez mayor ahínco.
Que luego sea o no director del asunto tanto da. Al final, se trata de una película rutinaria donde las haya, sin ninguna voluntad por esconder su sencillez, y dirigida a un público mayoritario ya definido. El devorador de Stranger Things, el amante de lo vintage… bastan sólo cinco minutos de Historias de miedo para contar en la oscuridad para saber perfectamente a quién se dirige, y por dónde van a ir sus tiros.
Pero curiosamente la cosa tiene su gracia. Este nada disimulado batiburrillo de fórmulas prefabricadas compensa sus hondas carencias creativas a base de una cantidad de acontecimientos por encima de lo habitual, consiguiendo que sus 120 minutos pasen en suspiro. Un diseño de monstruos escalofriante pese al exceso de CGI rematan y dejan el resultado en un… bueno, en un Stranger Things. Igual que la serie de los hermanos Duffer, no hay nada mínimamente original, y en algunos casos la falta de innovación es condenadamente dolorosa. No puede ser considerado un buen producto cinematográfico porque no alimenta lo más mínimo. Pero entretiene que da gusto, por lo que habida cuenta de sus nulas aspiraciones, ya es. Por su parte, tampoco es que Del Toro sea el colmo de la originalidad.
Así que nada, el muy eficaz André Øvredal (La autopsia de Jane Doe) nos cuela otro producto para el consumo masivo, de la misma manera que la industria se marca otro tanto (exitazo a su estreno en cines y puerta abierta de par en par a secuelas) y la máquina de hacer dinero sigue. Asumamos la derrota, y disfrutemos lo que podamos: cada vez que una neurona haga amago de quejarse, palomita al canto y a callarm que es verano, hace calor, y aún no hay Liga.
Trailer de Historias de miedo para contar en la oscuridad
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Nulidad cinematográfica que, sin embargo, consigue entretener por su acumulación de acontecimientos y un diseño de bichos y fantasmas de lo más acertado.