Crítica de Hitman: Agente 47
Culpa de las expectativas, que las llevábamos bajo mínimos. De la anterior entrega, un primer Hitman que no llegó a ningún sitio (y prueba de ello es que no ha tenido continuación argumental en la que ahora nos ocupa). De que el videojuego en que se basa tampoco es que sea el no vas… o de la existencia de la hiriente Transporter Legacy. Sea como sea, Hitman: Agente 47 se ha descubierto como una pequeña alegría por cumplir, al menos, en la última nave con la que salvarse de la quema absoluta: al tratarse de una fotocopia deslucida, de un producto pensado únicamente para amasar dinero (mal: se ha hundido en taquilla a su estreno en cines de los Estados Unidos) sin voluntad alguna por sobresalir artísticamente lo más mínimo, por lo menos tiene la decencia de intentar entretener al espectador. De hacer que no se pase cada minuto de la proyección preguntándose qué demonios está haciendo en la sala. Vale, se lo pregunta cada dos, pero ya ha reducido a la mitad el impacto de la cuarta entrega de la saga de Statham antes citada (ya sin Statham). Ya es. Forofos del cine con pretensiones artísticas, pasad a la siguiente lectura; fans de Misión: Imposible o de 007, también. Si hablamos de Hitman: Agent 47 lo hacemos a sabiendas de lo que hay, o sea, un subproducto que ni siquiera debería ver la luz allende las pantallas de nuestra televisión. Sólo dentro de esa liga puede valorarse; sólo desde este prisma, puede darse la sorpresa.
No hay argumentos que puedan rebatir la evidencia: quien diga que estamos ante una mala película, tendrá armas de sobra para demostrarlo en todos los aspectos de la misma. El argumento se presenta con una inesperada densidad a modo de prólogo con voz en off (el recurso más fácil que existe a la hora de escribir un guion), pero tarda poco en caer por su propio peso y admitir su condición de exploit sin chicha, sentido, ni ganas por pasarse de original. Su director, Aleksander Bach, tampoco es un Tarantino que digamos: ninguno de sus planos hará a la historia si no es para mal, acompañados de unos efectos especiales impresentables en la mayoría de casos, encorsetados en la habitual fotografía aséptica del cine de acción (emo) de hoy en día. El ritmo va y viene, cayendo en picado a la mínima que toca desarrollar algo de su cada vez más vago entramado, y sus intérpretes no molestan, pero tampoco transmiten lo más mínimo (si acaso, Zachary Quinto es el que demuestra tener, irónicamente, algo más de humanidad). Es más, tal es su falta de originalidad que tira del mismo patrocinador que a Statham, realizándole a Audi un trabajo de product placement digno de elogio. ¿Un desastre? Puede, pero ya íbamos preparados para ello.
Sin embargo, Hitman: Agente 47 tiene la santísima virtud de reírse un poco de sí misma, y lo pone en evidencia al forzar a propósito sus ya de por sí risibles giros, tirar de hiper violencia visual sin necesidad, y elevar la inexpresividad de su protagonista hasta el paroxismo. De este modo, elimina todo atisbo de trascendencia que pudiera quedar, y confirma al espectador que, adelante, puede poner en reposo la actividad neuronal, puesto que lo que se le va a exigir, a lo sumo, va a ser alguna sonrisilla fruto de un exabrupto gore, una coreografía chorra, o cualquier gilipollada que el libreto pueda sacarse de la manga (atención a cómo llegan a descubrir el paradero de cierto personaje, o a los esbozos de terrenidad extra del personaje de Quinto). Libreto que no tiene reparo alguno en descubrirse plagio descarado de Terminator, añadiendo a la persecución algún toque marvelita, y sazonando el resultado recursos tomados de J.J. Abrams.
Al final, Hitman: Agente 47 resulta ser descarada. Claro, también es descaradamente mala, pero seamos francos: ¿es que acaso esperaba alguien un nuevo Skyfall? Aquí se viene a lo que se viene, y como tal, el film de Bach cumple… O por lo menos cumple más que Transporter Legacy. Tanta crítica salvaje con que se la ha recibido queda un poco fuera de lugar para una serie B que no esconde dicha condición. Podía haber sido mucho peor.
Trailer de Hitman – Agente 47
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Una mala película, que no pretende ser buena ni mucho menos. Quiere entretener, y eso lo consigue. ¿Nula? Sí. ¿Dañina? En absoluto.
Pues sí, la máxima de esta película es entretener y quemar la adrenalina de un mal día (cualquier día puede ser un mal día), sin necesidad de dar malas contestaciones o haciendo las rotondas a cuchillo. Por el hecho de pasar el rato, para mi, es potable; es como una hamburguesa bien puesta, no es un filete ruso pero, se puede comer.
Hitman 47 es un producto de consumo rápido que se puede llegar a disfrutar mientras se ve sin más, hay otros ejemplos que no llegan ni a eso, como nuestro último transporter y MI5, con Cruise saltando a un avión, tampoco está para tirar muchos cohetes.
jajaaja, tú y tu pelea contra Hunt… pues eso, de acuerdo contigo en Hitman, y sólo en Hitman, que para mí MI5 sigue siendo de los mejores entretenimientos del año ;)