Crítica de Home (At the Devil’s Door)
Ya pasa esto, a veces. Medio das la campanada entre los ínfimos círculos que ven tu debut en la dirección de largos, de presupuesto irrisorio, y generas cierto interés de cara a tu segunda película, para la que quizá cuentes con mayor holgura monetaria. Diriges, estrenas… y adiós, liada. Es lo que le ha ocurrido a Nicholas McCarthy, quien hace nada mostraba (allá por Sitges 2012) la nada desdeñable El pacto. Miniproducción hecha con dos duros con luces y sombras (obvio), algo trillada pero con un buen puñado de ideas que situaban a su responsable en la parrilla de salida hacia la próxima esperanza del cine de género. Dos años después llega At the Devil’s Door (también conocida como Home), compitiendo en la sección oficial de Sitges sin ir más lejos, y por tanto con ciertas expectativas que colmar… y resulta que es una decepción en toda regla. Putada, porque la línea continuista del proyecto dejaba poco margen al revés: de nuevo cine de terror canónico, de nuevo presupuesto limitado (aunque algo más elevado), y de nuevo la necesidad de primar las buenas ideas y recursos del cineasta. Pero cuando la cosa sale rana…
El más grave de los problemas de la película reside en su condición ya no de topiquísima historia de posesiones, sino de puro y desvergonzado ejercicio de repetición. Y la diferencia entre ambos conceptos es abismal. Se mire donde se mire, ya sea a nivel argumental o formal todo en ella suena demasiado, se antoja trillado hasta lo exasperante. Por lo que el interés en general, regulín; y su capacidad para asustar, tendiente a cero. Sí es cierto que se aprecia un intento de preparación del terreno, de creación de una mínima atmósfera para inquietar al menos el ánimo del espectador, pero todo esfuerzo (y ya digo que parece poco) queda en agua de borrajas por acabar recurriendo a los mismos trucos de siempre. Y ahora ya va en serio: basta ya de buscar el mal rollo del respetable mediante una persona (normalmente ya fallecida) detenida en el quicio de la puerta y mirando al protagonista con cara mustia hasta que éste se dirige a él, momento en que el primero da media vuelta y sale corriendo. Nos sabemos de memoria semejante baratija, de la misma manera que nuestro cuerpo está más que preparado para responder con total apatía a un repentino subidón sonoro. Algún susto por mera acumulación se acaba consiguiendo, no seré yo quien lo niegue, y en concreto Home puede fardar de un sobresalto medio logrado; pero de ahí a generar miedo hay un trecho infinitamente largo. Claro que películas de terror que no asusten hay para parar un tren, sin que implique que el resultado sea negativo. Si Home no pasara de ahí, aún podría quedar un producto digno.
El problema del topicazo adquiere su máxima expresión a través de un guión que es más bien un contenedor de lugares comunes, con apenas margen para la sorpresa. Ojo a la cantinela: ocurren acontecimientos extraños en una casa, corte hacia delante en el tiempo, y a la misma casa va a parar una nueva inquilina, que empieza a notar fenómenos paranormales y por tanto empieza a escarbar en el pasado. Recortes de periódicos y flashbacks incluidos. Todo tan poco estimulante, que el par de giros frescos con que sí cuenta el film (cierto desvío de interés entre personajes, hacia la mitad del metraje, en especial) y que a la postre hacen que escurra un poco el bulto, pasan casi desapercibidos ante tan molesta sensación de déjà vu. Máxime, si un tercer acto más esforzado en ideas sólo consigue detener el ritmo casi por completo, rematando la faena con un clímax digno de estudio y una conclusión que es directamente de pañolada. Máxime, si para mayor inri a la mínima que debe lidiar con un punto delicado, McCarthy tira por la vía más rápida y más torpe. Botón de muestra: esa forzadísima conversación telefónica entre hermanas para explicar abiertamente y de la manera más masticadita posible la situación de cada una de las dos protagonistas. Intolerable en cualquier otro escenario que no sea un subproducto para la televisión de la Asylum.
Errores de bulto, fallos por un tubo, y poco positivo que añadir para salir al paso: una realización sobria, quizá; alguna que otra actuación de mérito… No sé, ¿vale para mantener cierta esperanza de cara al siguiente trabajo de McCarthy?
3,5/10
Muy de acuerdo en todo. Yo llegaba con expectativas bastante moderadas por el buen sabor de boca que me dejó The Pact y me encontré con esta triste película.
Los fragmentos de Ashley Rickard y los vicios del director (esas elevaciones) son las pocas cosas que conseguí disfrutar.