Crítica de Hop

1. Hablábamos hace poco sobre la fecunda relación que a lo largo de la Historia han mantenido cine y psiquiatría. Que el primero se ha alimentado de la segunda más allá de las meras composiciones de personajes para elaborar complejas mallas de relaciones interpersonales fundadas en patologías diversas de la psique humana. La paranoia, los trastornos de identidad disociativos, los complejos edípicos mal sublimados y demás jerga médica que uno no está en posición de catalogar (en el desconocimiento total me hallo); con especial predilección por los trastornos de carácter esquizofrénico, según el servicio online de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, «transtornos mentales graves que causan ideas y percepciones anormales (…) de pérdida del contacto con la realidad». Indica este texto que dos de sus síntomas principales son el delirio (falsas creencias) y la alucinación (falsas percepciones). Como ver, escuchar o sentir algo que no existe.
Y la esquizofrenia, el top notch de lo psiquiátrico en términos de séptimo arte ha venido representada casi desde que el cine es cine por un nutrido grupo de películas más, menos afortunadas. Siempre extrayendo el oro dramático del filón humano que representa, «Psicosis», «El resplandor», «Birdy», «Spider», «Una mente maravillosa», «Keane», «Shutter Island» son ejemplos más o menos canónicos de la representación del desorden psicótico en la pantalla. Destacando especialmente una de las últimas grandes muestras de esta tendencia, esa «El club de la lucha» en la que David Fincher transcribía a Palahniuk en un relato incendiado por el angst del hombre moderno, obligado a desdoblarse para escapar de su propia rutina sin traicionar sus propios preceptos morales impuestos por una sociedad controladora, domesticada y mercantilizada.
Lo cuál nos serviría para introducir otro tema clave en todo esto: el amigo imaginario.
Más golosina para el cine. A pesar de que estudios de Yale aseguran que los niños con tendencias a la invención de amigos imaginarios tienen a su favor un posterior desarrollo más dado a la sociabilidad y la comunicación (con mayor facilidad para el lenguaje y la creatividad), Hollywood siempre ha leído el entrelineado escabroso y ha convertido al amigo imaginario en una fuente de inquietud y mal rollo. A menudo el sosias inventado no es sino una representación de los impulsos reprimidos y un portavoz de los bajos instintos castrados por la presión de la convención social.
2. A lo largo de la historia de la ficción, el oryctolagus cuniculus, familiarmente conocido como «conejo común», ha estado muy presente en el imaginario colectivo. La arqueología cultural nos llevaría por lo menos hasta tiempos de Esopo, así que casi mejor limitarse a tomar como punto de referencia la época moderna. Y obviar la carga simbólica evidente que siempre ha rodeado a dicho animal: tradicionalmente el conejo es símbolo de fertilidad y renovación; especialmente es así en la mitología azteca y en la cultura china (y es curioso cómo además algunas culturas orientales poseen el mito según el cual los conejos son felices habitantes de la Luna).
Sea como sea, más interesante será ahora hacer mención a algunos honorables conejos antropomórficos -Beatrix Potter sabía un rato de ello- que desde el advenimiento del audiovisual han ido poblando el cine, ya sean los disneyanos Oswald (auténtico precedente del ratón Mickey) o Tambor («Bambi»), o hasta los más macarras Bugs Bunny y Roger Rabbit. O los más killers protagonistas de la lo-fi «Night of the Lepus», con mención especial al conejo de Caerbannog de «Los caballeros de la mesa cuadrada»; estos últimos no antropomorfos, pero bastante cabrones.
Y es que este es el punto que puede interesarnos y que ligamos con el apartado primero: el conejo, rama hijoputa, como amigo imaginario. Como producto nocivo de una personalidad desequilibrada o enajenada. En este momento es inevitable mencionar al archifamoso Conejo Blanco, auténtico responsable de que Alicia convirtiera su evasión inocente en una cuestión casi autodestructiva. O Harvey, el enorme amigo imaginario de Jimmy Stewart en forma de conejo de dos metros, extraña pareja que protagonizaba aquella fabulosa «El invisible Harvey» dirigida por Henry Koster en 1950. Y hasta ese mitificado Frank, auténtico co-protagonista invisible de «Donnie Darko», lado (muy) oscuro de un Jake Gyllenhaal que pasaba por su adolescencia de la manera más turbulenta posible.
3. «Hop» es, a pesar de la paradoja que representa en sí misma la compañía del omnipresente animal, un relato sobre la soledad del individuo en una sociedad cuyos usos y normas de conducta lo sobrepasan. Absolutamente marginado en su comunidad más próxima (una familia que constituye un auténtico ambiente opresivo y examinador), Fred se ve obligado a llenar el hueco que generan sus tremendas carencias afectivas (no sólo no se le conoce pareja sino que ni siquiera se le conoce ningún tipo de sexualidad) y responder a esas expectativas que está forzado socialmente a cumplir creando un mecanismo de defensa psicológico en forma de fantasía tremendamente elaborada. El conejo E.B. (o Hop en la versión castiza) aparece como un personaje totalmente escindido de la personalidad de Fred, quien hasta le ha «diseñado» un completo background, un mundo imaginario poblado por seres de condición parecida. No obstante, la trampa aparece dibujada con claridad meridiana: E.B. es todo lo que Fred no es. Sólo el trabajo conjunto de los dos polos de la personalidad de Fred conseguirán re-encauzar el relato hacia un único lugar de reposo final a lomos de un «artilugio mágico movido por la fuerza de la ilusión». Trágico pero tranquilizador: el único destino posible para Fred es el frenopático.
Un relato desesperado con una conclusión demoledora, la desesperanza por el loco, el inadaptado que jamás se reinsertará en su entorno. La incomodidad de los «elementos extraños» en un entorno caracterizado por la producción en serie de ciudadanos. Una tremenda metáfora que nos recuerda que a veces es mejor no tener sueños que perseguir; no tener sueños en absoluto y limitarnos a quedarnos de pie, mirándonos los zapatos, mientras esperamos sobre la cadena de montaje.
O quizá todo esto no tiene nada que ver con «Hop» y la película va de un conejo gilipollas e irritante. Si es así, es una mierda.
3/10
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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Mi estimado Señor Bluto: este su humilde servidor oriental se quita el sombrero, se inclina ante usted y da tres vueltas a la pata coja para expresar su admiración incondicional; con esta crítica, ha entrado usted en el Olimpo de los gafapastos por la puerta grande.
    El Tao no tiene nombre.
    Pese a que su fondo sea minúsculo, el mundo entero no osa sujetarlo.
    Dicho esto, dos puntualizaciones:
    1- ¿Lo de que es una golosina pal cine lo dices porque el conejo caga gominolas?
    2- Ciertamente, el conejo es un animal sagrado en la cultura china; tenemos más de dos mil recetas para cocinarlo. Eso, sin contar en las que se puede sustituir por gato.
    Xin jiang, señol Bluto.

  2. Preciosa preciosa…
    Yo = Huang pero doy las tres vueltas en dirección contraria para yingyanear el círculo de vítores a tu alrededor.

    Lástima que la peli no sea tan buena como la crítica…

  3. Y yo mientras lanzaré una mezcla de arroz y pétalos de rosas sobre los danzantes y el 'ojomeneado', que diga homenajeado.

  4. Jo, pues nada, le transmitiré todo eso a mi negro y también le aumentaré la ración de alfalfa…

    Dice que muchas gracias mientras mastica, ej, ¿qué es eso, una algarroba? puaj

  5. ah, qué bien, tengo ración doble de comida?

  6. Sí, pero no te la comas toda de golpe que luego ya sabes qué te ocurre. Que tengo que desencadenarte para que corras un poco y lo bajes todo. Y luego el resto de la semana te da el hambre…

  7. No, Capi, en ésta no cuela, ésta es del Bluto… Que las tuyas tb son preciosas pero el estilo es el estilo y ésta canta a Bluto como la de "Águila Roja" canta a Capi… ;))

    Yo creo que si las colgárais sin firmar acertaríamos la autoría en su 99,99% (dejo un 0,01 pa que no parezca que l@s lectores de La Casa vamos de sobrad@s)…..

    80'

  8. hum… no sé si tomármelo como una ofensa… que yo cuando me leo me odio, y Bluto me encanta (a veces, que ahora tampoco le voy a subir tanto lo humos al tío!)

  9. A mi me interesáis y me resultáis útiles los dos siempre, me gustáis los dos la mayoría de veces y me encantáis los dos algunas veces. Seguro que en las que me encanta el Bluto son las misma en que te encanta a ti y viceversa.

    Pero vaya, diosmelibre de meterme en un debate sobre cuál de los dos la tiene más larga…;))

    saltando al campo, som-hiiiiiii….

  10. evidentemente yo. Ah, no, espera: que no se la he visto nunca porque NO SOMOS PAREJA! (por si acaso)

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