Crítica de I’m Still Here
No se le escapó prácticamente a nadie, y además (casi) todos picamos de lo lindo. Hará cosa de dos años el actor Joaquin Phoenix empezaba un aparatoso proceso de autodestrucción física y psicológica que le llevaba a abandonar sin previo aviso su carrera interpretativa para cambiarse de chaqueta y virar hacia el mundo de la música. Concretamente el del hip hop gangsta. Y para que quedara bien clarito se encargó de airear esa decadencia nihilista a lo largo y ancho de la televisión norteamericana, por donde peregrinó mostrando su zarrapastroso aspecto y sus desagradables modos cercanos a la bipolaridad mental. Qué os vamos a contar, ya es historia de la tele reciente y del meme internetero.
Claro que luego, tampoco se le ha escapado a casi nadie. Reaparición de Phoenix en los platós y la bomba: todo era una gran guasa. Mejor dicho, un experimento cinematográfico orquestado por el propio actor y su cuñado, un Casey Affleck que ha hecho las veces de director de este mockumentary extremo que documenta esa hipotética bajada a los infiernos de un actor que estuvo a punto de tocar la gloria, se asentó en un estatus respetable y de repente se le fue, hipotéticamente, la olla.
Así que aparentemente el trabajo documental es mínimo: Affleck se dedicó a colocar la cámara allí donde estaba el conflicto (esto es, en cualquier lugar en el que Phoenix hacía aparición) y a la caza: a capturar testimonios de amigos, de familiares, de asistentes, de colegas de profesión. Todos escandalizados, violentados, dolidos y asustados por el agujero en el que parecía meterse el actor de «Two Lovers«. Y es que a eso es a lo que juegan Phoenix y Affleck; al desconcierto, a la incomodidad que producen las situaciones más socialmente descolocadas que uno pueda concebir. Cómo el bueno de Phoenix, fumándoselo, bebiéndoselo, follándoselo y esnifándolo todo se va hundiendo progresivamente en la mierda, mandando a todo el mundo a la ídem, incluso insultando y agrediendo al respetable, todo rosca pasada, histrionismo y egocentrismo. Cómo renuncia a una carrera por culpa de un pronto que, no se sabe bien cómo, le introduce en la azotea la estrambótica idea de que algún día puede llegar a ser una estrella del rap bajo el pseudónimo JP. Puro capricho de estrellita venida a menos que de repente parece verse acreditado para pertenecer a tha hood.
Y cómo con todo ello pone en pie de guerra a un sistema muy acostumbrado a barrer bajo la alfombra los muchos casos de depravación e incorrección política que -en realidad- lo nutren.
Con todo esto, descubierto el pastel las intenciones quedan muy claras. Al final lo que parecía una realidad resulta no ser demasiado menos ficticio que las clásicas historias de corrupción del espíritu por la fama que ha ido despachando el cine americano con cierta asiduidad. Y el mensaje se destapa con fuerza y contundencia: la popularidad regada de alcohol y aderezada con putas y drogas destruye a la persona, Hollywood arrasa con todo, los focos demasiado intensos puede llegar a freírle el cerebro a uno. Y como resultado, la reinvención, el «renacimiento» se hace tan imprescindible como complejo de lograr: gracias a Dios que todo es mentira, nos hemos librado no sólo de un indeseable sino probablemente del peor MC del mundo.
De todos modos, lo que es real y lo que no tampoco queda –afortunadamente- demasiado claro. Affleck y Phoenix no confunden los límites entre realidad y ficción, directamente los meten en un túrmix y los licuan en una sola cosa totalmente fluida, esquizofrénica y descolocadora: aquí hay muchas enemistades granjeadas (la lista de celebridades ofendidas es larga) y muy pocas complicidades (familia y algún amigo eran los únicos enterados), única manera de que la empresa, el gran engaño, tuviera éxito y que resultaran esos momentos incomodantes de los que hablaba. Desde las reuniones con Sean «P. Diddy» Combs hasta el desplante a Ben Stiller o el célebre paso por el «Late Show» de Letterman escondido bajo una hirsuta y piojosa barba y unas roñosas wayfarer, casi un émulo de ZZ Top.
E independientemente de la inquietud que uno pueda sentir entorno a la salud mental y física del interfecto, al final lo que queda es la mayor aventura interpretativa de un ya de por sí gigantesco actor. Phoenix se pone a sí mismo contra las cuerdas y realiza un ejercicio de la profesión tan brillante como insensato; la exploración de las más extremas consecuencias de asumir un papel, aquellas en las que se fulminan las barreras entre persona y personaje. Pregunten a Larry David.
¿Crónica de una caída, simple prank de amiguetes llevada al extremo o gran fuck you a la industria? Ni idea, pero lo cierto es que «I’m Still Here» resulta una película tan chocante como adictiva, y tan brutal como divertida. Y con la que Joaquin Phoenix se ha ganado definitivamente el… (¿decir aquí «cielo» se considera blasfemia?)
7’5/10
Qué grande es. CReo que de lo poco que queda en el corazón de Hollywood que es auténtico de verdad.
Si se viene a vivir a Europa ya se convierte de verdad en un Hollywood anti-Hollywood que hace lo que le da la gana.
Una lástima que haga menos cine de lo que a algunos nos gustaría.
A las malas siempre nos quedarán sus cómics. "V de Vendetta" me encanta…
Aquí somos más de "B de Bayeta", que es lo que nos toca a algunos en casa. Pero oye, de vez en cuando tengo tiempo de leer alguna tira de cómic de periódico.
Qué asco no tener acné y 16 años.
Por ese orden
JUAS, te ha salvado lo de "B de bayeta", que si no te metía un rapapolvaco por lo de los cómics y "tener 16 años". Pardiez.
Métemelo, MÉTEMELO….!!!
Que tengo el día indescriptible.
No, no lo he entendido. Pero he desviado tu atención con connotaciones sexuales.
Como somos los tíos de previsibles.
Pues ya. Ya te lo he metido. Lo que pasa es que ha sido tántrico y no te has dado ni cuenta.
Pero mírate la zona de los riñones y te encontrarás con una misteriosa cicatriz.
Clase Marica eres Zack.. te la comes toda…mi hijo.. agachate y agarrame los huevos con la lengua
Nos ha jodido… ¿al autor de la crítica no le toca nada? ¿No puedo dar yo lametazo escrotal?
yo lo que quiero saber es cómo se agarran unos huevos con la lengua. En serio, intento formarme una imagen en la cabeza y no me sale…
Yo te lo explicaría pero no es el foro. Ni sé si tienes la edad ;))) Eso sí, los tuyos no puedes, no lo intentes.
ROMBOS CASEROS YAAAAAAA!!!!
Yo lo puedo explicar, Carlos:
Se coge ****** ** ******* ******* y luego ******** *** * ****** **, se pasa ***** ****** *** **** hámster ***** ****** **** enroscando *** ****** ** ***** **** para afuera.
Mierda, ya me ha vuelto a saltar el censor automático de blogger
Suerte que yo tengo desbloqueador del censor de blogger (sip, cosas que tiene currar en el SD6) y te he leído todo. Pero te equivocas donde tu ********* **** ****** con un hamster, yo optaria por ******** **** ** ********** con la lengua bífida (que pa eso sois lagartos, jolín).
Y Barry, esto no es ná, tú te has perdido a Zack y a este par en sus buenos tiempos: qué guarros los tíos, si hasta se medían el calibre de lo que comen en Human Centípede. Viejos tiempos.
"si hasta se median el calibre de lo que comen…"WTF?! Y ssr cada vez que habas del centipede veo a S-S-R en pleba faena…pobre sarah…rasparan los pelacos de R.
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(uy, esto empieza a fallar)
Juass, Simon, ya no hablaré más del gusanito comedor. Pero no puedo dejar de observar que la más lista, como siempre, Sydney, que va delante…;))
Caps, mi decodificador del censor de blogger se ha cortocircuitado con tu texto. Master.
bah, es que ni Blóguer me puede…