Crítica de El Imaginario del Doctor Parnassus
Perdido en su mundo de fantasía tenebrosa, Gilliam tiene la virtud de hacer de sus películas una conjunción de conceptos y sensaciones de lo más personales e inconfundibles. Ello supone que, al margen de que puedan parecer más o menos logrados, sus proyectos tarden en ser olvidados habida cuenta del infinito universo de ideas que despiertan en el espectador, a base de un estilo propio que, además, se ha tomado el lujo de crear escuela (no son pocos los casos de películas muy Gilliam, como la reciente “City of Ember”). Los vicios tanto visuales como argumentales del director suponen una firma personal que, en mayor o menor medida, pueden reconocerse a lo largo de toda su trayectoria como cineasta, traducidos en numerosos lugares comunes, de los que, por supuesto, “Parnassus” no iba a ser la excepción.
De este modo, la película a tratar contiene elementos fácilmente identificables que van desde “Las Aventuras del Barón Muchaüsen” a “El Secreto de los Hermanos Grimm” (donde ya se encontraron Hedger y Gilliam), pero que, sobre todo, hacen recordar los episodios animados del mítico “Flying Circus”, de los que el director de “12 Monos” era responsable.
Personajes quijotescos, freaks y bribones encantadores son los protagonistas de un cuento gigante en el que la realidad se enfrenta a su reflejo en un espejo mágico, que lleva a un mundo de ensueño a quien se atreva a cruzarlo. Asistimos pues a diversos entramados, mezclados al ritmo en que se entra y sale del espectacular objeto, mientras se consume una apuesta entre el Diablo (Tom Waits) y el inmortal Parnassus (Christopher Plummer) por ver quién logra atraer a más almas.
En medio de todo el embrollo aparece Tony (Ledger, Farrell, Law y Depp, dependiendo de si el personaje se encuentra en una u otra realidad) rescatado de la muerte y con amnesia parcial, quien intentará ayudar al doctor al tiempo que busque el cariño de su hija, la jovencísima Valentina (Lily Cole) que no tarda en descubrirse como premio para el que gane la apuesta.
“El Imaginario del Doctor Parnassus” es, por tanto, un cuento de hadas, y se halla a medio entre el sueño más dulce y la peor pesadilla, tanto dentro como fuera del espejo. Dentro se nos descubre un mundo mágico, un Edén maravilloso que sin embargo se ve amenazado por la omnipresencia del Diablo. Fuera, el Diablo pierde poder, pero lo ganan el rechazo social, la pobreza y la soledad. Se trata de una película de dos cromas, el enfrentamiento entre el gris y el rojo, brillo y opacidad; reflejo anímico recurrente en el director que en esta ocasión no duda en retratar con todo lujo de detalles. Para ello, se sirve de todo su peculiar imaginario, haciendo uso de realidades cambiantes (como si de un sueño se tratara): rostros que se alteran, escaleras al infinito que se transforman en zancos, ríos en serpientes, etcétera.
Y es justamente aquí donde, al menos un servidor, no ha podido evitar comparaciones, acercando dichas fantasías a las del circo volante anteriormente citadas.
Porque en el fondo, Terry Gilliam jamás ha dejado de ser un Monty Python, y como prueba de ello, el espejo de “Parnassus” parece articularse por el mismo patrón que sus dibujos animados, suponiendo prácticamente una versión redux de los mismos (y lo cierto es que lucen de maravilla).
Por consiguiente, la película que nos ocupa es una de las más personales y arriesgadas apuestas de su director y co-guionista (junto al habitual Charles McKeown), y esto no hace sino implicar que agradará únicamente a quien conozca de antemano el universo que la rodea y que comienza hace medio siglo con el nacimiento del grupo humorista.
Y aun así, más de uno encontrará una de sus dos partes (netamente diferenciadas) decepcionante. En mi caso lo fue la primera, bastante intrascendente y tardía a la hora de arrancar, aunque con la impagable primera aparición de Ledger… ahorcado. Sin embargo, más de uno puede acabar empachándose de tanta realidad alternativa, en un segundo arco que supone un goloso ejercicio del más difícil todavía, que acelera hasta llegar a un ritmo casi trepidante, agotador en ocasiones, pero absolutamente brillante desde mi punto de vista.
En resumidas cuentas, “El Imaginario del Doctor Parnassus” no es la mejor película de Gilliam (qué buena es “12 Monos”) y de no ser por los acontecimientos que lo rodean, lo más probable es que su estreno no hubiera llegado a buen puerto. Pero es un original y amable cuento de hadas sumamente recomendable y llamado a convertirse en objeto de culto para los incondicionales del director. Lástima que en más de una ocasión chirríe tanto por la irregularidad de su ritmo como por cierta sensación de fragilidad.
Y de Ledger, ¿Qué decir? Su prematura muerte privó al cine de un actor que empezaba a demostrar grandes maneras, y “El Imaginario del Doctor Parnassus” confirma la línea ascendente que parecía emprender su carrera. El resto de actores, relegados involuntariamente a un segundo plano e incluso homenajeando al Joker en más de una ocasión (sobra el diálogo que mantienen dos de los personajes acerca de la muerte, ridículo post-it en el guión), tan correctos como cabía esperar.
7/10
Tiene muy buena pinta, y además, tienes razón, el morbo de ser el último trabajo de un mueeeerto… vamos, que yo no me la pierdo!
jejeje, no está mal, y ya te digo, si vas a verla en plan "me gusta terry gulliam", mejor que mejor: copón de película en ese caso ;)
Durante la pelicula hubo un momento en que creí que mi colega Mikel me estaba pasando un [[droga]]canuto de Marihuana[[/droga]], pero no, sólo queria la [[publicidad]]Coca-Cola[/publicidad]]. [[spoiler?]]A mi me ha gustado más lo que estaba fuera del espejo que lo de dentro[[/spoiler?]].
y yo que me alegro de ello. [/empiezas a cansar?]
ok