Crítica de In Fabric
Una filmografía loca donde las haya. Así podría describirse el trabajo de Peter Strickland tras la cámara. Las que nos han llegado de un modo u otro, casi nada: Berberian Sound Studio, sobre los efectos de sonido de los gialli italianos, The Duke of Burgundy, sobre los fetichismos y ritos sexuales, y ahora In Fabric, sobre… un vestido asesino. ¿Nada que ver entre sí? Ni mucho menos. A lo tonto, el director se está descubriendo como el más apasionado conocedor de los géneros fantástico y de terror, y se puede establecer una línea cristalina entre el trío de títulos, si se plantea desde lo formal.
Sus películas, de hecho, no son películas, sino estudios de estilo y de formas: las formas visuales y auditivas que se han empleado desde que el tiempo es tiempo para generar miedo, inseguridad, intriga… lo que toque, en el espectador. Sus argumentos jamás están en lo alto de la lista de prioridades, sino que sirven de ruedas de engranaje para un nuevo twist formal.
La única pega es que la que ahora nos ocupa, In Fabric, peca de exceso en esto último, y de redundante en lo primero.
Exceso, porque ahora la trama se pasa de frenada no tanto por gilipóllica (que ningún problema con ello, ahí está Rubber) sino por previsible e insulsa: el vestido asesino no tiene nada que no tenga la rueda asesina de Quentin Dupieux, y peor aún es que no sirve de excusa para poder tirar de otros hilos. Al contrario: cuando ya se lleva una hora de película, arranca la segunda hora que es… igual que la primera. La broma, en fin, pierde su gracia.
Redundante, porque habida cuenta de lo anecdótico de su trama, lo que queda es un estudio formal. Otro más. Y como tal sigue siendo excepcional, qué duda cabe. Asistir a la proyección de In Fabric es ver y oír a Dario Argento o a John Carpenter, rememorar Angst o incluso hundirse en las profundidades de la serie Z (y, repito… con un vestido como protagonista). Pero ya lo hemos vivido. Tres veces, con esta.
Dedicar 120 (casi) minutos a ello se torna una empresa demasiado exigente cuando, además, se trata del más endeble de los entramados de Strickland. Vale que no sea el principal interés, pero no habría estado de más.
Q&A de In Fabric en el TIFF 2018
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Un nuevo ejercicio de estilo y pasión por el género, que esta vez peca de exceso por parte de un director que empieza a necesitar de un soplo de aire fresco…