Crítica de Increíble pero falso
Pero el caso es que quien busque sacar mala leche de «Increíble pero falso» se va a dar de morros contra la verdad: empieza muy bien, con el planteamiento de una situación de infinitas posibilidades cómicas y un tono vitriólico sin ningún pelo en la lengua: estamos en un mundo donde literalmente no existe la mentira; todo el mundo dice la verdad siempre, sea cual sea, y todo el mundo lo asume, por dolorosa que pueda ser. En este mundo de fantasía, Mark (Ricky Gervais), patético hombrecillo que acaba de ser despedido del trabajo, intenta meterse sin éxito en los pantalones de Anna (Jennifer Garner), indiscutiblemente «fuera de sus posibilidades». En un momento de estrés, un par de neuronas de Mark chispan, se produce un cortocircuito en su cerebro y suelta una mentira. A partir de ese momento, él será el único ser humano capaz de manipular la verdad en beneficio propio.
La idea promete, las primeras secuencias son cómicamente demoledoras. Pero en la casa del dólar lo bueno por lo visto no puede durar, y la mala baba se gasta en diez minutos, para dar pie primero a una comedieta pseudoindie casi costumbrista. Segundo, a una comedieta sentimentaloide. Tercero, a una comedieta romanticona, pseudoindie, costumbrista y sentimentaloide.
Lástima de las gordas, porque todo apuntaba hacia algo grande: Para empezar Gervais se hace acompañar de un impresionante reparto de rostros eminentemente televisivos de solvencia cómica contrastada, algunos incluso auténticos animales de la comedia. Apuntad: Jonah Hill, Tina Fey, Jeffrey Tambor, Louis C.K., Jason Bateman, Martin Starr, Philip Seymour Hoffman o el propio Stephen Merchant. A los que hay que añadir una Jennifer Garner ya especializada en papeles de idiota adorable, un Rob Lowe como el guaperas de turno y una Fionnula Flanagan haciendo de Fionnula Flanagan.
Además, los primeros compases de la película apuntan hacia una feroz crítica de una vida aburrida, previsible, sin sorpresas. Una sociedad hiperbólica que actúa como metáfora de la nuestra propia, de relaciones prefabricadas y correcciones políticas forzadas.
Y no dejan de haber durante la película destellos de genio, momentos brillantes por demoledores o simplemente de gran olfato cómico: puesto que estamos en un mundo donde la mentira simplemente no existe, las películas de ficción tampoco se conciben, con lo que la gente se entretiene viendo a un elegante señor recitando pasajes de la historia sentado en una silla. Y no sólo eso, el propio Mark trabaja como guionista de la productora Lecture Films y se encarga de guionizar el aburrido y desprestigiado Siglo XIII.
Otro ejemplo, la conversación que mantiene Mark con un guardia de tráfico que le confiesa «sentirse aliviado por no haber parado a un negro» y que en realidad, el poner multas «le excita sexualmente». O el momento en la residencia de ancianos, especialmente ácido, con los propios vejetes soltando frases del estilo «me dan unas pastillas que lo vuelven todo naranja» y los médicos «debería despedirse de su madre porque va a morir esta noche».
Pero para desgracia del espectador, toda esta bilis termina diluida, porque el sentimentalismo más fofo no tarda en asomar: además de convertirse en un asqueroso romántico empedernido con ánimo de encontrar el «amor verdadero» y demás chorradas, Mark decide usar su «don» para hacer el bien: ayuda a los pobres, es compasivo con los desfavorecidos; se convierte en un ser generoso y honesto basado en la «mentira piadosa» y cuyas «mentiras egoístas» no son más que desgraciados deslices.
Y ya puestos en este terreno, habrá pensado Gervais, abramos la caja de Pandora de los mensajes positivos y la moralina familiar. Y la lista de valores se las trae. A saber: El dinero no da la felicidad. La belleza está en el interior de las personas. La mentira no conduce a nada bueno. O Dios tiene un trabajo complicado, amigos, no seamos demasiado duros con él (y eso que Gervais es de un ateo que tira de espaldas…).
Para más inri, la parte romántica es tópica, previsible y merengada a más no poder. A veces tanto que hasta parece paródica: ojo a la escena en el banco del parque, que se pretende cómica, patética y triste a partes iguales y termina pareciendo sacada de un drama de amoríos adolescentes High School.
Una lista de despropósitos demasiado acentuada como para destacar por encima de ella las innegables virtudes de la película.
Por mi parte añadiré a Ricky Gervais a esa lista de «directores en standby«: pese a lo enorme de «The Office» y «Extras», el británico aún tiene mucho que demostrar en cine. Así que en honor a su currículum, lo que es yo, lo sitúo en una casilla cero y a ver con qué nos sale la próxima vez.
5/10
Alucina vecina porque Góngora vive, vivae…me ha encantado el prólogo, sólo te ha faltado mencionar en la fase del gafapastismo el corto "coolness" y el golpe hubiese sido de efecto.
Coñas a parte, hay gente que no sabe dar el salto de las series al cine y más comúnmente no sabe hacer cine y se mete a hacer series pero Gervais lo vale y es una pena el resultado por lo que dices.
Me encanta "The Office" (UK>US Version) y "Extras" así que iré a verla aun con lo que me has contado y quizás lo que más me duela sea ese humor sentimentaloide tópico del que parece termina haciendo gala cuando Gervais "series" es mucho más que todo eso.
P.D. Sacrilegio el no acordarte del "Studio 60" de Sorkin que personalmente me parece mucho mejor que sports night.
P.D. 2. No trago a Apatow y los de su "calaña" salvo contadas excepciones.
Se te saluda con la efusividad habitual, muchacho.
Y se te pide disculpas por el error de "Studio 60", imperdonable por mi parte. Sí, me la he olvidado. Así como te lo digo, llana y simplemente.
Pero cuelo como excusa que "El ala oeste" es mucho más compleja en su mastodontismo, y que además "Studio 60" fue cancelada.
Nada, meros pretextos baratos para esconder la realidad: "El ala oeste" era una gran mansión que tenía de todo y todo de la máxima calidad, pero "Studio 60" era un cuco chalecito de diseño con todas las sofisticaciones posibles y con muchísima más "coolness" (ey, lo he colado, con calzador, pero lo he colado, jeje).
Puestos a vivir, siempre me quedaría con el chalecito, claro.
Pero que no salga de aquí
¡Salud!
(ah, unas horas después, ya pasado el disgusto, yo sigo idolatrando a Gervais; ve la peli y nos comentas qué tal)
No claro el Ala Oeste es otro mundo claro está y me dolió mucho que cancelaran Studio 60 y por cierto, eso de con calzador…no se si se da por buena y se dice "trendy".
P.D. Sabía que el bueno de Gervais no podía despertar indiferencia ni apatía por su trabajo^^