Crítica de Insensibles

Ideas potentes. Sonará a perogrullada, igual hasta a concepto un tanto vacío. Ideas. Potentes. Pero uno tiene la sensación, ante tanta producción nacional inscrita en el género fantástico que, a las buenas obras siempre las han caracterizado justo eso, ideas poderosas. Que, al final, los productos que bien juegan a la suplantación de producciones foráneas (o todo lo contrario, la huida de los referentes como de la peste) o bien pretenden limar sus aristas para llegar a un resultado lo más aceptable por el gran público quedan en nada si no concretan sus propuestas en buenos momentos, en memorabilia, en relámpagos de genio o destellos de brillantez.
Y justo, justo eso es de lo que puede presumir Insensibles. También se le pueden achacar unas cuantas cosas más, no tan buenas, pero sólo por el repertorio de ocurrencias felices y de muestras de lo que tiene que ser una mente bien engrasada para el suspense, sólo por eso la película ya puede ganarse con holgura nuestra simpatía.

Vayamos por partes; y sacudámonos ya los peros, aquello que probablemente se le achacará a la película. Porque esto es una ópera prima, y como tal no va librarse del rapapolvo basado en la tesis de que el realizador Juan Carlos Medina debe pulir aún sus flecos. Y es cierto, claro que sí, pero a ver quién factura como carta de presentación una obra tan sólida como esta. El caso es que efectivamente faltaba afinar: Insensibles es una obra compleja y altamente ambiciosa. Un intento de explicar una historia a dos bandas, mediante dos líneas temporales, una durante la Guerra Civil y la postguerra y la otra que transcurre en la actualidad, que inevitablemente tendrán que terminar convergiendo. Y he aquí el problema. Primero, que el asunto se huele a distancia. Segundo, que algunas secuencias terminan siendo un tanto accesorias, reiterativas casi.

No obstante, los planteamientos, los cimientos se plantan de manera estudiadísima, y cada una de las dos líneas tiene el tiempo necesario para coger potencia y tomar vida propia y empuje singular. Así que al lado de la considerable fuerza del desarrollo argumental, se perdonan este tipo de pequeñas inexactitudes. Porque, al fin y al cabo, Insensibles busca crear suspense, y lo logra con creces.

Porque simplificando esto es una clásica búsqueda de la verdad por parte de un personaje (un neurocirujano interpretado por Àlex Brendemühl) que descubre que podría tener lazos con un grupo de niños que, afectados de un raro síndrome que anula la sensibilidad al dolor, fueron encerrados en un asilo en la los Pirineos catalanes de los años 30. Lo cuál sirve, claro, para tejer una nueva reflexión sobre la memoria y el olvido. Sobre la necesidad de cerrar las heridas, pero también de haberlas curado previamente para evitar la sepsis. Un nuevo enfoque, desde el punto de vista del fantástico, del tema de la memoria histórica. Y aquí entra un cierto relativismo: afortunadamente el realizador y coguionista no cae en las descripciones maniqueas y coloca a los niños desamparados en un entorno bélico hostil, donde quien empuña un arma, sea republicano o nacional, automáticamente se convierte en un lobo. Lo interesante, que esos niños no son en el fondo tan desamparados. Y que el impacto de la violencia en ellos es distinto. Sin entrar a desvelar en exceso, en este momento, Juan Carlos Medina sube la apuesta y convierte su relato en una historia sobre el génesis del monstruo, y lo hace mediante ese Berkano, poderosísima figura que actúa como metáfora de la deshumanización -del proceso de degradación de la persona en un contexto de guerra- y como principal asidero formal.

Pero es sólo uno de los varios aciertos visuales de una película que en todo momento se muestra segura y firme, que hace gala de una fotografía e iluminación poderosas y que si bien cae en algún momento de ocasional exhibicionismo estéril, en general se guarda para sí, y retomo lo que decía en un principio, imágenes para el recuerdo. Recursos y soluciones afortunados de los que quedan una vez se ha acabado la función, una vez los hilos han quedado atados y las historias más o menos ligadas.

Geniales chispazos que, sospechamos, no son de generación espontánea: todo esto tiene que traer consigo cosas muy buenas. Demos un poco más de cancha a Medina, que el tipo empieza muy, muy bien y pensar dónde puede llegar produce vértigo.

7’5/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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