Crítica de Intruders
¿Señal de salud o anquilosamiento creativo? Un poco de cada, quizá. Que jóvenes realizadores españoles, de esos que han nacido en, crecido entorno y mamado mucho cine fantástico, terminen haciendo una carrera allende nuestras fronteras tirando a vigorosa es buena señal, por supuesto. Y motivo de alegría: Hollywood/el mercado internacional entiende poco de nacionalidades, no discrimina a un francés de un alemán de un español si demuestran oficio y empuje. Y es capaz de poner a su servicio la maquinaria de turno para llegar al producto competente.
Y además todo esto viene a confirmar que nuestras sospechas se equivocaban de medio a medio: si creíamos que en España somos un hatajo de lerdos a la hora de pergeñar buen cine comercial, todo ello era puro problema de autoestima. No, si queda demostrado que el raquitismo de nuestra industria es por motivos que poco tienen que ver con la pericia técnica de los realizadores, podemos respirar tranquilos: Collet Serra, los hermanos Pastor o Juan Carlos Fresnadillo son gente tan solvente como quien más.
Pero no echemos palomas al vuelo. También es cierto que pocos han sido los productos realmente destacables (intachables mucho menos) que ha generado esta tendencia. Y de nuevo hay que exculpar a los realizadores de (casi) toda responsabilidad. Por lo menos antes de saber hasta qué centímetro de las canillas han tenido que bajarse los pantalones, pobres creativos pisoteados por la bota del mainstream. Pero sea como sea, ninguna de ellas es una gran película, eso seguro.
Tampoco lo es esta Intruders que ahora nos llega con rodaje intercontinental (España a medias con Gran Bretaña) y cabeza de reparto foráneo: Clive Owen, potente reclamo, infalible certificado de «internacionalidad». Mas la participación de Pilar López de Ayala, de un tiempo a esta parte, garantía de buen hacer, Daniel Brühl o Kerry Fox. Presupuesto generoso, campaña promocional de aúpa y aura de Next Big Thing del género.
Así que lo primero que se espera de Intruders -más conociendo la carrera de su director, Juan Carlos Fresnadillo, desde que tonteaba con la Academia de Hollywood ya gracias a su primer corto-, es lo primero que se obtiene: su factura es impecable. Casi irreprochable. Intruders no es un dechado de originalidad ni inventiva, ni supone un derroche de personalidad visual, pero se mueve con comodidad en el terreno de lo solvente. Fresnadillo, aun no convirtiéndose en la punta de lanza del género que esperábamos que lo convirtiera Intruders, sabe crear atmósfera, generar tensión y acompasar su planificación a las demandas dramáticas, se mueva la cinta en el terreno del suspense, del terror vieja escuela, del cuento infantil o del puro drama familiar.
Y logra, a golpe de genio, que de eso va sobrado, un espectáculo con peso audiovisual y momentos bien resueltos a nivel puramente formal. Buen material de un mañoso orfebre que parece tenerlo todo bajo un estricto y minucioso control. Ahí, por ahí sí, Intruders es un producto resuelto, más que digno.
Su problema, y no es moco de pavo, se encuentra en un guión tropezado, irregular, patoso. Que no termina de saber enlazar lo que ocurre para crear un todo fluido y con ello construir una escalada dramática en crescendo. Al contrario, la historia va divagando, quizá confiando demasiado en un cierto giro argumental que deberá salvar los trastos. Pero que al no estar sustentada sobre una base sólida (esto es, excitante, emocionante), al final termina siendo un elemento más en una trama poco inspirada.
Una especie de cuento de hombre del saco (Hollowface, para el caso) que va perdiendo fuelle a medida que se va dilatando a lo largo de unos minutos excesivos, todo sucesos de escaso o nulo interés dramático.
Así, el libreto de Nicolás Casariego y Jaime Marques esboza, picotea sin profundizar, en el drama paternofilial, en la recuperación de un tono horrorífico muy «como los de antes» pero poco renovador (apela al terror gótico y a una presunta puesta al día del horror infantil), en el tradicional conflicto fe/ciencia y hasta en los vericuetos mentales de las psicopatías más o menos acordes con los tópicos del género. Un poco de psicothriller, otro poco de fábula macabra, algo de slasher ochentero sin sangre. Y así.
En otras palabras, un puntito de Hitchcock, otro de Burton, otro de Polanski, otro de Fisher y otro de Shyamalan. Pero poco, o muy poco, de esa supuesta nueva voz que debería espetarnos, a voz en grito, que Intruders es el bombazo fantástico que no te puedes perder y que Juan Carlos Fresnadillo es el tipo al que te va a encantar haber conocido.
Al final, más de lo segundo que de lo primero, claro.
4’5/10
Nicolás Casariego: "Intruders se me ocurrió porque estoy todo el día pensando idioteces"
Pues eso. Qué pena. La razón por la cual buenos, buenísimos directores (artesanales, finos, meticulosos, elegantes) se dejan embaucar por guiones mediocres y torpes es algo no me entrará nunca en la cabeza. Quizá son eso, arquitectos brillantes que no han leído una buena historia en su puta vida… o tienen la sensibilidad atrofiada, o puede que se hayan visto obligados por la productora… en fin, no escribo más que me encabrono.
Juas, bonita forma de cavarse su propia tumba… yo la veré en SItges, pero vamos, ganas pocas. Y eso que al principio la esperaba con ganas (valga la redundancia)…
Nada, perded toda esperanza. No es un desastre absoluto, pero vamos…
Álex, aquí y ahora me declaro fan de tu comment, quelosepas
La pelicula la vi hoy y es genial!Tiene un principio alguno simple, calmado y aburrido(como muchas otras peliculas)pero mas tarde entra la acción!.El final…bueno,solo digo que es sorprendente!
Último Anónimo, te he editado el comentario: hay que ir con cuidado con los spoilers…
Gracias por participar, en cualquier caso
*** Anónimo dijo…
A mi me ha gustado mucho, el giro final y en lo que implica es muy interesante [SPOILER] (y no me refiero a la union de las historias) [FIN DEL SPOILER] y te vas a casa con algo sobre lo que pensar.
La he visto hoy y está muy bien filmada, pero me gusta más lo sobranatural…no se si se me entiende sin destripar nada jeje.
Menudo bajon…Juan Carlos Fresnadillo me parece el mejor de los directores que han saltado el charco (vertical u horizontalmente), su 28 semanas despues me parece una obra maestra. Aquí…lo que comentas, sabe salir al paso con algún toque de clase, pero ni comparación con su anterior trabajo donde los momentos de puro y mágico cine abundan. La historia hace aguas por todos los lados, he descubierto el "sorpresón" a los 20 minutos (SPOILER-cuando creando la marioneta del Carahueca, el padre dice "PERFECTO" así en castellano-SPOILER).
Los actores están bastante correctos a excepción de Carice Van Houten que patina, derrapa, y se estampa.
Nos toca esperar al siguiente trabajo del canario para ver si 28 semanas fue solo un desliz.
jejeje… te lo dije o no te lo dije? Que no podías decir nada antes de haber visto la peli? Te lo dije o no? Eh? Eh?
Ey que una cosa no quita para otra…lo que yo dije fue que no me creia que fuera el peor director de año, que me parecia imposible (a no ser que de repente pierda todo su talento…que es mucho)…no es su mejor trabajo, pero no es un mal trabajo.
Pero es que los Yoga (y los Razzie) no están sólo para premiar lo peor en absoluto del año, sino también las mayores decepciones. De hecho, cuando premian lo segundo es cuando tienen más valor y más razón de ser. O sea, que premien a Adam Sandler como peor actor del año (lo comentábamos Bluto y yo hace unas semanas en petit comité. Creo que deberíamos grabar todo lo que nos decimos!) no tiene mérito. Que se lo den a Johnny depp, el permio, sí. Aunque seguramente el suyo no sea el peor trabajo en absoluto, sí puede ser la peor mierda que haya ehecho el actor en su vida, algo inesperado e insultante.
Cambia Johnny por JCF, actor por director, y ya lo tienes