Crítica de Invasor
Experiencias televisivas aparte, la carrera de Daniel Calparsoro daba un vuelco interesante hace una década, cuando aparcaba los dramas sociales que le habían dado cierto prestigio (muy brutal su Salto al vacío) y tomaba un camino que atraviesa transversalmente desde entonces el cine de género. Llegaba por entonces la irregular Guerreros, que suponía un primer contacto con el cine bélico al que siguió algún escarceo con el fantástico (Ausentes), y ofrecía nuevas posibilidades estilísticas a un cine español que no renunciaba a unas ciertas aspiraciones artísticas pero tampoco a su vocación comercial. Es un poco en el contexto en que se inscribe su nueva propuesta, Invasor. Y, como en sus recientes experiencias, desafortunadamente vuelve a salirle a Calparsoro un producto lejos de la perfección.
Pero si algo cabe reconocerle al director criado en donostia es una limpia claridad de ideas. Es fácil adivinar hacia dónde quiere enfocar sus productos, y estos siempre responden a lo esperable, no tanto en resultados como en aspiraciones. Aquí, estamos ante un drama con tintes bélicos que termina desembocando en un thriller urbano con alcance moral.
Concretemos: tras una accidentada misión en Irak, dos médicos del ejército español se enfrentan a sus heridas físicas y psicológicas relacionadas con un incidente turbio, el asesinato de una familia presuntamente de terroristas. No conviene destripar más, que el director juega a una cierta sorpresa mediante un tono de imprevisibilidad basado en los principios de un hombre contra el sistema. Efectivamente, esto es una historia quijotesca para un personaje que busca la verdad, que pretende encontrar una justicia más cósmica que real. Para Calparsoro, la sociedad española sigue corrupta, intoxicada por intereses, más pendiente de barrer la mierda bajo la alfombra que de respetar los principios del derecho básico. Y el blanco, más concretamente, se fija sobre las fuerzas armadas tanto como sobre los grandes estamentos y la clase política, que a menudo, cree el realizador, ejerce su poder mediante brazos ejecutores en la sombra.
Todo esto, irremediablemente, apunta hacia aquellos thrillers de los 70 que ponían al hombre contra el sistema, en una lucha de David contra Goliat en la que no siempre ganaba el pequeño. Pero donde persistía la paranoia y el pesimismo hacia las nuevas estructuras de poder -mejor dicho, las viejas estructuras ahora puestas en evidencia gracias a las nuevas comunicaciones-. Y donde se barajaba, cosa que también ocurre en Invasor, la aventura personal del protagonista con sus propios sentimientos de responsabilidad, culpa y la obligación de hacer «lo correcto».
La segunda rama de la historia (obviando una tercera: el drama familiar) la conforman las muy musculosas secuencias de acción, de factura impecable y una tensión bien llevada por una realización que pretende asemejarse al modelo angolsajón; más concretamente, muchas secuencias recuerdan al Greengrass de Green Zone: Distrito protegido en el frenetismo de su planificación y montaje, en la tensión rítmica de las secuencias y en el trabajo de fotografía y color, de alto contraste y granulado. Un trabajo de mimetismo logrado y bien llevado que dota de velocidad y cuerpo al resto de la historia mediante los numerosos flashbacks que nos llevan de nuevo a Irak, dosificando la información para construir el drama personal de la pareja de soldados protagonista.
Pero, a pesar de que los elementos temáticos y formales son los adecuados y de buenas a primeras parecen estar bien ordenados, algo falla en la película y al final la cosa hace aguas, se desinfla, pierde interés, definición, fuerza y peso específico.Y aquí atendemos a una falla de las gordas: Invasor simplemente chirría en demasiados puntos claves de su guión. Y es que la cosa renquea en lo atropellado del drama personal, y en cómo se da solución a algunas secuencias en concreto. Y no mejora en lo burdo del dibujo de algunos personajes ni en lo desacertado de sus interpretaciones (el personaje de Karra Elejalde, magnífico actor en circunstancias normales, no encuentra su tono). Tampoco ayuda lo increíble de algunas situaciones, poco o mal explicadas y menos coherentes, ni esa conclusión tan (acertadamente) pesimista como poco probable, tan poco sustentada dramáticamente.
Al final, no sé exactamente qué tiene de bueno, o qué no, la película. Pero en cualquier caso, la sensación que transmite es de descontrol, de mescolanza torpe de elementos que podrían haber funcionado, de desnortamiento en el tono. Por supuesto, Calparsoro es un tipo interesantísimo, un estupendo artesano y un hombre que maneja unos referentes que a pocos les importaría compartir en una charla intensa delante de una taza de café o una caña.
Pero sea como sea -y perdonad si suena algo esquemático y reiterativo- Invasor, por un montón de detalles poco visibles, sensaciones y borrones narrativos, simplemente no funciona.
Making of de Invasor
Y en el Blu-Ray de Invasor…
Paramount distribuye en España la penúltima película de Daniel Calparsoro (y primera de las colaboraciones con Alberto Ammann) y lo hace con una edición en Blu-Ray de calidad acorde con el impacto audiovisual de la misma. Otra cosa no, pero Invasor entra por los ojos gracias a esa fotografía quemada, a sus explosiones y su montaje frenético à lo Bay. Por este motivo, necesitaba de una imagen depurada y nítida, de máximo detalle y mínimas molestias en forma de grano, ruido o pixelaciones. Es lo que da Paramount con la versión en alta definición de la película, espectacular en este sentido tanto como en el apartado auditivo, de igual importancia y que se ofrece en forma de master DTS-HD 5.1 tanto para la versión en castellano como para su doblaje en gallego.
En cuanto a los extras, el Blu-Ray de Invasor incluye un trailer completo y un teaser, además de un documental de 10 minutos sobre las localizaciones titulado, de hecho, A Coruña como localización), y una carptea de cápsulas que incluye miniclips de entre tres y un minuto dedicados a diferentes aspectos del proceso de creación de la película. Los títulos son los siguientes: El Montaje, El Proyecto, El trabajo del director, Presentación de actores, Efectos de maquillaje, Rodaje del primer plano, Efectos especiales. Material añadido correcto, sin más, pero cuyas carencias se ven claramente compensadas por su espectacular apartado técnico.
Valoración de La Casa
En pocas palabras
Lástima, sobre el papel, Invasor lo tiene todo de cara para triunfar. Pero no acaba de cuajar: aquí y allá son numerosos los detalles que chirrían hasta acabar hundiendo una producción ambiciosa, pero no por ello menos fallida.