Crítica de Io, Don Giovanni
De un tiempo a esta parte, Carlos Saura se ha empeñado en buscar con sus películas una nueva dimensión, horizontes que rebasen los límites de la pantalla y busquen asociación con pintura, música o teatro; entre sus últimos trabajos, comparten tales inquietudes “Goya en Burdeos” o “Buñuel y la mesa del rey Salomón”. “Io, Don Giovanni”, que llega a las carteleras españolas tras un año entre bambalinas, se suma al grupo y busca abrazar cine, teatro y ópera en un experimento menos acertado de lo deseado, pero no por ello exento de interés.
Con un reparto de actores en su mayoría desconocidos, esta co-producción italoespañola toma como eje argumental la composición del célebre “Don Giovanni” de Mozart y da Ponte, para indagar en las vidas de los autores por una parte, y en su entorno -condicionado por la época de transición social en que fue concebido- por otra.
Como era de prever, se crea enseguida un discurso multidimensional donde la gestación de la obra altera la vida de sus artífices, y ésta a su vez influye en la obra; pero también se abre la veda al metacine, pues Saura no tardar en catapultar sus ideas desde el siglo XVIII a la situación actual del arte en general y el cine (que no deja de ser hermanastro del teatro) en particular. Llega incluso a descargar una parábola sobre los remakes, tal es su esmero por la universalidad de un discurso teóricamente carente de ubicación temporal.
De este modo, la producción también acaba perdiendo su condición de película para convertirse en una inclasificable mezcla de técnicas propias de teatro, iluminaciones falseadas, y actuaciones líricas.
En concreto, “Io, Don Giovanni” se ubica en su práctica totalidad dentro de los límites de un escenario, siendo sus exteriores grandes telas pintadas, y sus planos generales cuadros del lugar en cuestión. Una suerte de batiburrillo entre el Von Trier de “Dogville” y el propio Saura de “Goya en Burdeos”.
A tan laborioso reto (autoimpuesto por otra parte), el director de “¡Ay, Carmela!” responde con un trabajo barroco, con el exceso como principal dogma, de manera que fondo y forma se lleven de la mano y contribuyan a la elaboración de una nueva descripción de esperpento. Todo en el film se exagera, se distorsiona a veces incluso hasta el paroxismo por voluntad expresa de su principal responsable -quien además de dirigir, firma el guión: desde el aspecto visual hasta la exaltación de estados anímicos (véase la iluminación de la escena cuando da Ponte descubre a su particular Beatrice); desde el montaje rebuscado a la caracterización de personajes (atención a la figura de Mozart).
Lamentablemente, no son pocas las veces en que “Io, Don Giovanni” se lesiona con sus propias armas, y no sólo provoca ciertos reflujos de hortera cursilería, sino que acaba por demostrar que muchos de los excesos de Saura son totalmente vacuos. Y quizás el problema resida en el propio cineasta, que por tomarse demasiado en serio a sí mismo, en ocasiones parece dispuesto a dar toda una lección de altisonancia y pedantería.
Que antes haya definido su discurso como atemporal tan sólo a nivel teórico, es porque al film le siguen sobrando un buen puñado de manías del director, y tanto por ciertos pasajes de guión como por recursos formales, muchos de sus minutos acaban pecando de añejo.
Desde luego, poco ayudan las carencias que se destapan en la estructura base de la cinta, cansina y generadora de un ritmo latoso en demasía. Da la sensación de que el metraje se dilata de forma injustificada y, al final, el interés del espectador acaba por ir y venir según se trate la vida de los personajes o la creación del “Don Giovanni”.
Como decía al comenzar la reseña pues, a la vista está que el experimento no ha salido todo lo bien que debiera.
Sin ir más lejos, un fallo mucho más básico de los tratados hasta ahora reside en la errónea selección de casting, que se topa con actores más bien limitados a quienes se descubre recitando sus textos de memoria en más de una ocasión. Y no les ayuda, por más que potencie esa extraña sensación de vaga (onírica) irrealidad, el doblaje que reciben tanto los que no hablan en italiano como los que supuestamente interpretan la obra
Aún más dudoso es el clímax final, que de tan apoteósicas pretensiones acaba pasado de vueltas y alzándose como una pequeña traición a los objetivos formales planteados hasta ese momento.
Pero en general, “Io, Don Giovanni” acaba sanando de sus heridas y sacando a relucir sus logros, alcanzados por vía de un estilo distinto, sorprendente y arriesgado. La gestación de la obra basada en la figura de Don Juan se antoja además interesante y se desarrolla con atino, contando con momentos realmente logrados a los que se liga, huelga decirlo, una base de partida excelsa (el trabajo original de Mozart es un regalo para los oídos). Seguramente no convenza a todos, pero como el propio Saura se encarga de recordar, al final lo que realmente importa es que una obra rompedora -sea canción, cuadro o película- acabe cuajando a alguien, y ésta lo hace.
6,5/10
Buena,bonita y barata.
Lo mejor:la sensualidad de Leparello cuando "palpa" el que hará D.Giovanni.
Realismo ante Hollywood-Forman.
Saura,sigue así "t'he conegut sempre igual com ara"…es decir fotógrafo de la realidad.
Santi C.
Hola Santi C,
ya digo, me pareció bastante interesante, y una película que merecía mejor suerte en pantalla (por lo que sé de unos amigos, tampoco en Italia saben nada de ella, pese a que, creo, se estrenó el año pasado).
Ahora bien, fotógrafo de la realidad y esta película tan irreal no acaban de sonarme demasiado bien en la misma frase!! La vaig trobar ultra-alterada, molt barroca i gairebé esperpèntica! (i ojo, que és el que més em va agradar)
Saludos, y gracias por pasar!
Sí, sobre todo, el respeto que tú demuestras para con los demás, Capitán Spaulding, el que me demostraste en su día en mi blog… No sólo eres un crítico de cine pésimo, execrable, sino un payaso y un mequetrefe de la peor especie… censura esto si te apetece, me toca la genitalidad que lo hagas, sólo añadir que tu gusto cinéfilo es como tú: ¡deleznable!
¡Qué tengas un buen día!
Por amor de Dios.
Querido Ajustedecuentas, procedo a explicarte someramente en qué consiste esto de La Casa de los Horrores.
La Casa de los Horrores es un modesto espacio de crítica de cine en el que dos personas, Capi y un servidor, exponen de manera pacífica, ordenada y respetuosa sus impresiones sobre el séptimo arte.
De modo más acertado o menos, pues sí. Aquí nadie se las da de crítico profesional, ni nada por el estilo. Simplemente escribimos como mejor sabemos, y quien quiera es libre de leernos o dejarlo de hacer.
Otra cosa que es La Casa: un sitio donde intercambiar opiniones de forma tranquila, ordenada y respetuosa. Un lugar de quedada en el que varios miles de cinéfilos nos encontramos a diario (sí, varios miles a diario) y charlamos casi casi como amigos.
Lo que no es La Casa: un lugar donde exponer rencillas y resquemores personales con los que todo el resto del mundo no tenemos, ni queremos tener, ningún contacto. En otras palabras (y perdona la mala educación, será la única vez que sea grosero): me suda soberanamente la polla tus conflictos con el Capi. Los demás no tenemos por qué soportar mierda de este tipo y tus amarguras vitales (fíjate que eres de los pocos que parece realmente frustrado por aquí) no importan un carajo a nadie.
Así que la mala educación, la vulgaridad y los insultos en general te los puedes dejar en casa, que, repito, aquí no le interesan ABSOLUTAMENTE A NADIE.
Y no, no te vamos a banear, no te preocupes. Aquí sólo baneamos los mensajes de spam. Los artefactos como el que has escrito tú los dejamos, bien claritos y a la vista de todo el mundo. Para que queden bien retratados. Es más, he decidido que el tuyo va a ser el Mensaje del Día. Ahí lo tienes, en portada y para que todo el mundo pueda leerlo perfectamente.
Gracias por tu participación
Te olvidas de lo más importante, Bluto.
¿Quién coño eres? Entras como anónimo, escribes desde una blackberry….
Un momento, pero… ¿ni siquiera conoces a este tío?
Esto es ya surrealista…
No no, no me suena de nada. Como no sea uno de los alumnos de ese colegio de mi madre al que van "niños especiales", no caigo…
A mí sí que me suenas tú, Capitán Spaulding, tú y yo tenemos una cuenta pendiente desde hace años, desde que entraste en mi blog de cine, porque sí, yo también hago mis propias críticas cinematográficas, y todo ese respeto que ahora pides para ti y tu blog, te olvidaste que existía para conmigo y para con mi blog.
Ni siquiera sabía que tenías un blog de cine, te tomé por uno de los incontables pirados que pululan por la red insultando y vejando a los demás, porque así creen revestir de razón a su sinrazón, pero el otro día tuve la oportunidad de toparme, casualmente, contigo en este post y, al visitar tu perfil me dije: "sí, es él, no me cabe la menor duda, no puede haber otro misántropo con el mismo nombre".
Y si te parezco "anónimo" sólo tienes que hacer un poco de memoria, porque sí que me conoces…
Con respecto a ti, Blutarsky, no tengo nada, ni tampoco contra el blog, sólo contra tu antipático compañero. ¡Agur!
no te pido respeto en ningún momento
hablas de un blog en el que entré hace años y donde tienes tus críticas. Dónde está? No lo veo por ninguna parte
sí, hay muchos nicks iguales o parecidos al mío, y seguro que muchos de ellos serán tan misántropos como yo.
tan fácil era descubrir que tenía un blog como haciendo click en mi link el día que supuestamente te dejé ese comentario. Si no lo pudiste hacer es porque el usuario es otro
no pienso hacer memoria. O me lo cuentas o dejas de tocar los cojones. Insisto, no te estarás equivocando? de cuántos años hablas?
sigues siendo tan anónimo como cualquiera que no tenga perfil ni haya entrado antes por aquí.