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Crítica de It Follows (Te sigue)

Y cuando creíamos que el género ya estaba tirando a muerto, llegó la revolución. Un poco como siempre, en verdad. Hace algunos años ocurría algo parecido a lo de It Follows (Te sigue) con la rompedora (a la par que, ejem, sobrevalorada) Donnie Darko: se le endosaba la etiqueta de película de culto a una propuesta que llegaba en el momento justo y calando más o menos como debía. Esto es, una generación entera de consumidores de cine afectada por una cinta de marcada ciencia ficción más o menos lograda, pero que tenía la santa capacidad de hacer pensar al respetable. Y una relevancia progresiva, un peso para la historia del séptimo arte que ha ido tomando forma cual bola de nieve, siendo inicialmente ignorada para ser, después, una de las películas más importantes de los dos miles. Sobre la repercusión económica de la que ahora nos ocupa no nos pondremos a hacer cábalas ahora, ni sobre su futuro en los anales, pero sí sobre la importancia inmediata de lo nuevo de David Robert Mitchell, que vuelve al trabajo cuatro años después de la hiperindie The Myth of the American Sleepover. Y es que llega una más de terror puro, pero con la capacidad de revolver el género para darle una frescura que ya se creía imposible.

De su argumento cuanto menos se sepa mejor, más que nada porque la propia cinta apuesta por dejar muchos cabos por atar. Sobre el papel, lo dicho, canónico a más no poder: de la noche a la mañana, una joven (Maika Monroe) es perseguida de manera constante por algo (y ya hemos avanzado demasiado). La premisa de siempre, que además conforme se va desarrollando lanza un discurso entre líneas que tampoco se aleja, en absoluto, de las leyes tácitas del universo que pueblan Krueger, Myers y exploits varios de la serie B hasta la Z. Remata la faena una banda sonora descaradamente ochentera que da las pinceladas finales a un marco deudor de esa década (el típico vecindario de casitas unifamiliares de los USA) y, por tanto, enésimo definidor para un film que no esconde, sino que más bien farda de su condición de género. Y ya con el tablero establecido, libertad total para jugar con el respetable. Ahí está la gracia de It Follows: en seguida establece un vínculo de lo más intenso con el espectador mediante una estudiadísima dosificación de la información, entregada a cuentagotas y, como se avisaba al principio, dejando voluntariamente alguna pregunta por responder para abrir la puerta a la interpretaciones y teorías. Bueno, por eso, y por una narración exquisita por parte de Robert Mitchell.

Y es que al margen de la actividad neuronal que quiera uno emplear durante el visionado (al fin y al cabo, tampoco es que hablemos de un experimento, ni de galimatías de ningún tipo: si se quiere, puede seguirse perfectamente como un mero relato sobrenatural), fuera de toda duda queda la gran capacidad de la película por generar sensaciones de lo más intensas, suponiendo una escalada constante de tensión de poco más de hora y media que acaba con los nervios por las nubes. Su director explota con éxito todos los rincones muertos que puede ofrecer un plano, fuerza al público estar pendiente de todo lo que ocurra en pantalla al margen de la acción central, buscando pistas pero también un escondite en el que refugiarse de la taquicárdica pesadilla por la que los protagonistas deben pasar (sin demasiada suerte, claro). La película genera inseguridad en definitiva, y con ello, acaba dando mucho más miedo que muchos de los exponentes del género limitados a sustos repentinos.

Que sí, que al final esto es Sitges, festival que se presta a los hypes. Pero a un servidor le da que en It Follows hemos ido a dar con una pequeña revolución cinematográfica. Cine de género, con el entretenimiento por bandera pero también una sana vocación por hacer pensar (un poquito). Por lo menos el beneficio de la duda, ¿no?

 

 

 

Valoración de La Casa
  • Carlos Giacomelli
4

En pocas palabras

Una sorpresa allá donde menos cabía esperarla. Desde su aspecto indie y de cine social-millennial, It Follows acaba siendo una pesadilla como pocas.

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En diciembre de 2006 me dio por arrancar mi vida online por vía de un blog: lacasadeloshorrores. Empezó como blog de cine de terror, pero poco a poco se fue abriendo a otros géneros, formatos y autores. Más de una década después, por aquí seguimos, porque al final, ver películas y series es lo que mejor sé hacer (jeh) y me gusta hablar de ello. Como normalmente se tiende a hablar más de fútbol o de prensa rosa, necesito mantener en activo esta web para seguir dando rienda suelta a mis opiniones. Esperando recibir feedback, claro. Una película: Jurassic Park Una serie: Perdidos

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