Crítica de It’s Such a Beautiful Day

It's Such a Beautiful Day

Don Hertzfeldt ha experimentado una carrera meteórica imparable como una de esas figuras que se potencian al albor de Internet y se disparan con el sharing de links. Youtube ha servido como el terreno idóneo sobre el que compartir las creaciones minimalistas e histéricamente graciosas de este animador californiano, y de ahí la cosa ha llegado hasta las altas esferas: en el año 2000 era nominado al Oscar en la categoría de mejor corto animado. Era por Rejected, película a la que seguiría una trilogía de cortos(1) entorno a la figura de Bill, uno de sus caracetrísticos hombres de cabezota redonda y extremidades raquíticas, simples palitos animados tan expresivos, por cierto, como el más expresivo de los actores humanos. Un trío de miniaturas que, compactado, ha servido como esqueleto para este el primer largometraje de Herztfeldt, que no sólo confirma su enorme talento sino que demuestra que cohesionada su obra puede alcanzar cotas estratosféricas de sentido, madurez y simbolismo. Quien no quiera ver en esto más que una película animada con poco donde rascar, o peor, quien se pierda en su voluntad vanguardista y la deseche por hermética caerá en un error cósmico. Simple y llanamente It’s Such a Beautiful Day es, junto con Pánico en la granja, la mejor película animada, al margen del mainstream, del presente siglo.

La cosa sigue las aventuras cotidianas del mentado Bill. Una cotidianidad que pronto vira hacia lo extraordinario. Tras un paso por el médico y un diagnóstico neuronal estrambótico y peligroso, los recuerdos, vivencias y sensaciones de su infancia empezarán a agolparse, aplanándose entre si en una especie de papilla temporal. Bill irá hiperdimensionando su realidad para ver más allá de su presente. Su vida diaria se convertirá en algo impredecible. Lo que ofrece Hertzfeldt es una especie de tratamiento existencialista de bolsillo que coloca el producto en cotas casi filosóficas, en términos de reflexión profunda nunca exentas, no obstante, de un humor bizarro y una infinita ternura hacia el protagonista y sus circunstancias. El autor plantea en su película decenas de cuestiones y posibilidades relacionadas con la no linealidad del tiempo, con la conexión entre los actos pasados y el presente subyugado a los mismos, con la casualidad, con las relaciones de causalidad y efectos, con la inasibilidad de unos acontecimientos que parecen sujetos a sus propias reglas, no a las nuestras, sobre la vida y la muerte, la infancia y el envejecimiento que empieza desde el momento de nacer. Un viaje alucinante al fondo de la mente inquietante, pesadillesco, pero también entrañable y preciosista, situado entre el primer David Lynch, Jan Svankmajer, los pasajes menos narrativos de Terrence Malick y la filosofía Youtube.

Y es que la propuesta de Hertzfeldt roza la experimentación. Sin diálogos, sólo con el uso de una voz en off, música y efectos sonoros el realizador toma estímulos audiovisuales de toda clase y elabora una especie de collage multireferencial vivo e impredecible. A través de la pantalla fragmentada, lienzo para distintas líneas narrativas simultáneas, introduce su animación aparentemente rudimentaria en blanco y negro y va añadiendo planos, capas visuales que apelan al cine mudo, imágenes de archivo de fotografías antiguas, luces estroboscópicas y capas de color, vídeos de distintos formatos con la animación directamente insertada en ellos, sucesiones de diapositivas que crean una suerte de stop motion y súbitas rupturas hacia, de nuevo, la simplicidad del trazo inicial, sin artificios. Ello le permite al autor un juego de tensiones rítmicas y visuales, de modo que a medida que avanza la película se va haciendo más caótica, más anárquica, más hiperfragmentada, más abierta al cortocircuito narrativo, pero también más intensa y profunda. Acorde con el contenido, el mensaje y el tono, hasta llegar a una perfecta comunión de forma y fondo en un final catárquico, de emoción desatada y excitación cósmica.

It’s Such a Beautiful Life es una obra maestra de la animación home made, una miniatura que guarda en cada uno de sus segundos una explosión de vitalidad, un dechado de emoción construido por pequeñas ideas engarzadas con clase, maestría, humor y un abanico intencional que va de la reflexión al simple epatado. Un complejo cuento, juguetón y serio, que esconde infinitos planos de interpretación. Más que el ¡Olvídate de mí! de la era del meme, que también, una obra maestra que nunca recibirá el reconocimiento que se merece.

9/10


(1) Everything Will be OK (2006), I Am So Proud of You (2008) e It’s Such a Beautiful Day (2011)

Sending
User Review
0 (0 votes)
Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

Te puede interesar...

Escríbenos algo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más en Animación