Crítica de Jerk
Una hora, una silla, un actor y un par de marionetas. Esto es lo que necesita la francesa Gisèle Vienne para asestar el golpazo más contundente del festival de cine de terror de Sitges 2022. Una auténtica salvajada que no se entiende el porqué de sus pases prácticamente invisibles durante dicho certamen sino es, justamente, porque pocos estómagos van a ser capaces de aguantarla. Y recuerdo, hablamos de una hora incluyendo títulos de crédito, que se traducen en un plano secuencia con un único personaje hablando a pantalla. Jerk es un éxito rotundo por su planteamiento formal: Vienne se mantiene cerquísima del protagonista, un descomunal Jonathan Capdevielle. Y al tratarse de un plano secuencia (o casi), ni ella ni el espectador aparta la mirada de él. Por mucho que quiera. Porque ahí está el quid de la cuestión: lo que cuenta este jerk es la historia real de un asesino en serie de Texas durante los años 70; un relato truculento que explica con todos los detalles imaginables, empleando las marionetas (y su saliva) para escenificar las vejaciones más salvajes. Hiela la sangre.
La directora, por eso, juega con ventaja: Jerk fue obra de teatro de culto antes de dar el salto a la gran pantalla. Adapta terreno conocido pues, y emplea con inteligencia las armas narrativas del formato: la cámara sube y baja buscando los detalles que mayor impacto puedan generar, ya sean primeros planos de la boca de Capdevielle, o detalles de las marionetas. Forzando al público a fijarse en lo que, en una sala de teatro, podría evitar con sólo desviar la mirada. Aquí no hay escapatoria, y de hecho, cuando los hechos son tan extremos que el propio actor intenta esconderse del escenario, la cámara no lo persigue entre bastidores. A todas estas, la banda sonora atmosférica encaja con los regurgitos y escupitajos de Capdevielle con sutileza casi invisible… pero no. Casi. Su presencia es suficiente como seguir desmantelando nuestras defensas. Un triunfo, en definitiva, del lenguaje cinematográfico.
No apta para estómagos delicados, Jerk se descubre, en fin, como uno de esos grandes acontecimientos del cine de terror. Un estudio profundo sobre la maldad, traducido en una película pequeñita y menos mal, pues de tan enfermiza e intensa, no podría aguantarse mucho más sin abandonar la sala. El riesgo aún existe, y Gisèle Vienne (con su actorazo Jonathan Capdevielle, claro) es de quienes lo abrazan con fuerza y sin importarle nada más. El resultado es una obra maestra del género, de las que dejan marca tiempo después de haberla visto.
Trailer de Jerk
Jerk: explorando la locura
Por qué ver Jerk
La película más contundente, extrema, desagradable, e impresionante del cine de terror de los últimos años, es este Jerk que dura una sola hora y que sólo cuenta con un actor recitando un monólogo, acompañado de marionetas. Sólo con esto, es capaz de removernos por dentro más que cualquier fantasma, demonio o extraterrestre que pueda pulular por pantalla.