Crítica de jOBS

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No es por frivolizar, pero me pregunto hasta qué punto los responsables de esta película estaban aguardando el trágico desenlace del cáncer de páncreas que padeció Steve Jobs, cocreador de Apple, durante los últimos años de su vida. Ojo, no insinúo que lo desearan, pero anunciada su enfermedad, lo cierto es que la indústria debió de frotarse las manos mientras se enjugaba las lágrimas. Porque la vida ejemplar de Steve Jobs fue una de aquellas tan susceptibles de recibir tratamiento de biopic por un Hollywood que, desde siempre, se ha debatido entre el romanticismo de los desclasados y la épica de los ganadores. El derrotismo generado por el desengaño social (especialmente tras Vietnam) y el triunfalismo del «América la forjan los héroes». O, incluso, la vía intermedia y la más recorrida. Esa que envuelve la idea de que cualquiera puede lograrlo en Estados Unidos, siempre que tenga la fuerza de voluntad y el espíritu bien tonificado. Que es un poco lo que parecen pretender los responsables de jOBS. Porque esto tiene poco de retrato afilado, antipático y amargo y mucho de homenaje épico a un tipo que en el fondo, y pese a un camino de piedras, terminó siendo querido por la sociedad en general y adorado por la comunidad tecnológica en concreto. En el fondo me planteo, aunque parezca osado afirmarlo, si Steve Jobs tampoco merecía un biopic.

O por lo menos uno así. Desconozco la (dicen, apasionante) biografía que le dedicó Walter Isaacson y estoy seguro que de esas páginas podrían extraerse oro cinematográfico. Pero en cualquier caso los responsables de esta película han optado por la adscripción a esos principios de los que hablaba y desde ese enfoque al que me refería, minimizando las sombras y potenciando las luces. Porque la vida de Jobs pudo estar marcada por apasionantes giros del destino, por valentísimas decisiones existenciales, por un estilo basado en el talento y la brillantez. Pero lo cierto es que el director Joshua Michael Stern prefiere enfocarlo todo desde un optimismo que sólo se ve empañado en momentos concretos puestos al servicio de las teorías de la autosuperación. El periplo de Jobs estuvo a punto de terminar en tragedia asocial. Su tesón y firaldad devolvió los pies a la tierra antes de que sus alas de Ícaro llegaran a chamuscarse definitivamente con el Sol. Ese es el tono. Stern se moja definitivamente poco en la construcción de lo que debería haberse visto en pantalla como una personalidad arrolladora en una vida turbulenta (o no, de ahí mis dudas). De otra manera, jOBS no deja de ser una especie de publirreportaje sobre el nacimiento y asentamiento de Apple y los milagros de su fundador.

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Claro, los aficionados a las historias biográficas pueden sacar jugo de esto. Los que quieran reconstruir el espíritu de una época, o aquellos que deseen meramente informarse obviando factores artísticos encontrarán en la película una serie de acicates con una cierta facilidad. Porque el guión de Matt Whiteley documenta con comodidad una serie de hechos o anécdotas más o menos conocidos que a uno, al final, le hace cierta gracia ver en pantalla: las épocas como -brillante- bala perdida en Stanford, los inicios de «algo» junto a Steve Wozniak, la ocurrencia de la marca Apple y el chascarrillo constante con los Beatles, la famosa reunión con Mike Markkula, la primera proyección en público del famoso spot de 1984 dirigido por Ridley Scott, la eterna rivalidad con Microsoft. Hechos que van conformando una personalidad hipotéticamente apasionante de un tipo que, se nos asegura, fue tremendamente visionario, ilimitadamente ambicioso, perfeccionista hasta la obsesión. No lo dudo, la historia lo demuestra, pero en cualquier caso la película no lo manifiesta en toda su plenitud.

Porque para ello no bastaba el relato de los hechos. Ni tampoco el fichaje de un Ashton Kutcher que, estando correcto, no logra hacernos olvidar que está en esto por una cuestión de puro, simple (y asombroso) parecido físico con el Steve Jobs juvenil. No, lo que hacía falta era una narración más eléctrica y tensada, no necesariamente tan esclava de la pelitesía a la figura del personaje y definitivamente más rotunda en lo formal. Sin embargo, el trabajo del realizador se presenta rutinario, impersonal y soso, con un tratamiento de la fotografía y una selección musical excesivamente obvias; un producto, en fin, irremediablemente falto de punch. También funcional y eficiente, contenido y templado, pero excesivamente pulcro como para suscitar subtextos, alegorías o, simplemente, atractivo visual.

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Al final, con su salto al pasado como excusa, jOBS deshace lo que había construido La red social entorno al comportamiento y el funcionamiento psicosocial del self-made man surgido en el entorno de la informática: esto no apuesta por la bilis y la inevitable mirada ácrata a un mundo en descomposición, sino que, como decía, propone un retorno a las ideas de autosuperación triunfalistas más tradicionales, pero también más apolilladas. Y, claro, ni de lejos contiene las dosis de potencial tragedia griega esperando tras la esquina a cada minuto de metraje que sí guardaba la de Fincher. No tengo muy claro que Stern sea consciente de ello.

5/10

Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Buena crítica, pero yo le doy mucha menos nota.

    De hecho, debería haber leído la crítica antes de ir a ver la película, porque me hubiera ahorrado dinero y aburrimiento. ¡Pero qué peñazo de película!

    Me esperaba una especie de estrategia estilo "La Red Social", que me parece redonda en muchos sentidos, y para nada, menudo fiasco.

    Porque se supone que esto es un biopic sobre la figura de Steve Jobs, pero realmente es una especie de retrato acerca de un genio informático y los vaivenes de la compañía que él fundó. El problema es que carece de cualquier tipo de interés, de cualquier tipo de emoción o de motivación que el espectador pueda asumir como suya propia para sentirse interesado. No. Aquí lo que hay son constantes saltos en la narración para mostrarnos los diferentes proyectos (sobre todo en lo referente a ordenadores) en los que se vio involucrado Jobs. Pero tan esquemáticamente contados que nunca, en ningún momento, vemos la elaboración del producto o la presentación final (si quitamos la escena del principio con el ipod o la primera computadora de apple).

    No hay más. Ashton Kutcher lo intenta, incluso adopta las posturas y los andares de Jobs, sus gestos con la manos, sus miradas e incluso los peinados, pero no dejas de ver a Ashton Kutcher. Y a su alrededor solo ves un mundo que él vería cambiante, pero que realmente solo cambiaba por el constante cambio de colaboradores que se producía con cada proyecto.

    En definitiva, yo la bajo hasta el 3, y el 3 se lo doy por esa sensación que flota durante ciertos tramos de película y que viene a decir algo así como: por muy genio que seas, si siempre acabas solo… ¿de qué sirve la genialidad?

    Un saludo!

  2. "debería haber leído la crítica antes de ir a ver la película" <- ¡ajá! Conque no lo hiciste, ¿eh? ¡Pero si estamos pa eso! shaaaaame ooooon yyyyyyyyyou ;)

    En cuanto a la nota, hostias, acabo de darme cuenta de que le casqué un 5… Vale, no es de 5. Igual yo no le ponía un 3, pero un 4 sí. Aj, esto de las notas numéricas al final es tan tontá… Especialmente porque en el fondo estoy 100% de acuerdo con lo que tú has dicho.

    Así que dejémoslo en 3'5, jeje…

    ¡Abrazote!

  3. Pues sí, mea culpa por completo, como penitencia me leeré todas las críticas que habéis publicado en la Casa desde el principio de los tiempos!

    (ahora vendrá algo estilo: ¿cómo?? ¿¿que no te las has leído todas??) XD

    Y coincido, lo de las notas numéricas es algo muy subjetivo, pero en mi caso, soy profesor y por decreto tengo que puntuar a mis alumnos con nota numérica, así que… lo extiendo al entorno peliculero, jeje.

    ¡Venga, un abrazo!

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