Crítica de El juego de Ender (Ender’s Game)
Dos o tres cuestiones han ido a coincidir en el mismo momento, posibilitando a su cruce la existencia de El juego de Ender. Desde luego, influye que Hollywood ande como loca en busca del relevo de Harry Potter, pues concluida esta saga y con El Hobbit aspirando a un público más crecidito, toda intentona de serie de revienta-taquillas juveniles se está hundiendo por su propio peso. Ayuda que la ciencia-ficción haya renacido y goce de una salud envidiable desde hace ya unos años. Y luego está esa manía que les ha entrado de golpe a los estudios por ponerse a leer colecciones de libros, descubriendo que hay muchas historias buenas en esas manchitas negras estampadas en folios blancos, sin ser necesariamente pornografía para mujeres. Con este panorama, con la tecnología rozando la perfección y pensando en una generación de espectadores huérfana de aventuras espaciales a lo Star Wars, Gavin Hood ha podido llevar a buen puerto la adaptación de El juego de Ender, primera de las cinco + seis novelas de la saga de Ender (sumándole la saga de la Sombra, posterior, pero vinculada y, de hecho, entrelazada con la primera) escrita, allá por 1985, por Orson Scott Card. Las posibilidades comerciales saltan a la vista, así que marchando una de esfuerzo económico importante con la esperanza de que las salas se llenen. Claro que para ello habrá que lidiar con el boca a oreja, y ahí la batalla puede tornarse peliaguda.
Y es que obviamente, 110 millones de dólares de presupuesto tienen sus cosas buenas (por mucho que quede lejos de mastodónticas superproducciones recientes). En concreto un apartado audiovisual espectacular. Ni que decir tiene que la de Hood es de aquellas películas que entran por la vista, goza de secuencias arrebatadoras en el espacio y tiene unos efectos especiales que nos despiertan del adormilamiento digital al que se nos estaban malacostumbrando las retinas: no, aquí el ordenador no canta. Amén de ello, el propio imaginario que se gasta se antoja original en medida de lo posible, logrando huir de la mera repetición de conceptos vistos anteriormente, y reduciendo la molesta sensación (ahora hablaremos de ello) de estar ante un batiburrillo entre La guerra de las galaxias, Battlestar Galactica y Starship Troopers. En definitiva, es una ciencia-ficción con personalidad propia por lo menos en cuanto a puesta en escena, y eso se agradece tanto como el mero hecho de estrenar una nueva aventura galáctica para jóvenes tipo space opera, en los tiempos que corren.
El problema es que a tan alucinante aventura para vista y oídos se corresponde un entramado muy por debajo de lo deseado. Por muy bien hecha que esté, El juego de Ender tarda poco en rebajar la exaltación de sus minutos iniciales para ir tornándose, poco a poco, en lo mismo de siempre, si no menos. Porque su argumento, en líneas generales, gira en torno a un Neo, un Luke, un Harry o un Frodo cualquiera: es un elegido que deberá salvar a la humanidad de un peligro. Un peligro que se traduce en insectos gigantes intergalácticos con naves aparentemente orgánicas, para mayor inri. Pero además de tamaña falta de originalidad en su premisa, las casi dos horas del metraje se dedican, en su práctica totalidad, a un mero entrenamiento, lo cual puede quedar a las mil maravillas en una novela escrita y plagada de matices y mitología, pero en pantalla se traduce en la repetición hasta el infinito de una fórmula apática, muy poco emocionante, y que encima busca un tono dramático, oscuro, que le hace flaco favor. En definitiva, con apenas un par de momentos cómicos como salida de emergencia, el protagonista del film se limita a pasar pantallas con semblante apesadumbrado, en un videojuego más o menos realista (buena parte del mismo tiene lugar en una arena sin gravedad) pero con la tranquilidad de contar siempre con una red de seguridad que erradica, de todas todas, cualquier atisbo de sensación de peligro para el espectador. Por supuesto que hay superación personal y maduración y desarrollo emocional, pero esas son armas sentimentales secundarias en una película que debería haber sido el acabose de lo trepidante, de lo espectacular. De lo flipante.
Flipa muy poco El juego de Ender, más allá de lo bonita que es. Y con tales sensaciones, de poco sirve que cuente con un reparto inesperadamente lúcido (hasta Harrison Ford aguanta el tipo a los sumamente correctos Asa Butterfield y Hailee Steinfeld, protagonistas juveniles del cotarro); ni que alguna de sus set pieces haga números para convertirse en lo más destacable del año, por su combinación de valores tanto técnicos como artísticos. Es más, en otras circunstancias, hasta debería valorarse muy positivamente el esmero de Gavin Hood por brindar a su ambiciosa propuesta un empaque estupendo, consecuente y siempre contenido en su despliegue paulatino de recursos para los sentidos. Pero es que maldita sea, es tan, pero tan condenadamente aburrida, por apática, que si al final acaba recibiendo una nota positiva es más por pura compensación que por los valores por los que en teoría ahora mismo deberíamos estar flipándolo en colores. A ver si con la segunda parte mejora la cosa.
6/10
El domingo subí mi crítica a filmaffinity y básicamente coinciden en muchos puntos e incluso en la nota (la diferencia es que vosotros sois críticos respetados y a mi me machacan a negativos y mensajes de ataque). Visualmente impecable, pero repetitiva, hueca y vista (otro elegido para sumar a la lista). Por otro lado, no conozco al personaje literario, pero Assa Butterfield parece un robot en ocasiones. Y además, SPOILER tanta batalla intergaláctica en el tráiler, para que luego se vea reducida a esos vídeos que les ponen a los chavales para adiestrarlos FIN SPOILER.
Y durante muchos minutos, tuve la sospecha de que habría un guiño a aquel episodio de los Simpsons con alguna frase subliminal que indujera a alistarse en la marina a los espectadores XD
Para acabar, ese epílogo-continuará, deja a la película un poco falta de un clímax final más potente, con la promesa de que se verá continuada en posteriores secuelas, si es que la taquilla acompaña.
Pero bueno, un poco mejor que esas otras sagas adolescentoides que abundan las pantallas y que son pura sarna picuna.
Un saludo!!
PD. No sé si he incumplido alguna norma de la casa al incluir eso de mi crítica en esa página. Si acaso lo veis conveniente, me borráis el comentario!
Te acabo de leer, maldita sea mi total falta de tiempo.
Sí, violas las normas: que no las subas más a filmaffinity, que las subas a La Casa! Tus críticas digo.
Juas, por lo demás, a lo de Los Simpson. Y de hecho, también a lo de los trailers, aunque en este caso es para reír por no llorar: yo también fui engañado por el trailer, esperando, por muy aburrido que fuera todo lo previo, un grandioso clímax final. Y no, no salen. Vi-fucking-va
Te buscaremos por la página esa de la que renegamos :P