Crítica de Julieta
No creo que sea demasiado descabellado que se coloque a Pedro Almodóvar entre las primeras posiciones en la lista de mejores directores vivos/en activo de la industria española. Aun cuando se pone petardo concede a quienes quieran encontrarlos, argumentos de peso para defender dicha tesis. Así que no debería sorprender a nadie si afirmo que si bien diste mucho de sus mejores trabajos, Julieta, su última película, vuelve a ser impecable, demostrando la mano siempre atinada de un orfebre tras la cámara (o así). Salvo por algún pasaje hacia el principio cuanto menos cuestionable, el film rezuma savoir faire por casa uno de sus fotogramas. Esto, en referencia a los apartados formales, entre los que se cuentan también la fotografía de Jean-Claude Larrieu y la música de Alberto Iglesias, en ambos casos… lo dicho: intachables.
Del mismo modo, la mera enumeración de nombres de las actrices protagonistas (algún actor hay, pero pese a que sus personajes sean de gran relevancia para el devenir de la trama, apenas se les ve en pantalla) basta para adivinar que tampoco se podrá verter queja alguna en materia interpretativa: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Inma Cuesta, Rossy de Palma, Michelle Jenner… Y con todo, hete aquí otro de esos títulos olvidables del manchego, de aquellos a etiquetar de mediocre y a otra cosa, mariposa. Pese a sus momentos brillantes y su impecabilidad en todos los sentidos. Pese a sus intérpretes y su música. El problema, temo, reside en la personalidad del director, que para la ocasión condena una propuesta que lo tenía todo de cara para ser de las grandes del año.
Y es que el universo interior de un artista que se mira demasiado el ombligo, trufa el metraje de elementos altisonantes y pretenciosos que le hacen muy poco favor a la historia que se pretende narrar. Una historia pequeñita, acotada a una madre, una hija y la relación que las une, labrada a base de acontecimientos dramáticos y verdades a medias, de sentimientos viciados y más lágrimas que sonrisas. Son elementos no tanto referenciales (es habitual ver ya determinados libros, pósters o lugares reconocibles en sus películas) como adscritos a sus filias como narrador: personajes innecesariamente surrealistas, recreación excesiva en el aspecto morboso de un determinado acontecimiento, aura barroca tanto en el acabado formal como en el tratamiento emocional… Almodóvar puro, en definitiva, pero en desacuerdo con la sencillez de base, originada por cierto en tres relatos de Alice Munro.
Así, hay giros dramáticos apabullantes, se hace inimaginable pensar siquiera en la carga que los personajes de Julieta llevan sobre sus espaldas, pero de la pantalla a la butaca no llega sentimiento alguno, no se logra generar el menor atisbo de empatía. La película, gélida, se sigue desde la distancia cuando no directamente desde el rechazo, según el grado de aceptación de onanismo almodovariano de cada espectador. Historias como La piel que habito sí requieren de una personalidad fuerte tras la cámara, una filmación enfermiza y recargada. A Julieta le hubiera bastado con un director deseoso, tan sólo, por hablar desde la honestidad, la sencillez… el corazón. Quizá así sí se hubiese disfrutado (pañuelos mediante) de un drama íntimo, en lugar de sonrojarse al pensar que en el fondo, esto no es más que un Precious costumbrista. Pena.
Trailer de Julieta (y posibilidad de verla entera vía YouTube)
Valoración de La Casa
En pocas palabras
La nueva película de Almodóvar es aún más ambiciosa que de costumbre si cabe, pero algo se tuerce: peca de demasiada frialdad y falta de empatía, y así es imposible.
Qué crítica más simple y pobre…. acusando simplemente a Almodóvar de ser Almodóvar.
A mí me emocionó mucho y me admiró la forma, el dolor y el arrojo con la que cuenta la historia manteniendo, por cierto, todo el espíritu de la Munro. Pena…..de crítica.
y porque a ti te emocionara y a mí no tú tienes razón y yo no, y bota rebota y en tu culo explota. Qué pena, sí, pero no la crítica (me parece genial que no la compartas, de eso se trata), sino la forma en que defiendes tu postura. Para mí el espíritu de la Munro se traduce en la emoción. Leo sus palabras y me emociono, veo Julieta, y sólo tengo ganas de llegar a casa y ver algo que me llegue un poquito más adentro, qué sé yo, un episodio de Peppa Pig, que será infinitamente más estimulante a nivel emocional.
La forma, por cierto (quizá si leyéramos con sangre fría y no con el cuchillo etre los dientes y la vena de la frente a punto de estallar) la defiendo y lo hago nada más empezar el texto. Pena… de troll.