Crítica de La jungla: Un buen día para morir (A Good Day to Die Hard)

la jungla 5

En tiempos en que los grandes percherones de acción de los ochenta -Bruce Willis incluído- se están rescatando a sí mismos del abismo de la nostalgia para protagonizar su propio comeback autosarcástico (Los Mercenarios 2) sorprende y descoloca el enfoque de una película como esta La jungla: Un buen día para morir (en adelante, Jungla 5). Incluso resulta desesperanzador. Una saga que había hecho del humor socarrón su mayor virtud y de la autoparodia su modus operandi resulta que con la llegada del posthumorismo elevado a n se torna sosa, aburrida, engolada casi. Escasamente entretenida y menos graciosa. Mejor dicho, graciosilla, pero privada de encanto. Por supuesto, el punto es difícil de encontrar, la mezcla de tonos siempre complica la tarea de un guionista primero y de un realizador después. Pero sólo hay una cosa peor, en semejantes casos, que dispararse hacia el histrionismo, y eso es caer en la abulia.

Y no, John McTiernan nunca fue un gran realizador, ni un tipo más dotado que el resto para las secuencias de acción, ni mucho menos un director con un sello propio. No fue mucho más que un artesano mañoso y profesionalmente simpaticote. Pero sea como fuere, el hombre logró dotar a las primeras entregas de la serie de aquel tono entre lo macarra y lo fibroso y rodeó las aventuras del poli permanentemente resacado del aura de cine de derribo con pedigrí del que hoy gozan. Lo justo como para que en una cuarta intentona Len Wiseman enredara las cosas sólo hasta cierto punto (mala película, estupendo entretenimiento) pero no lo suficiente como para que todo se empiece a derribar como un castillo de naipes con esta quinta entrega. Un desatino que viene lastrado precisamente por esos dos aspectos apuntados: falta de nervio y la ausencia tras la cámara de un director capacitado.

O por lo menos alguien con el pulso firme y la mano encallecida. Tanto como para tensar bien el plano y soltarse a lo bestia en las escenas de acción, pero siempre con la situación controlada. Pero una de las cosas que más desalientan al enfrentarse a la película es comprobar lo mal que rueda este John Moore la acción. Cómo el caos toma las riendas y se impone sobre la velocidad controlada, cómo se confunde aventura trepidante y filosofía del más difícil todavía por batiburrillo y acumulación descerebrada y nulo sentido de la puesta en escena: al poco de empezar la película el espectador se ve abducido sin previo aviso hacia una sucesión de planos ininteligibles, rodados sin conciencia narrativa y editados bajo ataque de tourette crónico. En otras palabras, nos encontramos ante una película de acción vulgar, encuadrable entre el 90 por ciento de propuestas similares que nos llegan desde Hollywood hoy día. Solo que protagonizada por John McClane.

Y lo que en su momento podía ser sinónimo de eficacia, la presencia de un personaje icónico de semejante pelaje, en esta ocasión parece más un lastre. O peor, un recuerdo de lo que antaño fue pero los tiempos actuales han terminado engullendo. Ojo, nostalgia hay. En especial porque la trama nos traslada a una Rusia que nos devuelve a las postrimerías de la Guerra Fría e intenta rescatar el sabor del entertainment patriotero de la rancia derecha reaganista. Bien por ello; el cine de mamporros nunca habría sido el que fue de no ser por las líneas maestras planteadas por el héroe vengador capitalista de las que, por cierto, McClane siempre escapó. Pero ¿por qué no, habida cuenta de su eterno gesto de cowboy (yipee-ki-yay incluido, por supuesto), podíamos trasladar al antihéroe de las camisetas imperio al corazón de Moscú a zurrar a unos cuantos ruskis en compañía de su hijo? Bueno, pues principalmente porque ya lo hemos visto demasiadas veces. La amenaza rusa que siente cariño por el doomsday nuclear ya es un lugar demasiado común, un cliché que ha terminado siendo certificado para la posteridad por la serie 24, de la que esta Jungla 5 parece algo así como un season premiere edición deluxe. El problema es que esto no es un relato seriado, así que deberíamos pedir que tuviera entidad, pegada y empaque por si mismo.

Y no, no los tiene. La trama, simple y predecible, trufada de clichés y giros argumentales anticipables, alberga algunas secuencias de acción resultonas por estruendosas, pero a decir verdad no da lugar a desmochantes set-pieces como los que convertían la anterior entrega en aquel disfrutable despiporre subnormalesco. Y lo que es peor, su pretensión de buddy movie se plantea sin auténtico aliento y sin nada relevante que contar. No es sólo que la subtrama paternofilial se presente infradesarrollada; es que la química entre padre e hijo es más bien escasa. Es más, la propia presencia de McClane resulta apagada, mortecina; sin chispa, vida ni gracia.

Por lo demás, el desfile de malvados es de segunda categoría (mención especial para el villano último y -no cotiza como spoiler– su muerte), casi tan poco carismáticos como en su momento fue Timothy Olyphant. Y el tono general, en las escenas de remanso, es plano y repetitivo, desplegado bajo la realización impersonal de un John Moore más preocupado en parecer que en ser. Más pendiente de escoger el filtro correcto o buscar el mayor esteticismo del efecto lens flare que en narrar una historia que resulte entretenida, ingeniosa y novedosa, por lo menos aparentemente.

No es fácil, pero se ha conseguido antes, y eso es lo que convierte esta Jungla 5 en una película no sólo excesivamente justa en sus planteamientos sino además altamente decepcionante en sus logros.

4/10

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Xavi Roldan empezó la aventura casahorrorífica al poco de que el blog tuviera vida. Su primera crítica fue de una película de Almodóvar. Y de ahí, empezó a generar especiales (Series Geek, Fantaterror español, cine gruesome...), a reseñar películas en profundidad... en definitiva, a darle a La casa el toque de excelencia que un licenciado en materia, con mil y un proyectos profesionales y personales vinculados a la escritura de guiones, puede otorgar. Una película: Cuentos de Tokio Una serie: Seinfeld

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Comentarios

  1. Seguro que la acción está rodada con esa camara hipermovida,planos ultracortos y fugaces en los que no ves a quien disparan ni donde están.

    Confunden acción con mareo…y eso no es bueno.

    Una propuesta atractiva sobre el papel que por lo que voy leyendo está muchisimo peor que la entretenida "Jungla 4.0".

  2. la has clavado. Es tal el mareo que resulta imposible sentir algo de emoción…

  3. Yo sí sentí una emoción: ganas de meter la cabeza del montador por el orto del director.
    ¿Cuenta?

  4. Pues perdona, pero esa camiseta sin mangas junto con su rubia cabellera al viento y su cara imberbe le daba una personalidad diviiiiiiina

    (perdón, esto tampoco tenía que sonar gay al principio xD)

  5. No me extraña que no hayan dado con un malo memorable. Donde esté Jeremy Irons con aquella camiseta sin mangas…. (aclaro: no es un comentario gay, sino irónico. Por si alguien no lo pilla).

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